Hay gente que tiene la suerte de aprender algo desde pequeños. Hay niños que casi antes de aprender a andar ya pueden bajar las montañas. Sus padres les ponen en manos de profesores expertos en quitar miedos y enseñar a esquiar divirtiéndose. Esta foto la hice hace dos años en Baqueira-Beret. Los niños no levantaban dos palmos del suelo. Estoy segura de que ahora son expertos esquiadores y quizá alguno esté, incluso, entrenando para correr carreras.
También sé que si esos niños tienen miedo o se aburren, no aprenderán jamás a hacer ese deporte que algunas personas amamos tanto. Ocurre como con los estudios: algunas personas, demasiadas, no logran superar el rechazo a los libros y salen escupidos de las aulas. Es posible, suele ocurrir, que con el paso del tiempo se arrepientan de no haber estudiado y será entonces cuando, si la vida les da otra oportunidad, se pongan a ello. Lo que es seguro es que por mucho que los padres insistan, se desesperen, griten o chantajeen, esas personas abandonarán su aprendizaje porque nadie encontró el camino para hacerles atractivo descubrir el conocimiento.
La ganadora de Gran Hermano 12, Laura Campos, ha sido ridiculizada en estos días por no saber contestar unas preguntas de lo que se suele entender como cultura general, en La Noria, programa de televisión que presenta mi compañero Jordi González en Telecinco. Sus fallos, bastante notorios por cierto, han servido para insultar una vez más a los concursantes de este programa que nos gusta a muchas personas. Laura es una buena concursante, ha ganado porque así lo ha querido la gente que vota que ha visto en ella mucho más que sus gritos, insultos o broncas dentro de la casa. Laura es una chica de 27 años que dedicó su infancia y adolescencia a entrenar atletismo hasta que logró ser campeona. Seguramente en esos años las pistas de atletismo le resultaban mucho más atractivas que las aulas; nadie logró que fuera feliz en ambas. Pasado el tiempo ni siquiera los triunfos como deportista le fueron suficientes y prefirió ganarse la vida y de paso disfrutar de lo que no había podio hacer hasta ese momento: noche, discotecas y fiesta. No echó de menos los libros ni necesitó, para que le pagaran un sueldo, saber cuantos países hay en la península Ibérica. Llegó a ser la representante sindical de sus compañeros en la fábrica donde trabajaba. Hasta ese momento, tristemente, ni se percató de que un día echaría en falta haber estudiado.
Hoy Laura está sufriendo eso que llamamos “ser inculto”. Hoy, daría un brazo, estoy segura, por rellenar las lagunas que dejó por el camino. Hoy sabe lo que es hacer el ridículo por no poder contestar correctamente cuatro preguntas en la televisión de la que, por otra parte, acaba de salir victoriosa.
Ahí es donde quería llegar con el título de este post: acomplejarla no la ayudará en nada. Insultarla, no la llevará a estudiar ni a leer. Ese no es el camino. Como tampoco lo es, desde mi punto de vista, escribir cosas como esta que he leído en el diario El Mundo:
“El fenómeno Gran Hermano empezó como un experimento sociológico y ha terminado convirtiéndose en un circo famoso por las historias de 'edredoning', situaciones embarazosas, y conversaciones ordinarias.Los 'hermanitos' han demostrado que entre los requisitos exigidos para entrar en la casa no se encuentran ni los buenos modales, ni un graduado escolar.”
Efectivamente, entre los requisitos exigidos para entrar en GH no se encuentran ni los buenos modales ni el graduado escolar. Para entrar a este concurso hace falta ser un ser humano dispuesto a vivir con desconocidos, hacerse un hueco en el día a día, sobrellevar las dificultades de la convivencia, de las carencias, de la falta de sueño, de los miedos y los nervios. Hace falta ceder, aceptar al otro, aprender a comunicarse, a perdonar, a entender, a escuchar. Es necesario ser capaz de enfadarse y hacer las paces.
Es imprescindible ser generoso y valiente para que te observen las cámaras 24 horas al día descubriendo todos tus recovecos, flaquezas y genialidades, si las tuvieras. Es imprescindible ser capaz de aceptar la imagen que has dado dentro de la casa que, muchas veces, ni tú mismo sabías que la tenías y, desde luego, no lo sabían tus familiares y amigos. Es decir: entrar en Gran hermano es un riesgo alto que pocas personas superan.
Entrar en GH no significa que tengas que ser ni culto, ni sabio, ni bien hablado; entrar en GH te da la oportunidad de aprender de ti mismo, de tus carencias y tus miserias. A mi me parece que todo eso es importante.
Laura Campos está a tiempo de estudiar y seguro que lo hará. Lo hará si quiere, claro. Nadie tiene por qué obligarla y mucho menos acomplejarla.
La cultura es muy amplia y su grandeza está en que poseerla hace de ti un ser con más poder para manejar tu vida, para que no te utilicen contra tu voluntad pero lo que no consigue la cultura es hacer de ti, por el hecho de poseerla, un ser humano feliz; eso llega por cualquier otro camino, incluido el conocimiento.