Sam Simon es uno de esos personajes que se encuentran pocas veces en la vida. Una persona extraordinaria con un toque de locura (la justa para poder sobrevivir en este desbaratado planeta). Fue el co-creador de los Simpsons junto a Matt Groening. En 1993 decidió marcharse manteniendo aún al título de productor ejecutivo. Fue ganador de nueve Emmys, siete por Los Simpsons y dos por “The Tracy Ulman Show”. El corresponsal de CBS Daniel Schorm lo definió como un hombre del renacimiento, en esta época incierta en la que vivimos.
Pero además de su exitosa carrera en Hollywood, Simon ha sido siempre conocido por su filantropía, en especial su amor por los animales. Creó la Fundación Sam Simon encargada de rescatar perros, financiar operaciones para los que no tenían otra posibilidad de sobrevivir. Así mismo proveía de comida vegana a gente sin hogar. Apoyó a asociaciones como PETA y Save the children. También estuvo involucrado con Sea Shepperd Conservation Society (grupo encargado de proteger animales marinos de la barbarie humana). Según Al Jean, productor ejecutivo de Los Simpsons, Simon le enseñó todo sobre la profesión, la parte creativa, escribir y dibujar, hasta la parte más dura de tomar decisiones como productor, pero para Jean lo que más le enseñó Simon fue sobre la vida.
Jean se ha comprometido a ayudar a todos los animales que pueda en memoria de su mentor. “Esos animales necesitan una voz que les represente y yo voy a hacer todo lo que esté en mi mano” afirmaba.
Una vez supo que tenía cáncer de colon se dedicó a comprar circos y zoos para liberar a los animales que allí habían sufrido durante décadas y llevarles a santuarios de para que puedan vivir los años que les quedan con la dignidad que merecen. “Este es vuestro último día de sufrimiento. Es vuestro primer día de libertad” afirmaba recientemente cuando liberó a 500 chinchillas hacinadas en jaulas esperando una cruel muerte para convertirse en el abrigo de alguien insensible. Recientemente anunció que donaría 100 millones de dólares a las asociaciones en las que había creído y apoyado durante muchos años. Una persona admirable a la que sin duda se le echara de menos, no sólo por su talentoso trabajo sino por su dedicación a los que no tienen voz.