¿Cómo sobrevivir al asfalto? A esos días donde el gris inunda tu paleta de colores y el nubarrón de pensamientos negativos no desaparece de tu cabeza.
Hace unos años, en mi loca década de los veinte, aquejada por un “día cabrón”, decidí acudir a una conferencia -gratuita- llamada “El poder senador de la naturaleza”
No sin sentirme como un pulpo en un garaje y con el entrecejo tan fruncido como mi cabeza llena de prejuicios, busqué un asiento al final de todo de la sala por si, de repente debía hacer un mutis por el foro y dejar esa experiencia en el cajón de -No compartir jamás- Una mujer de edad media, de aspecto frágil, voz calmada y sonrisa dulce, comenzó a hablar. Yo reconozco que atendía a medias, pero me noqueó un frase que la mujer soltó sin tembleque: - “¡Abraza a los árboles!“ - Para calmar el estado de ansiedad, rabia, bajón, bloqueo/noqueo… que podríamos resumir en un simple #nomeaguantoniunsegundomas… La solución es ¡ABRAZAR a los árboles! Confieso que me sonrojé por los esfuerzos de tragarme la risa, de meterla para dentro y que nadie se diera cuenta de mis pensamientos: -¿Abrazar árboles y esperar a que te hablen? ¡Ja! Y… ¿qué es Mejor los robles o los castaños? - Mi cabeza se convirtió en una turbina rebosante de cinismo y burla al respecto de aquella afirmación tan extraterrestre, pero que los presentes la aceptaban como si se hablara de que para relajarse… ¡Tómese una tila!
Aguanté toda la charla y de aquello no recuerdo apenas más palabras que ¡Abraza a los árboles! Reconozco que tardé años en probar la aventura y, aunque no llegué a sentir nada, tampoco me sentí ridícula por el intento. Fue otro día de #Nomeaguantoniunsegundomas… No podía estar en casa y decidí que el perro me sacara a pasear. Terminamos en el Retiro y eché a dar vueltas y vueltas y vueltas sin querer ni poder orientarme. En ese paseo, sentí que mi humor iba progresivamente cambiando, que mi cabeza cesaba de martillearme y que una calma se comía el gris y volvía a colocar la paleta de colores en orden.
Me dio tal subidón que recordé lo de abrazar árboles y, buscando un lugar sin demasiada gente, probé la gesta. No me importó no sentir nada, porque había descubierto una manera de sobrevivir al asfalto; a mí misma y mis días en los que ni me aguanto ni me aguantan y, a riesgo de dinamitar mi vida… necesito urgentemente la calma.
¡LA NATURALEZA!
Combatir contra un@ mism@ es de las cosas más difíciles a las que te enfrentas. No lo dudes ni un segundo… si tienes el día #Nomeaguantoniunsegundomas camina, fúndete en la naturaleza. Siente como poco a poco los pensamientos desaparecen y vuelves a ser la que eras. Y no te olvides de ¡Abrazar árboles! Quizás tu tengas más suerte que yo y … ¿Te hablen?