Este niño se llama José. Es hijo de Sara Baras y Pepín Serrano. Su madre se retiró del baile para pedirlo. No necesitó ni un año para lograrlo: llegó hace pocos días sano y guapo. Su foto dormido y ajeno a todo me ayuda a mirar a nuestro mundo y hacer cábalas con lo que le tocará vivir.
José crecerá en un mundo muy diferente al que ha llegado. Se hará mayor cuando los seres humanos ya hayamos encontrado la fórmula para vivir de otra manera.
En éstos días preelectorales muchas cosas están siendo cuestionadas: las calles se llenan de gentes que no quieren seguir el camino trazado hasta ahora. Son movimientos ideológicos muy jóvenes, casi recién nacidos, como él, y ya marcan las vidas de muchos de los que creen en ellos. No pueden ser claros porque cuando se actúa con honestidad hay que remover el fondo del pozo y levantar los lodos. Cuando lo que se tiene no es lo que se quiere hay que vaciar el armario y hasta que los estantes vuelven a llenarse, la habitación sufre un inmenso desorden.
No es fácil saber cuál va a ser el camino pero una luz orienta a los que quieren que la vida sea de otra manera. Son días de concentraciones,de noches sin dormir, de gestos cómplices, de uniones inesperadas, de decepciones. Cuando las aguas están tan turbias hay que ir a tientas y fiarse de algo. Si un país tiene un enemigo común la salida del pozo es más indiscutible; si un país lo que tiene es una inmensa encrucijada, los matices impiden las prisas.
Estamos en medio de una crisis profunda y previsible. No se han hecho las cosas bien y no están dando la cara los responsables. Estamos ante una fecha que puede cambiar el color del poder pero que no cambiará el fondo del pozo.
Cuando este niño crezca muchas de las incógnitas que hoy nos abruman, se habrán desvelado. Sabremos cómo hay que hacer para que todos tengamos un trabajo, una casa y una vida sin alteraciones. Muchas enfermedades se habrán superado y los hombres habremos descubierto una energía que nos permitirá vivir en paz en un mundo menos destrozado. No se trata de soñar, se trata de utilizar el poder de la inteligencia para hacer posible un mundo donde lo lógico sea lo normal, lo de todos los días.
Cuando este niño sea mayor nadie puede imaginar ahora cuáles serán los motivos de impotencias y desesperanzas. Nadie puede hoy prever cuales serán los motivos que le llevarán a decir “basta”. O sí, a lo mejor sí somos tan estúpidos que seguimos enzarzados en las mismas peleas, seguimos discutiendo qué senda recorrer y seguimos perdiendo el tiempo mirándonos nuestro propio ombligo.
Si él pudiera, tendría que estar dando gracias desde su cuna a todos los que éstos días se la están jugando; todos los que se arriesgan ante prohibiciones y miedos; todos los que se mueven en medio de una parálisis de impotencias.
José, como tantos niños que nacen éstos días, son hijos de la ilusión y la esperanza. Sus padres saben que la vida va a cambiar mucho y esperan tener fuerzas para verlos crecer y llegar a aprender de sus propios riesgos.
Nadie se libra de usar su voto; nadie podrá decir que no le advirtieron, que no le dijeron, que no sabía: las calles están llenas de gente que quiere explicar, que busca, que cuestiona. Las calles están llenas de gente valiente que decide dar sus manos para conseguir otra manera de hacer las cosas; para conseguir que este bebé que duerme viva en un país mas justo, más libre y más feliz.