Sanas, seguras y sabrosas
No puedo estar más de acuerdo con el slogan elegido por los agricultores bajo el que hoy han realizado en Madrid un acto de desagravio de nuestras frutas y hortalizas. He querido apoyarles porque estoy totalmente de acuerdo con ellos y entiendo que es justísimo su cabreo y sus reivindicaciones. No es, sino un agravio más. Ellos suelen ser los más perjudicados en la cadena de distribución. Son los que velan por el producto, los que hacen que tenga cotas de calidad insuperables y los que menos se benefician de ello. Las ganancias suelen ser para el intrincado mundo del intermediario, como en tantos otros supuestos, el menos indicado para ello. Ahora tienen que hacer oír su voz, porque a los de ya de por sí duros momentos que todos vivimos, sufren un nuevo varapalo tras una acusación infundada desde un principio y a todas luces falsa. La sombra de sospecha se ha extendido sobre el sector, no tanto aquí, donde ha habido una reacción de orgullo patrio ante el ataque de Alemania, sino fuera de España donde nos va a costar mucho tiempo recuperar el merecido prestigio que nuestros productos se han ganado.
Me solidarizó con su petición de unas justas ayudas por parte de la Unión Europea y no por la limosna que promete Bruselas, que no cubrirá la inmensa campaña de desprestigio que han levantado contra nosotros. Nunca dude de que nuestros inmaculados pepinos, al igual que los extraordinarios tomates, pimientos o naranjas de nuestras huertas, por poner solo uno ejemplo, estaban libres de cualquier sospecha. Sé de los controles que se aplican y del celo con la que nuestras administraciones velan por la seguridad de los consumidores. Siempre puede haber desalmados, pero los casos de intoxicación alimentaria en España, son una auténtica excepción. En otras cosas puede que no, pero aquí la administración funciona. Otra cuestión es que no hayamos reaccionado a tiempo, para que la alarma se hubiera minimizado. Pero ese es otro debate. Desde aquí, desde mi blog, solo puede solidarizarme con el campo español y reiterar mi devoción por unas frutas y unas hortalizas, las españolas, alabadas y reclamadas por consumidores y cocineros del mundo entero.