Llevamos 3 galas y 3 debates. Y creo que la del pasado jueves merece especial mención… La Palapa se convirtió por un día en El Arca de Noe. Pero vamos al principio.
No fue un día normal, lo primero que hicimos todos al despertarnos fue echar un vistazo, cruzando los dedos para que no lloviera… Pero no hubo suerte. Caían chuzos de punta, de esa lluvia que cala hasta los huesos. La llegada al Cayo Menor fue un show. Fue pisar la arena de la playa y comenzar a tronar. Ya se veía venir una jornada larga y nada fácil.
Como siempre cuando llegamos, Susana y Ana (las artistas que se encargan del estilismo de cada día, ya os hablaré de ellas en profundidad en la siguiente entrada) comenzaron con su trabajo después, eso sí, de intentar secarnos bien, porque aquello era imposible. Nos entraba la risa floja, nunca en mi vida he visto llover tanto en un momento.
Una vez listas, fuimos a grabar un par de cosas que teníamos pendientes y a la reunión de escaleta, para conocer las últimas horas, cómo están los supervivientes, qué cambios había en el programa con respecto al día anterior, cuáles son los movimientos de cámara y por supuesto, dónde íbamos a hacer los 3 juegos que teníamos para ese día (finalmente y como mejor opción, se hicieron en Palapa)
Siempre me fijo con mucha atención en la llegada de los concursantes. Sólo los veo a ratos, durante las galas y los juegos pero la mayoría de ellos son muy expresivos. No pueden hablar con nadie del equipo y aunque lo hagan, nadie les contesta. Son las normas. Por eso cuando me ven, dependiendo del “hola Lara“ que me dan, intuyo cómo están de fuerza y ánimo. Y pese a dormir bajo la lluvia y tras un complicado desplazamiento a la Palapa, estaban bien. Estaban con ganas y eso se contagia.
Tuvimos varios problemas durante el programa por el temporal. Los concursantes no paraban de repetirme “vaya noche nos espera…“ pero ya lo tienen asumido. No era queja, lo decían con un tono de conformismo que en este caso, es muy positivo.
A medida que pasaban las horas la palapa se fue inundando. El equipo acabó con el agua por encima de los tobillos. Salir de allí fue toda una aventura, porque estamos en pleno bosque y no sabes donde pisas. No soy miedosa, pero tengo que reconocer que da grima meter el pie en charcos de donde no sabes qué cosa o animal puede salir.
Concursantes y equipo superaron, un día más, una prueba muy complicada. Los supervivientes llegaron sin problemas a sus respectivas islas. En el equipo, no todo el mundo tuvo la misma suerte. Algunos tuvieron que quedarse a dormir en el Cayo por el temporal, pero bien cuidados, como siempre, por los compañeros de producción, que les organizaron cabañas y cena para todos.
Lección del día: “la vida no consiste en esperar a que pase la tormenta, si no en aprender a bailar bajo la lluvia“ Y vosotros, equipo, bailasteis el mejor rock & roll.