Querido Cecil,
Llevo varios días con el corazón “partío” desde que me enteré que un desalmado te arrancó la vida. Según tengo entendido eras la alegría del parque nacional de Zimbabue donde residías siendo parte de un programa de la Universidad de Oxford desde el 1999. Llevabas un collar con GPS para que pudieran saber todos tus movimientos con el objetivo de ver el gran impacto de la caza en África (el 72% de los animales contabilizados acaban en manos de cazadores). Eras en definitiva unos de los leones del continente más conocidos, todo el mundo te quería, admiraba tu nobleza, tu porte y tu elegancia. Todos menos el mal nacido que con su sucio dinero consiguió sobornar a unos guardas del parque para que con un animal muerto colocado estratégicamente en la frontera del parque con la zona de caza, te desviaras y pudieran darte caza con una flecha y dejarte moribundo durante 40 horas hasta que este hijo de puta te remató con un rifle (menudo valiente). La vileza del ser humano supera con creces al animal más cruel de la tierra, incluso tú, el león, con esa fama de feroz demuestras que tu nobleza no es equiparable a este monstruo que con sus 50.000 € ha quitado a Africa parte de su alma.
Se que le perdonas, se que ahora estés donde estés sabrás ver que lo que ha hecho este ser es probablemente motivo de su gran complejo de inferioridad y posiblemente su impotencia sexual (no hay más que remitirse a los estudios que demuestran que la caza y la impotencia sexual van mano a mano). Tu estás por encima de todo esto, tu eres el REY de Africa, la verdadera realeza está en ti, en tu elegancia, tu mirada, tu gran melena, tu andar pausado. Se que serás capaz de perdonar. Sin embargo es algo que yo aún habitando en la Tierra me cuesta hacer.
Me gustaría encontrarme con tu asesino y mirarle a los ojos y preguntarle que le motiva para arrancarle la vida a un animal tan señorial como tú, que saca con todo esto, que pretende demostrar. Seguramente me encontraré con una mirada vacía, llena de amargura, odio, resquemor, un ente sin alma. Sin embargo tú si tenías alma, no había más que mirarte a los ojos y dejarse hipnotizar por tu mirada.
A lo largo de mi vida he sido testigo de la compasión, la empatía y el sufrimiento que sienten los animales. De su respeto por la naturaleza y por el círculo de la vida. Ellos no han desestabilizado ningún ecosistema, ni han hecho desaparecer otras especies. Simplemente viven una vida sencilla sin alterar el planeta. Por ese motivo para mi Cecil, tú eres el ejemplo de bondad. Te pido perdón porque el cobarde que te mató, algo que me avergüenza tan profundamente que es difícil describir en palabras. Se barajó la posibilidad de que el cazador fuera español, una sospecha bien fundada ya que al parecer España ha importado del 2007 al 2012 más de 450 trofeos de caza sólo de Sudáfrica, el primer país europeo con diferencia. Sin embargo ahora todo apunta a que un dentista americano llamado Walter Palmer es el culpable de tal aberración.
Si, Cecil, de cosas como estas nos tenemos que jactar los humanos, de ir a escondidas como cobardes para enfrentarnos a un animal tan majestuoso como tú, muy valiente, ¿verdad?. Tú nunca te has escondido, tú siempre has estado ahí dando la cara, siendo la atracción de miles de turistas que contemplaban tu belleza. Este malnacido te la ha quitado, maldito cobarde. Como bien explica Luis Muñoz portavoz de Chelui4lions (ong para la defensa de los leones) solo un demente ha podido hacerlo. Un demente al que espero que caiga todo el peso de la justicia y si no es en esta vida porque todos sabemos que muchas veces no es justa, en otra vida se reencarne en león y pueda sentir en carnes propias la salvajada que ha cometido.
Descansa en paz Cecil.