Por Ruth Méndez
¿Hicimos bien rechazando ese trabajo?, ¿estudiando esto y no aquello? ,¿viviendo acá en vez de allá?, ¿dejando a ése, eligiendo a éste?... Imaginar cómo podría haber sido nuestra vida si hubiésemos tomado otras decisiones, otros caminos, es humano pero muchas veces hacerlo nos impide vivir la vida que hemos elegido. Hace un tiempo que ya no me hago preguntas así, me he aferrado a una máxima que un día me recomendó un maestro: "lo que sucede conviene"... Y soy razonablemente más feliz.
La vida de los peces es una maravillosa reflexión sobre todo esto. Dos que fueron pareja, y que pudieron seguir siéndolo, se reencuentran en una fiesta después de muchos años... Y hablan, recuerdan e imaginan cómo hubiese sido el presente juntos. Hay muchas películas que han tratado este tema con más o menos precisión: Los Puentes de Madison (con esa Meryl Streep mirando por el retrovisor a Eastwood), Dos vidas en un instante, Antes del amanecer... Hacía tiempo que no disfrutaba tanto en el cine, que no me emocionaba, ni me sorprendía así. Viendo La vida de los peces del chileno Matías Bize uno se siente un vouyer hasta que enmpieza a masticar cada diálogo y acaba convirtiéndose en uno de los protagonistas. Esta joya, que llega a nuestra cartelera con el Goya a mejor película extranjera, nos recuerda que, para bien o para mal, nosotros no tenemos memoria de pez.