¡¡¡Argoderseee!! El ya famoso alarido que se repite en la película de Ben Affleck fue, más o menos, lo que le ha vuelto a decir la Academia de Hollywood a Spilberg. Su Lincoln sólo ha cumplido una de las muchas expectativas creadas: la de Daniel Day Lewis como indiscutible mejor actor (con permiso del brutal Joaquín Phoenix). El premio a la mejor película se lo ha arrebatado Argo. Una historia trepidante, recomendable y especialmente bien dirigida aunque a Ben Affleck, incomprensiblemente, lo han dejado fuera de la carrera por el Óscar a mejor director que, al final, le ha caído en gracia (y de carambola) a Ang Lee (que ha redondeado sus ojos rasgados como los de una flamenca).
Por lo demás, pocas sorpresas y alguna que otra injusticia anunciada. Sangrante, si lo comparamos con las actuaciones tsunámicas de Naomi Watts o Emmanuelle Riva, el galardón a Jennifer Lawrence... La chica ha tropezado al subir al escenario, cosa rara teniendo en cuenta que sus poderosos padrinos, los Westein, están empeñados en allanarle el camino.
El mejor guión se lo ha llevado el genial Tarantino, tan desaliñado que parece que ya ha celebrado el premio antes de recogerlo. La mejor cinta extranjera es para un enigmático Haneke. Anne Hathaway y Christoph Waltz, los mejores secundarios...
El presentador se ha esforzado el pobre pero sus chistes, sobre tetas o el acento de los españoles hablando inglés, han sonado a hueco. Espectaculares e insultantes los números musicales en riguroso directo. El de los actores de Los Miserables o el de la estiradísima Catherine Zeta Jones... Vamos, igualitos que los de nuestros actores en los Goya (vaya cante). Y no vamos a seguir con las comparaciones que son muy feas y además me toca comentar el momentazo de la noche... La mujer de Míster President, Michelle Obama, entre aplausos y desde la Casa Blanca ha entregado el premio gordo de la ceremonia.... Vamos, igualitos que los nuestros... Lo dicho, Argoderseeeee!!!