Ya sumamos siete, tres estrellas Michelin pero faltan muchas más
Los últimos años fui testigo de la tremenda decepción que le provocaba no recibir su tercera estrella. Me abrazaba a él, emocionado, para aliviar el desencanto. Quique Dacosta, el deslumbrante cocinero valenciano, llevaba años mereciendo el honor de figurar en la élite gastronómica mundial. Por fin lo ha conseguido y me alegro mucho por él. Fulgurante es la carrera de nuestro nuevo tres estrellas, el jovencísimo Eneko Atxa que pone a su restaurante “Azurmendi” también en el mapa mundial. Ha sido la sorpresa de la noche en el acto de presentación de la Guía Michelín 2013 celebrada en el Hotel Ritz de Madrid. Se queda, desgraciadamente, nuevamente a las puertas de la gloria Andoni Aduriz y su “Mugaritz” y para mi la gran decepción de la noche: que no se haya otorgado la tercera estrella al restaurante madrileño Santceloni. Por dos razones, porque Madrid se merece ya tener un tres estrellas (se podría haber concedido ese honor al chef probablemente más imaginativo que hay ahora mismo en España que es David Muñoz) y porque se hubiera desagraviado al grandísimo y añorado Santi Santamaria, que en el año de su muerte la Guia Michelín, con indudable falta de sensibilidad, rebajó la máxima categoría a su célebre “Racó de Can Fabes”.
Adquieren la categoría de dos estrellas dos restaurantes de Barcelona, “Moments” y “Enoteca”. Atención a este último, donde ejerce un gran cocinero, Paco Pérez que ya sumaba dos estrellas en su maravilloso restaurante “Miramar” de LLançá, en Girona. Alguien me sorprendió brindando con él por las cuatro estrellas que ya acumula.
Cataluña es de largo la más beneficiada en este edición de la Guia Michelín 2013. Suma ocho nuevas estrellas. A “Enoteca” y “Moments” se unen “Les Magnolies” (Girona),“Els Brancs” (Roses-Girona), “Dos palillos”, “Nectari” y “Koy Shunka” (Barcelona) y “LLuerna” (Santa Coloma de Gramanet). Suman una estrella también “Mina” (Bilbao), el “Ars Natura” del gran Manolo de la Osa en Cuenca, dos restaurantes de Gijón “Alejandro G. Urrutia” y “El Puerto”, “Culler de Pau” (O’Grove), “Kabuki” (Guía de Isora-Sta. Cruz de Tenerife), “José Carlos Garcia” (Málaga), , “Chirón”, en Valdemoro, la única estrella que la Guía da a Madrid, “Ricard Camarena” en Valencia y “La Prensa” (Zaragoza). Pierden la estrella lógicamente los restaurantes a los que la crisis se ha llevado por delante. Como es el caso de los valencianos “Arrop” que el chef Ricard Camarena cerró para iniciar otros proyectos, un restaurante que nunca olvidaré “Ca’Sento”, y “Torrijos”. La pierden también “Evo”, aquel restaurante en la última planta del Hotel Hesperia de Hospitalet de Llobregat, cerrado como tal, y que con tanta ilusión abrió el mítico Santi Santamaria, “Tristán” en Mallorca, “Alejandro” en Roquetas de Mar, “Santo” en Sevilla y “Los Avellanos” en Torrelavega.
En definitiva, la enorme expectación a mi juicio, se ha visto en parte y a mi juicio, un tanto defraudada. La sensación es que todos esperábamos más. Que en esta edición se quitaran esa etiqueta de “cicateros” que tienen. No ha sido del todo así. Pero Michelín es mucho Michelín y por mucho que se la cuestione, jamás pierde un ápice del enorme prestigio ganado durante más de un siglo. El multitudinario acto de esta noche y la numerosa presencia de medios de comunicación así lo atesora