“Me siento como Bárcenas llegando a los juzgados” Ha exclamado Goytisolo al verse embestido por tanto protocolo y una multitud de periodistas. Él que jamás ha escrito en negro, que de presunto ladrón no tiene nada (todo se lo ha ganado a pulso, sin hacerse el sueco y sin ánimo de lucro)…
Armado con un traje repetido y una corbata forzosa, ha venido dispuesto a cervantear un cervantear rato. Su discurso, a la llana y sin rodeos, haciendo honor al título. Enloquecidamente cuerdo diría yo. Alguno de los presentes en la sala, me apuesto algo, se ha llevado clavadas las caballerosas palabras de Goytisolo como lanza en astillero. Ha criticado el empeño de rentabilizar y desenterrar los huesos de Cervantes. Ha esgrimido razones para estar indignado. Se ha acordado de los emigrantes y los inmigrantes, la desigualdad, los corruptos, la crisis… Y así se ha despedido: “Digamos bien alto…¡Podemos! Los contaminados por nuestro primer escritor no nos resignamos a la injusticia”.
También ha cargado contra su gremio. Ha descrito a dos tipos de escritores. Los primeros se toman el oficio como una tarea, los segundos como una adicción. Unos viven obsesionados con la exquisita mierda de la gloria, los otros cultivando la paciencia. Los parásitos de la literatura y los incurables aprendices de escribidor… Adivinad cuál de las dos especies abunda hoy en Sant Jordi. Pues eso, Sant Goytisolos… Cada vez menos.