No vi a nadie haciendo fotos, a nadie. La playa estaba llena de gente, la mayoría hablaba en italiano y en inglés. Hacía un día espléndido y el agua estaba transparente y fresquita. Hacía mucho calor. Pensé en la posibilidad de que me hicieran fotos pero me tranquilizó no ver "moros en la costa". Es evidente que me equivoqué. Esta mañana he desayunado con este recuerdo de mis vacaciones en Menorca.
Saber que te vigilan, que saben los movimientos que haces, que incluso te escuchan y que, como si de un elefante africano se tratara, te colocan en la diana y disparan sin pedir permiso, es una sensación extraña a la que no me he acostumbrado con el paso de los años.
Esta vez ha sido en Binibeca, una de esas playas del sur de Menorca, de esas playas azul turquesa que logran enamorar a los turistas que llegan a mi isla, a mi paraíso querido.
La arena quemaba y era blanca, casi como la cal. Con unas gafas naranjas que había comprado por la mañana en una gasolinera, lograba mirar sin ser vista, espiar sin que me descubrieran porque a mí también me gusta observar. Lo que no sabía era que la que estaba siendo observada, espiada y retratada era yo misma. Y es curioso porque aunque nadie me crea, si el fotógrafo me hubiera avisado, no hubiera tenido ningún inconveniente en que hiciera su trabajo con tranquilidad. Pero no avisó, tiró a parado y las vendió: un año más.
Las veces anteriores, casi cada verano desde hace muchos, nos habían pillado a mi hermano Lorenzo, mi cuñada Sagrario y sus tres hijos, incluso a mi madre, sin habernos dado tiempo ni a darnos el primer baño; nos retrataron con las huellas del invierno en la piel.
Por suerte los amigos de la revista "Lecturas" ponen en mi boca cosas que pienso y eso se agradece. Es verdad que he colaborado en campañas para ayudar a la gente a dejar de fumar. Es verdad que cuido mi alimentación, que hago deporte, que vigilo cada año más que los alimentos que como sean ecológicos, que me envenenen lo menos posible. Es verdad que trato de dormir 7 horas. Es verdad que el doctor de "La Enzima Prodigiosa" me ha dado muchas claves para vivir mejor.
También es cierto que como verduras y frutas, más pescado que carne, que bebo agua durante todo el día, que no pruebo la leche de vaca y desayuno cereales integrales tal como me recomendó el sabio Jesús Larretxea, aunque eso requiera dosis de paciencia y constancia que algunas veces no logro reunir. Todo eso es verdad como lo es que siento que mi cuerpo lo agradece, que mi salud es mejor que cuando era más joven y no había aprendido esas cosas sabias que los expertos recomiendan para vivir más años, con mejor memoria y mayor elasticidad. No hay más. El secreto está en hacer esfuerzos pequeños pero hacerlos a diario y perseverar.
Cuando presenté los libros de Ana Mª Lajusticia en nuestra librería de la calle Buenos Aires 6 de Barcelona, en nuestra +BERNAT sobre el magnesio, el colágeno y la dieta sana, profundicé en cuestiones que me hubiera gustado que hubieran formado parte de mi educación desde la escuela; hubiera sido mejor que me enseñaran a comer en vez de aprenderme de memoria la lista de reyes godos, por poner el primer ejemplo que me viene a la cabeza.
Aunque nunca es tarde seguro que mi vida hubiera sido mucho mejor con esos conocimientos almacenados desde la adolescencia. Pero siempre estamos a tiempo y en eso estoy en la actualidad: aprendiendo cada día sobre lo más importante que tenemos, nuestro cuerpo.
Ahora sé que tomar el sol como lo hacíamos hace años es una barbaridad que nos puede conducir rápidamente al melanoma, a ese cáncer letal que tenemos en la mano evitar; que el sol es bueno, pero es mejor a ciertas horas del día, por la mañana temprano o por la tarde, nunca cuando abrasa y siempre habiendo protegido la piel con una crema con la más alta gradación de filtro solar.
Sé, porque lo he comprobado, que las lociones que frenan el paso de los rayos dañinos son eficaces, que si salen de laboratorios serios, evitan daños y consiguen que tengamos ese color tostado que nos hace sentir tan bien en esta época del año sin perjudicar nuestra piel. Sé que la casa "Avène" por ejemplo, comprada en farmacias, me permite bañarme tranquila. Hace años que lo sé.
He sufrido, como tantas personas, el susto de una mancha que al médico no le gustó, la analizó y quiso operar. Sé que nuestra piel tiene memoria y que podemos cuidarla para que refleje lo que ocurre dentro de nuestro cuerpo casi sin tener que pasar por un rayos X. Algunos recordaréis que el año pasado, en una gala de 'Gran Hermano', compartí con vosotros la cicatriz de mi cara; que la visteis evolucionar con el paso de las semanas hasta que desapareció por completo, tal como me había prometido el doctor Javier Herrero que ocurriría.
Ha pasado un año y ya se acerca mi programa preferido de nuevo. Ya han empezado a pasar las pruebas los valientes que se han presentado al casting del nuevo GH que empezará, si todo sale como está previsto, después del verano. Ya trabaja a toda máquina el equipo que nos ofrecerá sus mejores ideas, las ocurrencias más divertidas e interesantes para dejarnos pegados a las pantallas durante meses.
Todo va cuadrando para que el GH15 vuelva a acompañarnos y engancharnos como lo ha hecho siempre. Pero todo eso os lo contaré más adelante; ahora pongo un punto y aparte, cancelo momentáneamente nuestro blog para retomarlo a la vuelta del verano con alguna sorpresa.
Mientras, os envío a todos los mejores deseos de que paséis un buen verano, el mejor posible; que se cumplan algunos de esos deseos que pedís cada noche a la almohada, que llegue la alegría, la salud y la paz a vuestras vidas: eso es lo único que de verdad importa.
Gracias a todos por estar casi siempre.
A los espías les mando un abrazo porque han conseguido que el photoshop haga milagros pero les pido que la próxima vez no me vigilen, que se acerquen y me pregunten, no les decepcionaré.