Que síntoma de vitalidad es tener ganas de aprender cada día y que satisfacción te dan esas jornadas en las que atesoras nuevos conocimientos. Me pasó en la visita que he realizado a las Bodegas Valduero, ubicadas en el municipio burgalés de Gumiel del Mercado. Pocas veces encuentra uno tanta amabilidad como la que suelen dispensar los bodegueros. Es el caso de la familia Garcia Viadero. Propietarios desde 1.984 de una de las más antiguas bodegas de la zona y auténticos precursores del “boom” que han vivido, en las últimas décadas, los vinos de la Ribera del Duero. Enamorados de la tinta fina-la tempranillo- son capaces de sacar un enorme partido a esta uva autóctona.
Las fotos que acabáis de ver están tomadas esta misma semana. Podéis comprobar que de las cepas cuelgan todavía las uvas. Y es que hacía casi treinta años que no se retrasaba tanto la vendimia. Me cuentan que la primavera fría y lluviosa que hemos tenido ha retrasado la necesaria maduración de la uva. Como veis a continuación la llamada tolva de recepción donde se depositan los racimos recién vendimiados o las cubas de aluminio donde se hace la primera fermentación están impolutas, a la espera del gran momento.
La bodega esta en fase de expansión. Este verano cuando horadaban un monte se encontraron una red de túneles de dos kilómetros. En su interior aparecieron baúles, ropajes, documentos y viejos trabucos. Tras la investigación realizada por un grupo de arqueólogos del Museo provincial de Burgos se determinó que pertenecieron al mítico Cura Merino. Estamos ante una auténtica leyenda de la guerra de la independencia. Natural de Lerma, donde esta enterrado, el belicoso Cura Merino logró aglutinar un ejército de más de cuatro mil hombres que acosaron a los franceses sin descanso en la principal ruta comercial y de acceso desde Francia a Madrid, que como ahora, discurría en torno a la Nacional 1. El lugar donde nuestros amigos bodegueros pretenden guardar sus barricas con reservas y grandes reservas, fue el cuartel general de uno de los curas más guerreros de nuestra historia. Satisfecha la curiosidad, tocaba saciar el apetito. El día era espléndido, así que se decidió que almorzáramos entre los viñedos, en pleno campo.
El aperitivo no pudo estar mejor elegido. Un magnifico chorizo a la brasa y la imprescindible morcilla de arroz, típica de Burgos
Los vinos, claro, de Valduero. Probé el “9 Sobresaliente”, un blanco de baja graduación y bajo contenido en azucar. También el Valduero del 2.005, un Valduero 2001 Reserva 6 años y el “Arbucala” que elaboran en la D.O Toro, pero el que mejor recuerdo me dejó fue el “UnoCepa”, un vino tremendamente interesante, con muy buena acidez, largo en boca y con un toque afrutado que lo hace, sencillamente delicioso.
El plato principal, no podía ser otro, un excelente cordero asado, al que por cierto acompañan maravillosamente bien los tintos de la Ribera del Duero.
Con nueces de postre y un digestivo orujo blanco casero, atardeciendo y viendo como amarillean las viñas y conversando… acabó un día en el que descubrí la guarida del Cura Merino, y todo gracias al vino y a sus gentes...