Mi amigo Tobal
Fue un abrazo de los que cuesta despegarse. Fue un sentimiento profundo de tristeza e impotencia. Fue un encuentro que no debería haberse producido como se produjo: con dolor y lágrimas.
Conozco a Tobal desde hace muchos años; me ha vendido muchas de las cosas que necesité para restaurar mi casita del puerto de Mahón. Tobal trabaja en Palliser, una tienda que todos conocemos en esta isla de Menorca.
Cuando corrió la voz, como corre la pólvora, de que dos ciclistas habían muerto embestidos por un coche en la carretera, lo primero que pensé fue en mi amigo Tobal. Desde hace años, muchos años, él y su grupo de amigos practican un ciclismo casi profesional por las carreteras de esta isla. Supe enseguida que los muertos vivían en Mahón y en Alaior y supe la edad que tenían: no me hizo falta saber más. Lo siguiente fue confirmar el horror.
Este hombre que veis en la foto llorando abrazado a su colega de equipo, es Tobal. Detrás suyo el guardarrail en el que fueron a dar los cuerpos de los dos ciclistas estaba cargado de flores y camisetas. Ellos son los que podéis ver en las fotos que sus amigos colocaron en el lugar de su muerte en una mañana de duelo y homenajes.
Es la historia de nunca acabar: un coche que va más rápido de lo que debería, unos chicos que probablemente habían pasado la noche en una discoteca, unas horas tempranas en las que el sueño atrasado es traicionero y, aún por demostrar pero sospechado por todos, unos reflejos en baja forma por culpa de sustancias que se consumen para pasarlo mejor. Es un cóctel explosivo. La muerte fue como un hachazo, no hubo nada que hacer. Los cuerpos quedaron destrozados entre las zarzas y el asfalto y pasaron a sonar los teléfonos en casa de unas familias que ya nunca más volverán a ser las mismas.
Incredulidad, esperanza, certeza, abismo, desesperación, dolor insoportable. Lo de siempre, lo de demasiadas veces. No quisiera estar en la piel de estos jóvenes de 21 años, ni en la de ellos ni en la de sus familias; ese sentimiento de culpa les acompañará toda la vida, no les dejará descansar nunca en paz.
Fuimos mas de 400 ciclistas los que el Domingo pasado, cuando hacía una semana de su muerte, les rendimos un homenaje y arropamos a su familia y amigos para que no se sintieran solos con nuestra presencia y silencio. Perico Delgado quiso estar a las 8,30 de la mañana de ese domingo de agosto con todos nosotros, con la familia ciclista, como ellos la llaman, y junto a él pedaleamos hasta ese kilómetro fatídico gentes de todos los colores con el corazón encogido.
Allí, en el asfalto de muerte, Tobal, mi amigo, daba las gracias a todos, compartía su desgarro, abrazaba y lloraba.
Hoy quiero dejar constancia en este blog que muchos sabéis que ha tenido el ciclismo como protagonista en otras ocasiones más alegres, mi indignación y mi apoyo. Hay mucho que investigar aún, hay muchas responsabilidades que dilucidar, aún. Nada quedará enterrado como lo han hecho los cuerpos de Nito y José, absolutamente nada.
Fag_paquito, me pediste que escribiera sobre las Perseidas y espero hacerlo. De momento, cuando anoche pasé un largo rato mirando al cielo en otra noche de San Lorenzo, sólo logré imaginarme que allí arriba lucían ya estos dos deportistas viviendo entre las estrellas; intentaré hacerlo para ti en otro momento menos triste. M