¡Qué buen ejemplo!

telecinco.es 26/10/2012 11:42

Señor Ortega, le escribo para darle las gracias. Ayer supimos que había donado, a través de su Fundación, 20 millones de euros a Cáritas. Me imaginé a la gente que trabaja en esa organización celebrando la noticia como lo hacen todos los que ganan a la lotería. No sé si brindaron con cava porque tampoco tendría mucho sentido y no deben desaprovechar ni un céntimo de euro, pero nadie les quita su felicidad inmensa. Todos sabemos hasta qué punto es imprescindible el trabajo de Cáritas y también sabemos que todo lo que reciben es poco para lo que se necesita. Estos millones de euros darán comida, cobijo, medicinas y educación a miles de personas.

Cuando, hace ya muchos años, Amancio Ortega viajaba por España abriendo su maletín y luchaba por convencer a sus clientes de las bondades de aquellas batas de boatiné que ayudarían a muchas mujeres a pasar los inviernos, estaba sembrando la que acabaría siendo la empresa española más potente y mejor gestionada; estaba sembrando una fortuna que lo ha llevado a lo más alto. Desde ese lugar donde dicen los que llegan que hace mucho frío y se siente la soledad, la millonada de euros que ahora ha donado, le servirán para sentir muy deprisa el calor de la gente. La gente agradecerá su gesto y lo hará enseguida, sin demora. El mejor modo de hacerlo, creo yo es dando las gracias, dándolas de corazón.

Quizá haya personas que cuestionen la publicidad de esta donación: para mí es imprescindible. Si este gesto se generaliza, si otras personas hacen cosas similares y sabemos cómo se invierten esas donaciones, la tensión que nos rodea, la desesperanza, puede amortiguarse aunque sea solo un poco. Gracias Amancio Ortega, gracias y enhorabuena por llevar a Cáritas esperanza y ayuda.

Mientras escribo este post yendo a Valencia en el AVE a entrevistar a un juez sobre un informe crítico sobre desahucios, conocemos la noticia de un nuevo suicidio.

Manuel de 54 años, escuchó el timbre de su casa y dio un beso de despedida a su hijo que no podía ni sospechar lo que significaría. Manuel no fue ni a abrir la puerta; sabía quien iba a entrar en su casa: se tiró por el balcón. La orden de desahucio se suspendió momentáneamente mientras las ambulancias luchaban por mantenerlo con vida y los funcionarios del juzgado y la policía esperaban órdenes. Eso leemos en el diario 'Las Provincias'. Todos sabíamos que el suicidio de ayer en Granada iba a ser el primero de otros muchos y no ha hecho falta esperar. Ahora se trata de Burjassot en Valencia.

Ayer entraron en el Parlamento propuestas de varios grupos políticos para tratar de solucionar con urgencia un problema social que está explotando en nuestro país. Ayer por la tarde las cámaras de nuestro programa estaban grabando los testimonios de personas que han decidido no moverse del edificio del banco del que esperan gestos de negociación y “buenas prácticas” como recomendó el ministro de Guindos. Esos gestos pueden salvarles del abismo de los desahucios pero no solo no llegan, sino que ni se dignan escucharles. Una mujer destrozada me dejaba entrar en la intimidad de su drama y mientras eso ocurría, observé algo que me escandalizó profundamente: dos empleados del banco, chicos jóvenes bien vestidos con traje y corbata, nos miraban y se reían. Esa risa fue como un puñetazo en mi cara. Me fui para ellos y les pregunté que de qué se reían, que qué era lo que les hacía tanta gracia de esa situación dramática. Reconozco que perdí la compostura y a punto estuve de cogerle por su corbata amarilla y obligarle a pedir perdón a la mujer que temblaba sin poder contenerse. Es urgente que seamos capaces de sentir compasión; es urgente que los que tenemos trabajo nos pongamos en el lugar de cualquiera de las personas a las que le suena el timbre porque ya no queda ni un minuto más para que te echen de tu casa.

Termino como empecé: gracias Amancio Ortega su gesto es un gran ejemplo, ojalá se multiplique.