La surtida y multicolor barra de “La Ponderosa” (c/ San Francisco, 20) es de lo mejorcito que me he encontrado en mis periplos gastronómicos por este inagotable país que tenemos. Como veis, no os detallo el teléfono, porque no es necesario reservar. No hay mesas. Estamos ante una barra en el sentido literal del término. Un lugar donde el “tapeo” es un arte. Por el producto que dan y la amabilidad y profesionalidad del servicio que prestan dos auténticos fenómenos a los que debo algunos de mis mejores momentos gastronómicos, Rafael y Angel Millán.
Rafa y Angel llevan más de treinta años de oficio y son una institución. Cultivan sus propios productos que sirven en su espléndida barra. Pero no se quedan ahí. Allá por los ochenta montaron una empresa de conservas artesanas. Perdices estofadas o escabechadas, codornices, lomos y costillas de orza en adobo o el clásico morteruelo, con la marca “La Ponderosa”, podéis encontrarlas en cualquier tienda “gourmet” de España. No llevan ningún tipo de conservante ni colorante y están hechas según la tradición familiar.
Con un buen vino de la tierra de Cuenca, el Fontal que elabora Jesús Cantarero en Tarancón, abrí boca con unos entrantes sensacionales, un tomate raf, el fabuloso tomate almeriense, con ventresca de bonito del norte en escabeche. Continué con unos deliciosos trigueros, unos “boletus” y unos huevos de corral de sus propias gallinas.
Podía haberme decantado por la orza o las perdices, pero las chuletas de cabrito terminaron por seducirme. Y claro, cualquiera se resiste al morteruelo, otro de los platos típicos de La Mancha. Pan rallado, carnes de todo tipo y ajo picado con un toque de pimentón y frito en un buen aceite, tan sencillo como complicado de hacer, tal y como lo elaboran en “La Ponderosa”.
Me gusta ir a Cuenca cada Semana Santa y contagiarme de ese olor a incienso y de ese color purísima de túnicas de un inmaculado violeta. Aprovecho siempre para ver el muy prestigioso Festival Religioso de Cuenca. Es curioso lo de este certamen. Lleva cuarenta años asombrando a todo el mundo que gusta de la música sacra y aquí en España, apenas nadie lo conoce. Cosas de esta España singular y anacrónica en muchas ocasiones. Apenas los medios nos ocupamos de un festival que goza de espléndidas criticas por multitud de medios internacionales. En la preciosa Iglesia de San Miguel, colgada sobre las hoces de Júcar. Escuché deleitado a “Les Talents Lyriques”, un conjunto de de música instrumental y vocal, especializado en el repertorio religioso del siglo XVIII. En esta ocasión interpretaron piezas del compositor francés Marc-Antoine Charpentiere.
Al salir del concierto ya se estaban preparando los pasos que ya los nazarenos habían sacado de las iglesias.
De inmediato se hizo el silencio. Atardecía en Cuenca, en la bellísima Cuenca. El día no pudo salir mejor…..