Una etapa ha llegado a su fin. No sin lágrimas. No sin una angustiante vuelta a casa, teñida por nuevos ataques de Rusia a Ucrania, esta vez sobre Lviv, la ciudad que acabo de dejar atrás. Las últimas horas de esta cobertura han sido pura nostalgia y abrazos con mis compañeros que se han quedado tristes, pero me prometieron un reencuentro pronto. No puedo esperar a verlos de nuevo.
Lo que más me conmovió fue un regalo que me hizo Stefan, quien fue el camarógrafo de todos mis reportes diarios. Sin su compañía y su trabajo maravilloso nada de esto hubiera sido posible. Me regaló un llavero con dos palomas de la paz: una azul y una amarilla, como la bandera de Ucrania. Me ha dicho que cuando nos reencontremos, en España, asegura, le devolveré una de las palomas. Será el ícono de nuestra amistad.