Empieza un nuevo año. Atrás han quedado (ojalá fuera cierto) la corruptelas políticas, el paro, los desastres ecológicos, el nuevo proyecto de ley antiaborto y el asqueroso de Blesa matando a pobres animales indefensos.
Estos hechos seguirán seguramente muy a nuestro pesar formando parte del 2014 así como la rutina diaria que tan poco gusta a la mayoría. Levantarse a la misma hora, ir a trabajar (eso quien tenga la suerte de tener un trabajo en Españistán), cenar, e irse a dormir con la misma persona supone un aburrimiento de los que muchos quieren escapar.
Para los que al leer esto último se les haya levantado la ceja, Zapatero ya viene incluído de fábrica, la solución es bien sencilla. O le preguntas a la parienta si le importa que te eches una canita al aire (algo poco probable) o la convences para que vaya contigo a un club de Swingers o lo que es lo mismo en la lengua de Cervantes, un local de intercambio de parejas.
Estudios sobre esta práctica comenzaron en los años sesenta en EE.UU. Durante esta década el sexo, las drogas, el Rock and Roll y el buen rollito dio lugar a una sociedad más laxa en lo que al conservadurismo y puritanismo se refiere. A Gallardón si le hubiera tocado vivir esa época le habría dado un papardeque, o no.
Según el Instituto Kinsey el 60% de parejas que practican esta actividad reconocen que su matrimonio ha mejorado y sólo el 1.7% asegura que lo ha empeorado. El 70% dice no sentir celos mientras que un 25% admiten sentirse celosos cuando ven a su pareja con otra persona. El 5% restante se agarran el canasto de la chufas y no pueden soportarlo. El estudio afirma que el 4% de la población americana son swingers y confirma que las parejas están más relejadas porque no sienten la necesidad de tener un affaire a escondidas.
De los que previamente levantaron la ceja y se están preguntando donde pueden acudir para llevar a cabo esta actividad lúdico-festiva, la respuesta es sencilla, los Clubs de Swingers. Estos locales acomodan con la mayor discreción a su clientela tomando medidas como firmar una especie de contrato o impedir teléfonos móviles para evitar salir como Alberto Santana de MYHYV sale en las redes sociales (bueno ya le gustaría a más de uno estar como el). En cierta forma MYHYV es un trasvase televisivo del mundo del Swinger, la única diferencia es que en el programa te ve todo el mundo en vez de hacerlo en la intimidad de un club privado y se añaden los celos y las peleas para hacerlo más entretenido.
Pero a lo que vamos. Los requisitos para ir a uno de estos locales según la website mydailymoment.com son bastante sencillos eso si, la entrada suele ser alta para hacer un poco de criba para que no entren curiosos. ¿Qué se puede esperar de un lugar así? Pues que te tiren los tejos a la primera de cambio sin remilgo alguno. Suele haber zonas privadas, pista de baile con DJ y algún que otro soltero(a) al que permiten la entrada para hacerlo más interesante. Un detalle a tener en cuenta es que la mayoría no tiene licencia para vender alcohol para así evitar imagino yo al típico baboso borracho persiguiendo a la rubia de turno por todo el local.
Muy importante es aclarar bien con tu pareja hasta que límites quieres llegar a ver si una vez en el ajo la cosa se lía y se arma la gorda. Este tipo de locales tampoco se anuncian a bombo y platillo. Se recomienda ir a foros especializados para localizarlos.
Para los que habléis inglés (por favor que Ana Botella se abstenga de intentarlo), aquí tenéis una página web que echa por tierra algunos de los mitos sobre el intercambio de pareja como por ejemplo que todos los que van a esto son gordos y feos, que puede ayudar a un infiel a dejar se serlo, que la gente que lo practica intenta convencer a los demás que se apunten al carro, etc…
Así que ya sabéis, si la rutina os abruma esto puede ser la solución.