175 diarios
Estamos en una calle de Torrejón de Ardoz, Madrid, donde se va a realizar un desahucio. Un grupo de vecinos trata de impedir que a Louis, un hombre senegalés al que van a quitarle su vivienda, se quede en la calle. Están sentados como en la foto; no alteran el orden de este barrio ni molestan a nadie. Saben que llegará la policía antidisturbios y les obligará a apartarse de la puerta de la vivienda para que pueda pasar sin problemas el secretario del juzgado para ejecutar la orden de abandono del piso. Todos esperamos. No llega nadie. Los policías no responden a ninguna pregunta, a ninguna provocación; los policías son un parapeto insalvable. Han identificado uno a uno a los que seguían en el suelo tras la orden de quitarse del portal. Al parecer eso podría significar una multa. Cuentan que tuvieron detenida 24 horas en una comisaria a una de las activistas y no se le facilitó la insulina que necesitaba por ser diabética. Dicen que tratan de asustarles; que dónde están los banqueros; que quieren ver a Botín viviendo una situación como esta.
Mis compañeros de Diario de... me siguen con las cámaras en todo momento. Un policía me pide que me marche y al contestarle que no lo haré me dice: “la voy a tratar como a los demás”. “Adelante, le contesto, haga lo que tenga que hacer”. Me obliga a salir de ese lugar agarrando mi brazo con fuerza. Mis cámaras han grabado todo. A todos nos parece desproporcionada la presencia y la actitud de los antidisturbios. Es un reportaje que podréis ver en nuestro programa.
En España se están produciendo más de 175 desahucios cada día. Cuando llegue la Navidad serán más de 20.000 personas las que habrán perdido sus viviendas por no poder hacer frente a las hipotecas. Cada una de ellas es la historia de un agujero negro que se abre bajo sus pies cuando llega el día en el que el banco, que prestó el dinero para comprar un piso, no acepta más razones, más excusas, más demoras y exige los pagos. No tienes trabajo, tienes familia, no tienes techo, no sabes dónde ir. Eso es lo que está ocurriendo en nuestro país cada día. Algo habrá que hacer. La policía antidisturbios no es la solución. La voluntad de las personas que se unen para evitar los desahucios y ayudar a los afectados es mucho más potente que la porra más violenta. Los policías saben que están haciendo un trabajo feo; que reciben ordenes y deben actuar pero se les nota que no es un trabajo como otros.
La mañana sigue pasando, la calle se va llenando de curiosos y el secretario judicial sigue sin llegar. “Ellos son el poder” susurra un policía municipal creyendo que no le oímos; “siempre igual y además reduciéndonos plantillas. Y esto no ha hecho más que empezar”
Louis es senegalés. Hemos subido a su casa. Habla español con dificultad y agradece mi francés pero enseguida se le saltan las lágrimas. Le dejamos en su casa, no queremos molestarle. La psicóloga tratará de ayudarle. La psicóloga pide a los que gritan contra la policía que no lo hagan, que hoy hay que ayudar a la familia afectada. Es una mujer seria. Le hacen caso. Arriba, en el piso desahuciado, se amontonan cámaras de televisión y fotógrafos. Louis nos mira con absoluto cansancio.
La calle se calma por unos minutos. Llega la comisión judicial y vuelve el nerviosismo. Los antidisturbios no se inmutan. Esperamos todos el desenlace que nadie cree que sea positivo; que se le dé a este padre de 8 hijos, una alternativa, una salida. La plataforma de afectados por la hipoteca trabaja para encontrar una moratoria. Llega un abogado. Le dejan pasar. Siguen corriendo los minutos. Cada ciudadano explica su caso. Algunos insultan a los banqueros, a la policía. Otros les piden que no lo hagan “nos hacen daño”. La chica que dice eso acaba de ser desahuciada; no le dejaron ni 15 días para encontrar una solución. Tiene 3 hijos pequeños. Se sintió maltratada y humillada por la procuradora Carmen Otero que protagonizó su caso. Todas las miradas se dirigen a la ventana de Louis: vemos a una mujer levanta los brazos y grita “lo hemos parado”. Todos aplauden, gritan, cantan. Esta vez ha sido posible. Una de miles que no lo son.
Louis, el senegalés padre de 8 hijos que iba a ser expulsado de su vivienda baja a la calle a dar las gracias. Le han dado un plazo para solucionar el problema con el banco. Ha ganado algo de tiempo; ha vuelto a empezar el contrarreloj que siempre llega pero esta noche dormirá en su casa, en la casa del banco con quien tendrá que negociar para no volver a vivir un calvario como el que todos hemos presenciado.