David forzó su llegada

telecinco.es 10/01/2012 10:44

Pepa, la Súper, pensaba que su hijo nacería cuando Gran Hermano 12+1 estuviera ya rodado. Eso decían sus cuentas. Eso pensaban los médicos. Pero David no quiso esperar a que el programa, para el que su madre había trabajado tanto, se estrenara sin que él pudiera verlo y tomó la decisión unilateral de salir al mundo un mes antes de hora.

Pepa había tenido ya otro hijo, una niña: Maya y conocía los preliminares de un parto, no era una primeriza. Por eso le resultó muy extraño que los síntomas inequívocos de que ha llegado el momento final, aparecieran en su vida.

Es cierto que la búsqueda de los nuevos concursantes de este GH había sido más larga de lo normal pero también lo es que eso les había dejado trabajar con mayor tranquilidad y así habían conseguido los mejores concursantes posibles. Estaba muy contenta.

Cuando comprendió que no había duda y que lo mejor era asumir que su hijo iba a llegar al mundo un mes antes de hora, se fue al hospital y todo funcionó a la perfección. David tenía prisa por nacer y eso hizo que olvidara que sus pulmones no estaban maduros para respirar el aire del exterior; que su intestino necesitaba un mes más de alimento especial; que algunas partes de su cuerpo a las que él no había dado importancia, estaban casi formadas pero requerían su paso por una caja de cristal fuera del cuerpo de su madre.

Una incubadora es un lugar seguro y él entendió enseguida que no debía preocuparse. La mano de su madre le acariciaba varias veces al día y ella misma le daba un nuevo líquido muy dulce que le llenaba el estómago. Unas mujeres vestidas de blanco y de verde le pusieron unos tubos por los que respiraba y le limpiaban el cuerpo con mucho cuidado antes de ponerle unos inmensos pañales, como ellas decían.

Ahí dentro se vivía bien pero le preocupaba no ver cerca un aparato de televisión. Él había hecho todo ese viaje para disfrutar de la entrada en la casa de la sierra de Madrid de todos los chicos y chicas que habían hablado tanto con su madre. Todos querían entrar allí, él suponía que debía ser una casa muy especial porque decían que era una oportunidad única, que habían intentado entrar en multitud de ocasiones, que era el sueño de su vida, que aquello podía solucionar sus problemas que eran muchos, que esperaban dar lo mejor de sí mismos, que tenían miedo pero que era mayor la esperanza de ganar. David había escuchado todo y se había hecho una idea de cómo sería cada uno; por eso quiso nacer antes de tiempo; no quería perderse ese momento que todos decían que es mágico: las caras de los que finalmente entran a concursar.

Su madre y el equipo que trabaja con ella habían escuchado las historias de 70.000 personas. Él no podía entender como no se confundían cuando hablaban de los que iban pasando las pruebas. Una de las personas que más gracia le hacía cuando la escuchaba con la oreja pegada a la placenta, era Mafer. Ella siempre estaba de buen humor, siempre veía la parte buena y aunque decía que le dolía no sé qué, era de las que más escuchaba. Decía que para ella los concursantes eran como su familia, que acababa sabiendo más de ellos que de sus primos o hermanos. A él le extrañaba, pero como había oído decir que los que trabajaban en la televisión eran un poco raros, lo aceptaba. También decían a cual de ellos y ellas les gustaría más una persona que nombraban mucho: una tal Mercedes; también a ella tengo ganas de verle la cara. Aunque he oído comentar que a lo mejor viene a conocerme antes del estreno. Me gustaría porque así me vería en esta casita transparente aunque no me pudiera coger en brazos, que es lo que todas las compañeras de mi madre quieren hacer y no les dejan.

Mi madre se llama Pepa, Pepa Alvaro y todos le han dicho que yo iba a ser chico porque estaba delgada y guapa. Digo esto porque mi madre se ha pasado la vida queriendo ser delgada, haciendo regímenes y, mira por dónde, he tenido que llegar yo para que ya no tenga que preocuparse más.

Durante estos meses en los que he seguido todos los pasos de lo que llaman casting, he aprendido muchas cosas nuevas. Nunca pensé que ser concursante de un programa de televisión costaba tanto. En la empresa en la que trabaja mi madre se lo toman tan en serio que, como ellos dicen, no dan puntada sin hilo, que es una frase que me hace mucha gracia. Yo me temo que por mucho que estudien la personalidad de cada uno siempre ocurrirán sorpresas y eso debe ser lo bueno, creo yo.

De lo que he oído, tengo ya algún favorito pero no lo voy a decir porque mi madre se enfadaría. Ella dice que lo que más espera es que den juego; eso dice, y aunque yo no entiendo bien lo que significa dar juego, me imagino que será que logren que la gente que les ve, les quiera y se divierta y se emocione con ellos. Este concurso vale mucho para eso, o al menos eso es lo que también he escuchado desde aquí dentro. Aunque estoy seguro de que muchas cosas me las he perdido porque en la barriga de mamá dormía mucho, mucho más que ahora que estoy todo el rato atento para que me saquen cuanto antes y me pongan a ver la tele. Yo sé el día que empieza Gran Hermano y me tengo que dar prisa para estar suficientemente maduro y poder salir de aquí, creo que serán pocos días ya los que queden.

Mi madre es muy cariñosa y me acaricia con todo su amor cada vez que le dejan venir a verme. Yo espero que, aunque ella dice que les coge mucho cariño, me dé más amor a mí que a sus concursantes porque además tendré que ponerme de acuerdo con mi hermana Maya, que seguro que al principio me lo pone difícil. Pero yo lo tengo claro: cuando se ponga pesada, que me pongan enfrente de la tele y pueda ver la casa de Guadalix en directo, todo el rato, sin que la interrumpan. Eso he oído decir que pasará este año. Así sabré si es verdad que todo el esfuerzo del equipo de mi madre ha valido la pena.

Por si no os habíais dado cuenta, me llamo David y soy hijo de Pepa Alvaro, la súper de Gran Hermano.