Hasta ahí podíamos llegar
A Francisco Camps le estábamos observando con especial atención en las últimas horas. Había llegado a esos callejones sin salida que la vida te coloca delante; esos lugares donde ya no valen juegos de palabras ni excusas con tiempo de caducidad. Esos momentos en los que, como si de la eternidad se tratara, todos ven y oyen incluso los silencios.
Francisco Camps acaba de dimitir de su cargo de President de la Generalitat Valenciana porque en su partido le han dado a escoger entre “la deshonra y la renuncia”. Él ha esperado hasta el último segundo, ha necesitado el empujón del jefe y ahí está: escuchando los gritos de “inocente, inocente” de la gente que sigue creyendo que no ha hecho nada incorrecto.
Hasta aquí lo esperado, por lo menos para mí. Lo que no creía que pudiera llegar a leer ni escuchar es lo siguiente: “ofrezco mi sacrificio a España”. Hasta ahí podíamos llegar. Soy española, nací y vivo en España y no quiero su sacrificio Francisco Camps. Lo único que quiero es que deje de mentir, de ocultar, de evitar ser juzgado. Ojalá sepamos alguna vez la verdad de este caso Gürtel en el que unos admiten sus culpas y pagan multas reconociendo que han actuado mal y otros salen corriendo esperando que el tiempo veraniego haga olvidar a la gente semejante tinglado. De eso nada Francisco Camps, usted renuncie, dimita, haga caso a su jefe Rajoy pero no diga que hace un sacrifico por España porque nos insulta a muchos.