La hipocresía de las tallas, el tamaño importa
Por Ruth Méndez
He ido
a entrevistar a una modelo de tallas grandes porque la han rechazado en la pasarela de Milán por gorda. Pues bien, al llegar el cámara y yo nos hemos quedamos locos; a la muchacha no le sobra ni un gramo, no le asoma ni un michelín... Vamos que objetivamente es delgada. Eso sí, no da ganas de regalarle un bocata como las chicas que desfilan en Milán o Nueva York. Incluso en Pasarela Cibeles os aseguro que, nada más entrar, cualquier mortal se siente el muñeco Michelín cerca de tanto saco de huesos. No sé si por constitución o por no comer, pero la mayoría de esas maniquíes (bellísimas en esencia), sin maquillar, asustan (aunque la tele y las fotos engañen). Las piernas de muchas tienen el diámetro de brazos normales y las únicas curvas que lucen (que me perdone el famoso índice de masa corporal) son obra y gracia de la silicona. Pero lo más surrealista es que se llaman, las llamamos, modelos... ¿Os parecen un modelo de algo, un modelo de belleza?, ¿por qué las eligen los diseñadores?, ¿le llaman tallas súpergrandes a las tallas reales?, ¿hipocresía? Aplaudo iniciativas como la de Juan Duyos que este año sacó a desfilar a señoras con arrugas y aplaudo el sentido común de Carla Trujillo: 17 años, una 40 y supuesta modelo XXL...
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