Una amiga que, desgraciadamente, ya no está cerca, siempre insistía en que las cosas buenas había que celebrarlas: “hay que celebrar, hay que pararse, pensar y, si hay razones para ello, celebrar”. Hoy lo hago con todos vosotros.
El pasado Jueves Santo cumplí 61 años. Que coincidiera mi fecha con semejante día del año ya fue el primer regalo. Soy apasionada de la liturgia de la Semana Santa y en esos días de forma muy especial de la madrugá andaluza. He vivido durante años procesiones, creencias, entregas, emociones y también dolor y lágrimas cuando la lluvia dejaba el trabajo de todo el año en el interior de las iglesias.
La última vez que lloré un Viernes Santo no lo podré olvidar jamás. Sevilla, calle Pureza, sol, calor, gentío, respeto, policía, estampas, caras de cansancio, caras de fervor, caras de haber tocado la felicidad un año más, caras de despedida. La Esperanza, esa Virgen trianera, se recogía en su capilla tras haber recorrido las calles de Sevilla y haber hecho tocar el cielo con los dedos a todos los que se cruzaron con ella. Lloré porque los hermanos me empujaron hacia adentro, me dejaron compartir la despedida, porque los policías lo permitieron, porque pude escuchar el adiós de todos esos fieles salir de sus gargantas cantando una salve que ponía el punto final a una noche imborrable. Esperanza de Triana, la Esperanza de millones de personas que la llevan en su corazón todos los días del año. Ese día me abracé a desconocidos y nuestras lágrimas fueron una.
Espero que ahora entendáis mejor que considere un gran regalo que mi cumpleaños coincidiera con el Jueves Santo. La foto que os pongo tiene hasta la luz y el color de esos pasos que acarician las callejuelas de Sevilla con la única luz de las velas. La foto os muestra a una mujer feliz, feliz por poder cumplir años, por poder subir los escalones de la vida con salud , con amigos, con trabajo.
Anoche fue noche de Gala en Gran Hermano. Ayer quise dejar aparcada esta fotografía porque otro asunto pedía paso con urgencia. Anoche había que gritar que un tanga rojo es solo un tanga rojo. Anoche empezó una vida nueva para un concursante de mi querido GH aunque él todavía no sea capaz de percibirlo así. Anoche muchos hicimos una barrera de tangas rojos para no dejar que vuelvan a pasar los propietarios de seres humanos. Anoche fui feliz y os sentí más cerca que nunca. Anoche me ayudasteis a soplar las velas, pero todos sabemos que queda mucho por hacer; que queda mucho trabajo para ayudar a que ningún hombre le diga a su chica de qué color tiene que ponerse el tanga.