A la hora de la siesta española, nos pusimos en marcha. Estaba muy nerviosa. El piloto del helicóptero debió notarlo y, en vez de mandarme con el resto de los pasajeros, me dijo: siéntate a mi lado, vas a llevarlo. Me reí. Empezó a explicarme el encendido, el funcionamiento de los dos motores, las aspas...
Con la instrucción, me olvidé del directo y pensé en el blog y en contaros lo que estaba pasando.
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Lo cierto es que el piloto nunca llegó a dejar el helicóptero en mis manos del todo, evidentemente, pero me dejó sujetar los mandos en mi posición. Fue increíble. Sentirlo. Volar. Mirando en la línea de nuestro horizonte, veíamos Cayo Paloma. Volábamos hacia Supervivientes 2011.