Por Ruth Méndez
Estaría bien que alguien nos avisase, aunque fuese minutos antes, de que la flecha de cupido va a hacer diana en nuestro corazón, de que nos vamos a cruzar con ese desconocido del que terminaremos sabiéndolo todo. Estaría bien que alguien nos avisase, aunque fuese minutos antes, de que un puñal nos va a partir el mismo corazón, de que nos van a arrebatar a esa persona que un día se cruzó inesperadamente con nosotros y pasó de ser insignificante a imprescindible.
La delicadeza habla de esos instantes previos al enamoramiento por sorpresa o a la pérdida repentina, de la calma traicionera que se anticipa a la tempestad, de esas rutinarias décimas de segundo que suceden antes de que todo cambie.
Esta premiadísima novela, ahora hecha película, es la historia de una mujer que pierde a su marido. Sobrevive a la deriva y cuando está al borde de hundirse, un sueco con pinta de nerd bestia (François Damiens) la rescata de su naufragio a la bella.
Esta bonita lección sin moraleja sobre la esperanza y el dolor nos recuerda que uno puede morir en vida y a pesar de todo renacer. Este paseo por el alma humana y un París mágico rebosa humor, sutileza, verdad y se hace muy corto.
La adaptación cinematográfica, dirigida por el autor y su hermano (David y Stéphane Foenkinos), no traiciona a los más de un millón de lectores. Hasta la protagonista luce como te la imaginas entre líneas... La hipnotizadora Amélie (Audrey Tautou), algo más madura, y le presta la piel a Nathalie.
La película se saborea pero aún más la novela. Con el libro regalan la entrada al cine... un pack delicioso.