Descanse en paz
Anoche me dormí con él. Anoche fue el último titular que leí antes de cerrar los ojos y recordé decenas de imágenes de este hombre que veis en esta vieja fotografía, haciendo el caballito a sus hijos en una playa.
Cuando llega el final, cuando uno descansa en paz, la memoria de los que quedamos hierve. Manuel Fraga Iribarne es hoy el protagonista de casi todos los escritos de los periódicos, las palabras y las imágenes de radios y televisiones. Cada periodista tiene en su memoria algo que contar de este animal político.
Pero yo solo quiero acordarme de sus hijos, de esos que se han subido a las espaldas de su padre y que a lo largo de los años han permanecido en el más discreto anonimato aún siendo hijos de este hombre que era el dueño de las calles en nuestro país o por lo menos eso es lo que él decía.
A ellos les envío desde aquí mi recuerdo y mi afecto.
Fraga fue el gran personaje en mis primeros años de periodista.
Hoy Rosa Montero escribe un artículo sobre él en el que explica bien cómo nos sentíamos los que teníamos que vernos frente a Fraga para hacerle una entrevista. Él creyó quizá que la calle era suya pero la vida le demostró que solo bajando a la calle, mezclándose con la gente de esas calles y olvidándose de demostrar quién era el dueño, el más fuerte, pudo encontrar su sitio entre nosotros.
Fraga debió tener muchas cuentas pendientes con ciudadanos a los que había atropellado, a los que desde su despacho de Ministro del Interior, dañó o dejó que así se hiciera; solo con el paso de los años logró hacerse perdonar y consiguió que los españoles le viéramos como un político útil para lograr lo que casi todos deseábamos: vivir en democracia.
Él tenía la llave para amordazar a los rabiosos y eso hizo. Así sí se ganó la calle, esa calle que nunca llegó a ser suya, por muy alto que lo gritara, le aceptó hasta con cierto cariño.
Hoy leeremos y escucharemos muchas cosas de este gallego tan genuino que creyó que utilizar la fuerza, aunque se tratara de los cables de un teléfono que le molestaba, estaba justificado.
Hoy es día de recordar anécdotas que espero que vosotros, los lectores de este Bolo, me ayudaréis a reflejar aquí. Yo, si me lo permitís, me quedo con lo que más me gusta: su humor y su familia. En eso pasó el examen con sobresaliente. Descanse pues en paz, Don Manuel Fraga Iribarne.