Confieso
Confieso que pensé mal de Marta Domínguez.
Confieso que así como creí desde el primer instante en Alberto Contador, las noticias que llegaron de esta extraordinaria atleta me metieron la duda en el cuerpo. Esa actitud por mi parte es intolerable porque no la conozco, jamás he hablado con ella, no sigo el mundo del atletismo con pelos y señales ni estoy al tanto de los detalles de las campañas contra el dopaje más allá de las noticias de prensa. La verdad es que lo que pensé, lo pensé para mí sola porque no dije ni escribí ni una línea sobre ello; pero debo confesar que las palabras de hoy en Internet de Manolo Martínez me han obligado a confesar lo que aquí tenéis.
El que fue capitán de la selección española de atletismo lo dice bien clarito en la web de El Mundo: “Lo de Marta es de vergüenza nacional”
Este deportista va más lejos y exige responsabilidades a los “causantes de este sinsentido que, según él, no se pueden ir de rositas”. Acusa a los medios de comunicación de no haber dado el mismo trato a las noticias de su responsabilidad en la Operación Galgo que en su exculpación en éstos momentos de tantas y tan graves acusaciones. Sus palabras son tan ciertas que, como periodista, no puedo más que darle la razón.
Cuando pienso en el calvario que habrá pasado esta atleta que era nuestra gloria nacional me avergüenzo de mis propias dudas y trato de ponerme en su lugar cuando todos los medios españoles y extranjeros la arrastraron por el fango. No se libra nadie; no se libran tampoco algunos de sus colegas atletas que con sus declaraciones dieron credibilidad a las acusaciones de dopaje y de mercadeo con sustancias prohibidas. La historia que leímos no dejaba lugar a dudas y las conclusiones a las que llegamos nos llevaron a compadecer a esa deportista que estaba destrozando una carrera tan completa por pura avaricia hacia el dinero. Así lo viví y así lo reconozco. Perdona Marta.
Enhorabuena por la sentencia que limpia tu nombre y tu carrera. Espero que muy pronto, si es que el daño es curable, vuelvas a ser la mujer que levanta ese puño de victoria de la fotografía.