Soy de los que piensa que estar en el sitio adecuado y en el momento oportuno, en ocasiones, te puede hacer sentir un auténtico privilegiado. Esta es la sensación que tuve al asistir a una de las más genuinas exaltaciones de la primavera. Hablo del extremeño Valle del Jerte que estos días, con retraso, nos ofrece un formidable espectáculo natural con la blanca y luminosa floración de sus cerezos. Tras recorrer la Sierra de Gredos, que rezuma agua por todos lados, un buen punto de partido para adentrarte en este majestuoso valle es el Puerto de Tornavacas, en el límite de las provincias de Ávila y Cáceres. La vista desde su mirador sobrecoge y te invita a sumergirte en un escenario casi irreal.
Lo que te espera al descender y empezar a recorrer el Valle del Jerte es puro asombro. Luminosas laderas donde cuelgan, conscientes de su suprema belleza, miles de cerezos estallando en una delicada y artística flor de un blanco inmaculado, impoluto, sencillamente perfecto. Para que seguir hablando. Lo mejor es que lo veáis vosotros mismos.
A esta verdadera sinfonía natural, se une este año, tras las abundantes lluvias del otoño, aguas por doquier. No hay garganta de las muchas que pueblan este espectacular Valle del Jerte, por el que no circule el agua a borbotones. Aguas cristalinas de las sierras circundantes. Esta foto es del río Jerte y esta tomada a la entrada de la Reserva natural de la “Garganta de los infiernos”.
El río Jerte es la espina dorsal del valle. En torno a él se agrupan los pueblos más interesantes: Jerte, que toma el nombre del río y Cabezuela del Valle, donde se ubica el Museo de la Cereza. Particularmente, eché de menos una arquitectura más autóctona, pero si te detienes a pasear por sus cascos antiguos encuentras rincones bellísimos y casas con las balconadas de madera típicas de esta zona, que merece la pena ver.
Si empieza a estar muy desarrollado y con gusto y respeto por la tradición un turismo rural de lo más recomendable y un sinfín de propuestas gastronomitas. Os recomiendo una estupenda guía que me ha sido muy útil. La podéis visitar en www.guiavivirextremadura.com . Estamos ante una zona con personalidad propia en lo culinario donde reina el célebre pimentón de la Vera que tanto sabor da a los guisos. Me decanté y os lo recomiendo por el restaurante de un albergue rural llamado “Alberjerte”. Esta en un pueblo llamado El Torno en lo alto de la montaña, mucho más tranquilo en estos días en los que miles de personas visitan el valle que los municipios que abrazan la carretera principal que recorre esta zona. ( c/ Plaza Mayor, 1 10617 El Torno. Valle del Jerte. Cáceres. 619-800072-927175221. www.alberjerte.com). Tomé unas increíbles migas de pan candeal, con pimentón por supuesto, pimiento y chorizo.
Lo mejor estaba por llegar, la caldereta de chivarra. La chivarra es la cría hembra de la cabra. La caldereta es un estofado, pues, de cabra aderezada por el excelso pimentón de la zona.
De postre no podéis dejar de probar los quesos frescos, también de cabra, de toda esta zona, también de los pueblos abulenses de Gredos. En Alberjerte me ofrecieron y acepté gustoso un queso fresco con membrillo, miel y nueces. Sensacional.
Entre espectaculares aguardientes de cerezas, también hechos artesanalmente en el valle, me dediqué a olvidarme del tiempo y a celebrar, por fin, que la primavera ha llegado. No podía, desde luego estar en un lugar más apropiado para hacerlo.