Victoria de Rafa por un porcentaje arrollador
Un 76,1 % de los votos de la audiencia fueron para Rafa en el gran duelo final con Marta, a la que solo fueron 2 de cada 10 votos. En los realities de desconocidos que se hacen en la casa de Guadalix de la Sierra y desde que el ganador se dirime en un duelo entre dos concursantes, Rafa es quien se ha hecho con el triunfo teniendo un porcentaje más holgado. Pero, sobre todo, ha sido uno de los concursantes más auténticos que recuerdo en un reality. La distancia entre con el resto era estratosférica. Entre esto y que no se dieran los porcentajes ciegos estaba convencido de quien sería el ganador y que lo haría con un porcentaje importante. En realidad, ha sido arrollador.
Adrián salió de la casa el primero al ser el menos votado. Llevaba un traje clásico azul con corbata negra y un pañuelo naranja en la solapa que no pegaba con nada. Aunque hubiera pegado, el pañuelo es una cosa demasiado antigua para alguien tan joven. Marta llevaba un elegante vestido rojo hasta los pies, también demasiado clasicote. Rafa, sin embargo, despojado de su habitual pijama, mantenía su medido desaliño y cuidada desatención con chaqueta negra, la camisa por fuera del pantalón, también negro, y sin corbata. Los tres eligieron servicio de peluquería, por lo que Marta no llevaba sus reconocibles moñetes y a Rafa le habían recortado los rizos de la cabellera y la barba. Les daría un aprobado en estilismo a los tres.
No pudimos ver el trabajo de peluquería porque poco después de hacer las maletas la emisión del directo se cortó para siempre en esta edición. Debían ser las seis de la tarde cuando se produjo ese apagón de horas, no recuperado hasta poco después de la diez de la noche. Por delante quedaban casi cuatro horas de espera para escuchar el nombre del ganador. A pesar de mis convicciones, hasta que no lo dijo Carlos Sobera estuve en tensión. Conocimos los porcentajes un minuto antes de saber quién era el ganador. Previamente a eso tuve tiempo de hacer todo tipo de conjeturas y especulaciones. Una de ellas fue si no sería una pista de lo que iba a suceder la altura de los taburetes en los que se sentaron los tres finalistas que llegaron hasta el último día. Rafa estaba exageradamente alto y Adrián parecía uno de sus alumnos de primaria. Entremedias, a una altura normal, estaba el taburete de Marta.
Rafa no defraudó en la gran final. Mantuvo su discurso habitual y no se privó de cantarle las verdades del barquero a Alatzne o decir que esa situación límite a la que llegó, entre otros, Adrián “pegando patadas a cosas y poniéndose en la actitud agresiva que se pusieron fue por culpa de ellos y no de Nissy”. Antes de eso, Adrián había acusado a Nissy de ser responsable de que varios concursantes tuvieran que pedir hablar con los psicólogos del programa. Según contaron entonces, llegaron a amenazar con abandonar el programa si no salía expulsada Nissy. Es maravilloso eso de echar las culpas a los demás de lo que uno hace.
Alatzne fue la única que no se acercó a saludar a Rafa cuando entró al plató junto a Marta. Mintió al decir que no le había dado tiempo. Las imágenes mostraron que se volvió a su sitio sin acercarse antes de que todos los demás compañeros terminasen de saludarle. Luego declinó el ofrecimiento de acercarse que le hizo Sobera. “No me apetece saludarlo”, dijo Alatzne. A ver, una cosita. O no le había dado tiempo o no le apetecía. Una de las dos cosas dichas en un minuto era mentira. Misma tónica que siguió la exconcursante en la casa, como quedó bien claro ayer. Me gustó especialmente Rafa en su intercambio de pareceres con Alatzne, a quien dejó desarmada y sin argumentos. En verdad, ya debería estarlo al haber empezado la noche faltando a la verdad.
De todas formas, la presión del plató sobre Rafa me pareció minúscula. Curiosamente, fue Cora una de las menos amables. Y eso que el martes reconoció que de no ganar Adrián prefería que lo hiciera quien finalmente se hizo con el triunfo. Tenía a su favor a la mayoría de excompañeros. Entre los que estaban en los sofás coreaban “Rafa ganador” Carmen, Álvaro, Nissy y Laila. Creo que Carlos no lo hizo por miedo, en cuyo caso habría dado un paso atrás en la evolución que experimentó en la casa. Pero, sobre todo, Rafa tenía a su favor al público en plató. Tanto es así que sentí algo de lástima por Marta cuando de las bocas del público solo salía el nombre de Rafa. Fue una de esas noches en las que el plató es una olla a presión donde se puede palpar el sentir general a favor de uno de los candidatos.
Los millones de votos y ese ambientazo en el plató no fueron acompañados por las concentraciones a favor de uno u otro finalista que se veían hace unos años. El pueblo de Marta tiene apenas 400 habitantes, pero igual estaba una décima parte en la plaza apoyándola. De los vídeos de Adrián me llamó la atención que salieran varias chicas guapas y una de ellas le dijera “te quiero con locura y estoy deseando verte, te echo muchísimo de menos, churri”. A ver, no quiero ser carca, pero si yo soy Marta igual me hubiera mosqueado un poco. No solo por lo de churri, es el tono, más que otra cosa. Fue Rafa quien tuvo menos vídeos de amigos y familiares. Su hermana salía con unos y otros, posiblemente para hacer bulto. Ya digo que nada parecido a lo que se montaba en tiempos prepandémicos y donde los concursantes de reality salían siendo personajes de fama nacional.
Para Rafa la final ha sido un paseo. Más o menos lo mismo que parecía en su día a día en la casa. Su inteligencia, el profundo conocimiento que tiene del formato, la capacidad para ponerle humor a las situaciones más complicadas y una sinceridad inquebrantable de la que hace gala, son algunas de las razones que lo convirtieron en claro candidato al triunfo desde la primera semana. Como pasa con las bailarinas buenas que hacen ballet clásico, una de sus principales virtudes es hacer que lo difícil parezca fácil. Y es que para él creo que lo es. No estoy queriendo quitarle méritos si digo que Rafa ha ganado esto con la gorra.
La historia del ganador ha sido perfecta cuando se le ha sumado su incipiente relación con Carmen. Al estratega que maneja el humor con facilidad y sabe analizar la realidad a su alrededor con algo más que corrección, le faltaba la humanización que aporta estar enamorado. Aprecié con claridad que Rafa lo estaba la madrugada que le decía a Carmen: “No hablo más con nadie y ya está”. Aunque prefería al Rafa independiente, cuya voluntad no se veía doblegada por terceros con facilidad, que dijera eso daba muestras de lo mucho que le importaba esa compañera.
A Rafa le vino bien quedarse solo y desintoxicarse de lo peor que tenía esa relación. Pero, sobre todo, creo que le ayudó a darse cuenta de que le gustaba realmente Carmen, y lo mucho que la echaba de menos. Cuando Rafa lloró durante horas la expulsión disciplinaria de Carmen debió pensar aquello del pato. “Si anda como un pato, nada como un pato y grazna como un pato, es que es un pato”. Imagino a Rafa haciendo un proceso mental de este tipo para concluir que se había enamorado. Es cruel y egoísta que Carmen le insista a su vuelta para que le repita lo que dijo en el cubo, porque lo que quiere es oír de su boca que se ha enamorado. Lo digo porque ella ha dejado claro que enamorada no está. Aunque, por otro lado, se ha de agradecer la sinceridad. Contrasta con ese Adrián apuntalando la idea de su enamoramiento hacia Marta con exageraciones innecesarias, cuando en la casa ha dejado claro que no sabe bien cómo identificar si está realmente enamorado.
Con su sencillez y falta de dobleces, Rafa defendió que debía ganar utilizando su personalidad y forma de ser como argumentos principales. No hicieron lo mismo los otros dos candidatos puesto que Adrián insistió demasiado para mí gusto en la historia de su amigo muerto, a quien dedicaría el triunfo. Marta, por su parte, también aprovechó para congraciarse con media audiencia al hacer referencia a la España vaciada y presumir de lo singular que sería el triunfo de la habitante de un pueblo tan pequeño. De pueblo eran los tres finalistas y a nadie más se le ocurrió utilizarlo a su favor.
No sé si es impresión mía, pero me pareció ver torcer el gesto a Adrián cuando los vídeos y testimonios apuntaban a que Marta le ha vendido en sus cubos no exentos de lágrimas. Si una cosa ha demostrado esta concursante saber hacer es llorar, aparte de comer crema de cacao. Si ya tenía idea de priorizar al salir la comunicación con sus familiares y amigos antes de estar por fin en privado con Marta, es posible que lo visto le convenciera aún más. Me pareció muy significativo que Rafa mencionase al menos dos docenas de veces a Carmen en el resumen de su paso por la casa, mientras que Marta dijo tres o cuatro veces el nombre a Adrián y este no la mencionaba a ella ni sola vez. No hace falta decir nada más.
En plató estaban casi todos los exconcursantes, incluyendo a Alberto y Kenny. Si estaban me sabrán disculpar, pero no vi a Elena ni a Héctor. Puede que fueran las dos únicas ausencias. De entre los que estaban en los sofás me pareció que las mellizas tenían una exagerada ansia de protagonismo. Siempre tendré a Nissy como la finalista que debió ser y no pudo, pero anoche me sobró que insistiera en ponerle la coronita que llevó ella durante toda la gala. Vi que ella y Laila intentaban acaparar a Rafa cuando este lo que deseaba era abrazar a Álvaro. Es la segunda persona que se lleva de esa casa y quien más leal le ha sido en todos estos meses.
Eché de menos a los VIP que estuvieron de visita, especialmente los tres de las últimas semanas. A Miriam Saavedra porque siempre es grato verla, pero me hubiera gustado ver el rostro de Víctor Sandoval tras saberse que más de tres cuartas partes de los votos habían ido para Rafa. Y, por esta vez, prefería que hubiera estado presente Tom Brusse para escuchar su argumentación sobre por qué no ha mantenido relación con Sara. “Él está en Madrid y yo en Canarias”, decía la efímera exconcursante. En el tono de sus palabras adiviné cierta decepción.
Moleskine del gato
Marta abrazó generosa a Rafa y no borró la forzada sonrisa de su rostro a partir de ese momento. A pesar de las previsibles caras de decepción, Marta y Adrián no han sido malos rivales en el definitivo momento de anoche. Rafa terminaba abrazado a Carmen, y con el maletín en una mano. Antes había reiterado su agradecimiento a todos aquellos que contribuyeron a hacerlo ganador, y le sacó el dedo en primer plano a la cámara. Para sorpresa de Sobera aclaró: “Esto es amor. Es amor”. Pues así lo habremos de tomar. Mucho amor… y un poquito de fuck you.
La cosa terminó bien: con una buena gala y un merecido ganador. Decía ayer que si no era buen final no sería el final, de lo cual se puede colegir que habiendo sido bueno sí lo es. Pero nada de eso. Igual la gripe no me está ayudando a explicarme, pero quiero decir que este final feliz no ha de indicar que es un final de verdad. Yo ya espero volver a abrir pronto la ventanita a la realidad de lo que sucede en esa casa. Si lo deseamos entre todos podremos conseguirlo. Cosas más difíciles han pasado.
El martes habrá un programa especial con las cuentas pendientes de los finalistas. Eso quiere decir que no me despido hasta el miércoles que acudiré de nuevo a mi cita de las ocho de la mañana. Os espero, tío, macho.