Noemí: viviendo el concurso de los otros
Cuando comienzo los daguerrotipos de los finalistas está cerca el final. Cada vez explico que el daguerrotipo es un procedimiento fotográfico en el cual la imagen se forma sobre una superficie de plata pulida como un espejo. En realidad hago un homenaje a una columna mítica de Manuel Vicent en El País. Noemí es quien abre esta serie de retratos a través de visión absolutamente subjetiva y personal. Pero antes de ir con este daguerrotipo me detendré en alguna cosa del día de ayer.
La habitual nostalgia de lo vivido en común por el grupo está siendo sustituida en este caso por la conversación en torno a un único tema. De forma insistente y obsesiva, el grupo se está dejando arrastrar por Adara y casi no se habla de otra cosa que de su no elección, los problemas con su pareja y las visitas del jueves pasado. Hugo y Gianmarco están más presentes en la casa que algunas de las finalistas. No sé si Mila, Alba y Noemí son extraordinarias personas o es que no se están dando cuenta de que su otra compañera, rival ante la inminente final, les está comiendo la tostada, acaparando todo el protagonismo por el procedimiento de la gota malaya. Es decir, acudiendo constantemente y de forma recurrente a su monotema.
No sabría decir si es inteligente o no lo que está haciendo Adara. Es verdad que esto que cuento le otorga un protagonismo muy superior al del resto de finalistas, pero también supone un mayor desgaste de su imagen en un momento en el que igual conviene mantener un perfil bajo y poco polémico. Ahora igual es menos arriesgado empezar a vivir de las rentas, confiando en el buen recuerdo que la audiencia tenga por lo sucedido en estos meses. Toca llevarse bien, como pasa casi siempre, y recordar lo bueno y lo malo para todas. Lo han hecho gracias a la propuesta de Mila, pero el resto del tiempo lo reparten entre comer churros (o croquetas) y hablar de la elección que Adara tiene pendiente.
Noemí es la más amable con Adara, poniéndose siempre de su lado. Alba hace con gusto de asesora del amor, con opiniones y planteamientos de auténtica experta en la materia. Y Mila aporta la visión más crítica, llegando a resultar cáustica en muchas ocasiones. Es la única que se permite cosas como reaccionar ante una de las muchísimas ocasiones en que Adara habla de “mi chico” preguntando “¿cuál de ellos?”. Confieso que simpatizo más con la postura de Mila que con la de las demás. Y, por supuesto, me sobran la mayoría de las valoraciones sobre el tema hechas desde el desconocimiento e influidas por la parcialidad que da conocer solo la versión de una parte.
Todas hablando con Adara de lo suyo, pero luego ella participa poco de lo de ellas y cuando se arrancan a bailar en el jardín prefiere estar sentada. Voy a llamar ‘rotondear’ a lo que hace Adara en esas conversaciones sobre lo suyo. Ayer ‘rotondeó’ de manera exagerada, llegando al paroxismo del ‘rotondeo’. Adara ha encontrado su cisne negro, esa situación impredecible que no se toma en consideración cuando se piensa en lo que puede suceder. Dice Nassim Nicholas Taleb en ‘El cisne negro (el impacto de lo altamente probable)’: “Tenemos una imagen del mundo basada en las experiencias, en lo que nos sucedió en el pasado, y durante nuestra vida sólo hemos visto cisnes blancos; por tanto, hay muchas razones para pensar que si nunca se ha visto un cisne negro es que no existen, son algo inconcebible”.
No era previsible que tras lo sucedido el jueves diera Adara la sorpresa de volver a darle la vuelta a la situación. Sin embargo, anoche volvía a tirar por tierra a su pareja hablando de Gianmarco con arrobamiento de enamorada. Dice que los “te quiero” de Hugo Sierra ya no le resultaban creíbles y vuelve otra vez a hablar de su vida sexual, una de las cosas íntimas que a este había molestado verla contar en la casa. Ahora no hay excusa de que lo está contando a un amigo (Joao) pensando que no se va a ver. Lo ha hablado abiertamente en el dormitorio, y ante sus tres compañeras.
En esas condiciones explica ahora que Hugo la dejó de desear incluso antes de quedarse embarazada, que eso le hizo verse fea, perder la autoestima y obsesionarse con su imagen. “Entonces llegó Gianmarco y me miraba como si fuera su regalo”, dice Adara. Ya he explicado mi interpretación sobre lo del regalo. En todo caso, entiendo todo lo que dice, pero me distancia de ella que mienta. Anoche aseguraba que su familia no sabía nada de esto y a ella le ha preocupado que se hayan tenido que enterar así. Sin embargo, llegó a contar a Joao que de este asunto habló incluso con su padre.
No me explico por qué miente Adara. ¿Qué necesidad tiene de hacerlo? Por qué explica que en su curva de la vida dijo que Hugo le daba todo lo que ella necesitaba y escribió en el blog que quería tener otro hijo suyo porque todavía no había empezado a sentir algo por Gianmarco. Decía que fue entonces cuando empezó a pensar en los problemas con su pareja, cosas de las que no se había dado cuenta entonces. Lo cual no cuadra en absoluto con lo que dice ahora. Que se puso a dieta y empezó a hacer mucho deporte para intentar que Hugo volviera a desearla. ¿Cuándo dice Adara la verdad?
Daguerrotipo de Noemí
Noemí empezó siendo espectadora de lo que otros hacían dentro de esa casa y ha terminado exactamente igual tres meses más tarde. Es del tipo de concursante que vive la vida de los otros, sin generar ninguna trama más allá de las ayudas que siempre da el programa aunque parezca que no lo son. En la curva de la vida todos ganan y cuando Noemí se enfada negándose a meterse en la caja que simbolizaba la elección de audiencia como el mayor mueble de esta edición no se daba cuenta de que estaba siendo una oportunidad perfecta para sacudirse esa imagen y dejar de ser casi invisible. No valió de mucho todo esto en su caso, a pesar de lo cual estamos viendo ahora la mejor Noemí: comprensiva, sensata, cariñosa y con gran sentido del humor.
Me pareció muy significativa su respuesta cuando Mila preguntaba a todas por su mejor y su peor momento durante este encierro. Noemí eligió como el peor la fiesta de la uva, pocos días después de empezar. Y como mejor la noche que El Cejas retransmitía lo que estaba pasando en el otro dormitorio. Es decir, dos momentos en los que otros eran los protagonistas mientras ella adoptaba el pasivo papel de mera espectadora. Su inmadurez la hizo pasarlo mal mientras Hugo, Dinio y Adara se divertían tirándose uvas, revolcándose encima de ellas y manchando la ropa con su zumo. Algo tan inofensivo le provocó casi un ataque de ansiedad, aunque he de decir que estoy bastante harto de que se hable con tanta facilidad de algo que ha de diagnosticar un especialista. En todo caso, lo pasó fatal.
A pesar de su experiencia televisiva, Noemí no ha salido de debajo del ala de su madre hasta entrar en la casa de Guadalix. Ella misma ha contado cosas tan sorprendentes como que nunca había cogido sola un autobús, lo cual la convierte en muchos aspectos en lo más parecido a una analfabeta funcional, aunque haya demostrado que es una mujer inteligente y muy despierta. Pero incapaz de afrontar una vida en solitario por no valerse por sí misma en aspectos de capital importancia. Sabiendo que nunca ha estado de fiesta se explica un poco mejor que le impresionara tanto la de las uvas, donde sus protagonistas llevaron la celebración muy al extremo. Por mi forma de ser habría optado por quedarme mirando, igual que hizo Noemí. Pero en mi caso lo habría hecho divertido, disfrutando de lo que veía, no presa del pánico y terminando en el ‘confe’ llorando a lágrima viva.
Tengo dicho que la noche de la fiesta de la uva sirvió para desenmascarar a casi todos, lo cual no dejaré de agradecer nunca a sus tres artífices, especialmente a Hugo Castejón. Noemí sollozando y acusándoles de agresión no se hacía entender. Se mostró dolidad porque supuestamente la habían dado en la espalda con una uva. Por suerte, las imágenes eran bien claras y demostraban que eso no era cierto. Una cosa es no estar acostumbrada a las fiestas algo extremas y otra alterar la realidad a su antojo. Ni siquiera creo que lo hiciera con mala intención, igual que pasó con el episodio del armario. En este caso lo peor fue que acusase a Hugo de llamarla ladrona por pertenecer a su etnia. Aunque bien mirado no fue tanto culpa suya como de Alba, que fue realmente quien relacionó ambas cosas de manera un tanto torpe.
Noemí podría haber aprovechado esta experiencia para dejar de depender de otros. En lugar de eso, creo que ha sustituido la protección familiar por la de sus compañeros de concurso. Ni siquiera se ha abierto a conocer a todos ellos. Apuesto a que no sabe nada de Dinio, con quien apenas cruzó palabra. Lo mismo podría decir de muchos otros concursantes, incluso de alguien con quien siempre tuvo mutuo apoyo por ciertos lazos familiares, o de amistades entre ambos, como es Antonio David. Su nueva familia ha estado formada temporalmente por algunos concursantes. El Cejas, Irene y Alba, entre otros, han logrado que Noemí se sintiera tan protegida como en casa.
Lo que ha hecho Noemí ha sido salir del entorno familiar para formarse otra familia alternativa y participar en un concurso para observar las tramas generadas por otros igual que si lo estuviera viendo desde su casa. Ambas cosas hacen esta experiencia mucho menos rica de que pudiera ser. Ni siquiera es mejor ser espectador desde dentro, sino todo lo contrario. Prueba de ello es que no se enteró de que Adara había tonteado con Gianmarco hasta que se lo contó la protagonista. Como pasa siempre, habrá de volver a su casa verdadera para repasar lo sucedido en estos tres meses y enterarse de muchas cosas que hasta ahora ignora. Nadie le quitará, no obstante, haber participado de las pruebas y haber conocido un grupo de gente nueva, pero esto también se puede hacer en unos campamentos de verano.
La dependencia de Noemí respecto a algunos compañeros o su incapacidad de asumir como normal que otros se diviertan a su manera no ha sido lo que la ha apartado de tener opción al triunfo. Tampoco que haya habido bastante consenso en calificarla como mueble, lo cual no hay forma de negar. Con rivales como aquellas con quienes ha llegado a ser finalista hubiera sido suficiente todo esto para no tener opción. Es innegable que Alba, Mila y Adara han sido más importantes que ella en este concurso. Les debemos más y nos han provocado muchas más sensaciones que Noemí. Pero ni siquiera con flojos rivales hubiera podido ganar después de ver algunas cosas de ella.
Me estoy refiriendo principalmente al vinagre en el zumo de naranja y la sal en el café. No se entiende que alguien tan aparentemente frágil no tenga reparo en hacer algo así. Siguiendo su propia tesis respecto a las bromas, si se hacen a un amigo lo son, pero con quien no lo es se pueden considerar putadas. De manera que hizo unas putaditas a un enemigo. Esa es la peor Noemí de las vistas, muy distinta a la chica sensata y adorable que veo en esta recta final. Anoche decía que estaba dudando entre ser periodista o actriz. Decida lo que decida estoy seguro de que lo hará bien. Aunque para ello deberá volar sola de una vez, sin la protección de familiares o amigos. Se me antoja que lograrlo será para ella más importante que ganar Gran Hermano.
Moleskine del gato
En GH 17 defendí a Adara hasta el punto de publicar daguerrotipo sobre ella aunque hubiera sido expulsada días antes, a las puertas de la carrera final. También estuvo entre mis favoritos de GH VIP 7 durante 50 días, aproximadamente. Ni en aquella edición ni en esa primera mitad de la actual recibí una sola mención en Twitter, ni un mensaje por ninguna otra vía de su cuenta oficial mientras estaba en la casa o de ella misma al salir. No es algo que haya reclamado nunca ni lo necesito en absoluto. Solamente cuento esto para llamar la atención sobre esta mención de hoy mismo a mi cuenta personal de Twitter:
Curiosamente ahora sí se dirigen a mí. Por cierto, pueden ver mis blogs publicados a diario durante 19 años sin necesidad alguna de hablar de Adara.
Esta noche no hay Límite sino una Última hora con Lara Álvarez. El Límite será mañana, con Sobera y alguna sorpresa.