En el cielo
Pep Guardiola subió ayer al cielo. Sus jugadores lo hubieran tenido allá arriba toda la vida pero él tiene una tendencia a tener los pies en la tierra. Eso le hace grande y vencedor.
Guardiola ha conseguido que le entiendan. Es como un buen profesor que logra que sus alumnos comprendan lo que les dice y están dispuestos a seguir los pasos que marque. Esos profesores hacen grandes a sus estudiantes y sobre todo suelen hacerlos felices. Pep ha logrado que le entiendan y por eso los jugadores de Barça son un grupo de gente feliz.
Anoche mi ciudad, Barcelona, estaba en tensión. Se notaba que cada uno sabía con exactitud dónde se encontraría a las 20,45 de la noche.
La ciudad había vivido momentos de violencia innecesaria provocada por el que recibe un sueldo para mantenerla en calma y se recuperaba de esos golpes. Ya han pedido la dimisión del Conseller de Governaçio, Felip Puig, y yo desde aquí me uno a los que lo han hecho. Creó un problema donde no lo había e hizo daño físico y moral a muchas personas; que se vaya a su casa y se calle, sobre todo que se calle porque no dice más que tonterías. Pero nada pudo con la esperanza. El fútbol unía emociones y teñía todo de verde esperanza. Lo que pasó lo sabéis todos; lo que sucedió ayer en Inglaterra, lo hemos visto todos; el triunfo del Barcelona lo estamos celebrando todos, o por lo menos eso espero y me guío por mensajes de amigos que están lejos de estos colores pero les gusta el fútbol.
Anoche vimos un grandísimo partido de fútbol que pudimos valorar hasta los que no sabemos una palabra de este deporte. Anoche vimos equipo, unión, belleza, inteligencia, creatividad, calma, control, generosidad, gestos, lucha y casi ninguna falta. No vimos violencia, ni juego sucio, ni malos modos; anoche vimos fútbol del bueno. Por eso digo que somos muchos más que los culés los que estamos contentos, los que disfrutamos con el espectáculo.
Estos no son momentos fáciles para muchas personas. Vivimos una época dura y las noticias que nos llegan no ayudan a tener encendida la llama de la esperanza. Es en éstos momentos cuando personas como Guardiola ayudan a sonreír y a creer que al final todo irá bien, que seremos capaces de salir del túnel. Pero Guardiola sabe lo que hace, sigue un método, no cede ante lo que cree que es importante. Guardiola no tiene cuento y esta manera de ser quizá le traiga problemas en el futuro pero, de momento, lo que le está trayendo es el respeto de la gente. Tener el respeto de la gente es un patrimonio extraordinario. Esa es su fuerza y es muy importante que aunque le manteen no despegue los pies del suelo, como ha logrado hacer hasta ahora.
Gracias Pep, gracias por hacernos felices, por poder mirarte con cariño, con admiración. Gracias por tus gestos controlados, por esos sorbos pequeños de una humilde botellita de agua que te libera la garganta de unos nervios que todos comprendemos, gracias por tu elegancia, por tus silencios, por tus agradecimientos, por tu gallardía. En ti tenemos un tesoro y no solo los jugadores del Barça sino muchos ciudadanos a los que nos gusta la gente que trabaja bien, que hace las cosas con rigor, con tenacidad y que persevera. Algo de todo eso habrá que hacer para sacar a nuestro país adelante pero en éstas horas previas a la llegada de los jugadores del Barcelona a nuestra ciudad, tenemos derecho a abandonarnos en la dulce victoria, llenar la Copa de Europa de imágenes inolvidables y sentarnos al borde del camino a disfrutar.
Gracias a todos y cada uno de los que trabajáis en este Club para hacer posible esta unión y esta convicción. A los que salís al campo, a los que os cuidáis, a los que os educáis y crecéis en la Masía; los que conocéis los sacrificios que hay que hacer para lograr ganar, a los que mantenéis en secreto la magia de lo que ocurre en un vestuario lleno de ideas potentes; gracias a todos vosotros y a los que os adoran. A los niños que llevan día y noche la camiseta del Barça en muchos países del mundo. A los mayores que olvidan sus penas y gritan con el corazón en la garganta. A los que desde cuartos de hospital como los que vi ayer por la tarde, contaban los minutos para dejarse apresar en esa red de alegrías que ha tejido el Barcelona. A todos gracias porque veros felices nos hace felices.
Cuando Piqué se envolvió en la red blanca de la portería del Wembley; esa red que definía sin él darse cuenta tantas cosas que le está pasando, todos entendimos que hacía bien en llevársela consigo como si de una novia se tratara. Ese Piqué que nos deja compartir la felicidad de estos momentos de su vida personal y que a través de Twitter no tardó nada en enseñarnos la copa en el vestuario, ese Piqué enredado y pillado en lo más importante de este mundo: el amor.
A él y a todos os llegan éstas palabras escritas con todo el cariño y agradecimiento que cabe en un post.