José Andrés y su nueva creación San Laurel
José Andrés puede que sea uno de los chefs más emblemáticos por su imperio culinario en EE.UU., pero además demuestra ser un ciudadano solidario con su organización sin ánimo de lucro World Central Kitchen, con la que provee comida durante desastres naturales o provocados por el ser humano como la invasión rusa en Ucrania a gente necesitada. Según el renombrado chef, su organización WCK es capaz de reaccionar en una situación extrema para alimentar a los ciudadanos. Andrés parece tener marcado a fuego la frase del libro Uvas de la Ira de John Steinbeck, donde hay una frase que dice: “Donde haya un conflicto que provoque hambruna, ahí estaré” y de momento está tomándoselo al pie de la letra. Lleva servidas hasta hoy más de 70 millones de comidas prácticamente en cada rincón del planeta.
Aunque esta tarea es de lo más loable lo que me hace escribir sobre este chef originario de Mieres es el último restaurante que ha abierto en Los Ángeles llamado San Laurel. Está situado en la zona de downtown Los Ángeles, en la décima planta del recién inaugurado hotel Conrad que está diseñado por el legendario arquitecto Frank Gehry, cuyo otro edificio Walt Disney Hall, está justo enfrente.
Siempre me ha dado un cierto reparo acudir a restaurantes “españoles” en EE.UU. Llevo viviendo en este país más de veinte años y cuando echaba de menos la comida patria y hacía amago de probar algún restaurante español, la decepción era tal que se me quitaban las ganas de volver a intentarlo. Demasiados intentos fallidos. No fue hasta que José Andrés abrió Bazaar en el hotel SLS de Los Ángeles en el 2008 donde experimenté que se me abrían las puertas del cielo. Por fin alguien sabía lo que era introducir de una manera más que digna la comida española con un toque de la influencia molecular de la que Andrés se había empapado de sus años con Ferrán Adriá.
Desafortunadamente Bazaar se cerró durante la pandemia pero tiene intención de abrirlo de nuevo en el mismo hotel que San Laurel con en nombre Bazaar Meat. Pero volviendo a lo que nos interesa, San Laurel es un verdadero placer para el paladar. Cierto es que no es asequible para todo el mundo, pero si te lo puedes permitir merece la pena. Súper recomendable la lubina y la tarta de queso Idiazábal, con una textura de natillas pero con un sabor y presentación espectaculares. El crudo de pescado muy recomendable, lo importante para mi y para cualquier persona que realmente sepa valorar la comida, se nota que los ingredientes son de primera calidad, algo clave para que el resultado sea espectacular.