No deberíamos hablar del caso Avilés, sino de los casos Avilés. Hay varios casos, y unos me interesan más que otros. También alguno tiene más relación con Supervivientes 2020 que los demás. Me da igual si José Antonio es un estafador o un moroso. Sus respuestas basadas en las indicaciones hechas por un abogado tienen escasísimo valor y por eso no merece la pena dedicarle atención alguna. Otra cosa es su sueño personal, los objetivos que ha tenido, la motivación de parte de sus engaños. Porque ese ha sido el camino que le ha llevado a tener cierto grado de popularidad, y de ahí a participar en este reality. Mi diagnóstico apresurado de ayer fue confirmado en el programa especial de la noche. El propio Avilés reconoció el error de pensar que nunca se descubriría su pasado. Un pasado que, en puridad, no lo es tanto.
Es discutible hablar del pasado de Avilés como si tratáramos cosas sucedidas hace unas décadas. Sin embargo, estamos hablando de hace un año o dos. Incluso algunas se produjeron cuando ya estaba trabajando en televisión, en teoría su objetivo. Pero él quería ser famoso, no periodista. La vocación de ser un personaje en el proceloso mundo de la fama es triste y merece el análisis de un profesional. Y ese es el caso Avilés que me interesa. Con ese objetivo ha mentido y sigue haciéndolo. El desprecio a la verdad puede llegar a ponerme de muy mal humor, aunque en este caso me parece todo tan burdo e infantil que hasta me provoca cierta hilaridad. Si hago alguna concesión en este caso Avilés no es porque me dé pena, sino porque me hace gracia.
José Antonio se presentó anoche con la supuesta voluntad de decir la verdad, y no hizo sino todo lo contrario. Jorge Javier le pregunta si dijo a su madre que estaba estudiando periodismo y él responde que no. Al poco afirma: “Que yo te quiero decir que yo a mí madre siempre le he mantenido que hice periodismo”. Y también vino a sugerir que la había pedido complicidad en esto, o sea, que mintiera cuando saliera el tema de su falsa titulación. ¡La primera en la frente! Resulta llamativo que José Antonio ya intuyera que iba a descubrirse que no hizo carrera ninguna. Y contradictorio con pensar que no se descubriría su pasado, según él lo llama. “Eso pasó hace mucho tiempo”, afirmó. ¿Cuánto? Pues en verano de 2018. Si eso es mucho tiempo no te digo nada lo que ha pasado desde mi primera comunión.
También mintió cuando, siguiendo la recomendación de su abogado, afirmó que no ha falsificado transferencias. En su teoría, hizo transferencias desde cuentas que estaban en números rojos. Independientemente de si eso es posible, me parece importante lo que dijo justo después. Reconoció tener conocimiento de que alguna de esas trasferencias las hacía desde cuentas sin dinero. Y aquí reculó a renglón seguido, sin dejar pasar ni cinco minutos. Justo lo que tardó en darse cuenta de que eso igual también puede considerarse una estafa. Porque hacer un pago a sabiendas de que no se podrá satisfacer por parte del cobrador es obrar con mala fe. Pero esto pertenece a otro de los casos Avilés, y lo último que deseo es meterme en camisas de once varas. Ya será tratado en profundidad por otros programas.
La mentira más importante de José Antonio no fue si su madre es cómplice (tiene la excusa de que pretendía protegerla) o si tenía intención de estafar al pagar con transferencias desde cuentas sin dinero (tener deudas o pagos pendientes no es delito). Lo fundamental es que empezó diciendo que iba a contar toda la verdad y no lo hizo. Lo repitió en varias ocasiones durante el programa, mientras demostraba justo todo lo contrario. Tengo claro que su objetivo era salir del paso. Para ello tenía que comportarse como lo hizo: dando explicaciones embrolladas que ni él mismo entendiera, extendiéndose todo lo posible para dejar pasar el tiempo, aprovechando el retardo del audio para simular que no se entera y poniendo cara de cordero degollado con el fin de obtener árnica por parte de la audiencia.
Para mí tengo que todavía piensa José Antonio en la posibilidad de dejar pasar el momento y esperar la llegada de tiempos más tranquilos. El fantasma de su pasado no se marchará con facilidad. Pensaba que ese pasado no saldría y creo que sigue pensando que no le va a perjudicar. Incluso puede que en lugar de estar preocupado se alegre en el fondo de haber sido protagonista de un programa en las horas de máxima audiencia. “Llevo 11 días llorando, Jorge”, dijo José Antonio. ¿Perdona? Si eso fuera posible, su llanto será por haber sido expulsado no por todo lo descubierto desde entonces sobre su reciente pasado. Y te voy a decir una cosa… voy a contestar, escucha, si te lo voy a decir… José Antonio, José Antonio, José Antonio… eres un plomo cuando te pones así.
Por hacer referencia a algunas de las cosas vistas en el resumen de ayer, diré que me pareció ver a Ivana con ganas de afianzar los comentarios que ella debe suponer está habiendo sobre su acercamiento a Barranco. De otro modo no se explica que aparezcan sus bragas colgadas de un árbol y ella le pida explicaciones a ese compañero. Por otro lado, en la enésima discusión entre Ana María y Hugo no le puedo dar la razón a este. La situación es la siguiente: Hugo espeta unos peces sin darse cuenta de que no han sido desescamados. Cuando Ana María lo ve le advierte de que están sin limpiar se revuelve Hugo y de mala manera le pide que no le hable mal. Pero solo él había hablado mal. El problema es que no se soportan, pero en este caso Hugo se equivocó.
Me dice un/a amable lector/a lo siguiente:
Cuando habla de “ranking” creo que se refiere a nuestra encuesta. Me reprocha que no hable de ello, pero es que casi nunca lo hago. Voy camino de dos décadas de poner una encuesta diaria tanto para Gran Hermano como para Supervivientes. Y en raras ocasiones hago referencia a ello. Pero con mucho gusto lo haré hoy respondiendo al deseo expresado en esta comunicación.
Se equivoca quien piense que el objetivo de la encuesta es acertar. Si pretendiera eso haría una porra o un sorteo, no una encuesta. Con la encuesta se pretende conocer las preferencias de los lectores de estos escritos. Es una forma de testar la opinión de forma rápida y bastante efectiva, aunque no exista respaldo científico por la naturaleza de este tipo de encuesta. Para que una encuesta sea fiable debe ser realizada sobre una muestra seleccionada, cosa que no sucede con las encuestas de Internet. Pero sirve para hacernos una idea, en todo caso. Esta semana, por ejemplo, vimos que nuestros seguidores no preferían que se salvase Hugo, como así sucedió. ¿Quiere esto decir que la encuesta no ha acertado? Pues lamento decir que no.
Para considerar que la encuesta no acierta deberíamos formular la pregunta de este modo: “¿Quién piensas que saldrá expulsado esta semana?”. O algo parecido. Sin embargo, no se está proponiendo adivinar lo que decidirá la audiencia votante, sino contrastar esa decisión con lo que prefieren nuestros lectores y visitantes. ¿Por qué salen cosas diferentes? Porque se trata de un grupo de personas distinto. Además de que los votos oficiales son de pago y participar en esta encuesta gratis total. Una cosa es la audiencia que vota y otra los lectores y visitantes de este blog que tienen a bien responder con fidelidad a nuestras encuestas. Nosotros también tenemos voz y esa es una de las formas posibles de hacerla notar. En conclusión: es una encuesta, no un ranking; y su objetivo es conocer tus preferencias, no que aciertes las de otros.
Ana María cree que a la otra punta de la isla se encuentra Pernanbuco. En realidad no lo cree, solamente lo apunta a ver si suena la flauta. Bueno, no va del todo desencaminada, aunque hasta llegar a la costa brasileña hay bastantes horas en barco. Otra cosa más imperdonable es que ni siquiera sepa en qué mar u océano se encuentran los cayos Cochinos. Ana María está en el mar Caribe y ni lo sabe.
Estamos ante otra noche decisiva. Que sea expulsada Ivana o Jorge determinará lo que vaya a pasar en la recta final definitiva del concurso. Ahora mismo me resulta más molesta Ivana que Jorge, pero creo que merece más llegar a la final. Jorge ha sido un concursante esquivo y poco comprometido. Aparte de una decepción en la supervivencia, la convivencia y las pruebas. Digamos que ha pasado por el programa sin pena ni gloria, mientras que Ivana lo ha hecho con brío y rabia (la misma que veíamos ayer emplear a Elena para abrir un coco). Seguro que Jorge es un buenazo, pero no es lo que más se ha de valorar porque eso no sirve para sobrevivir a un naufragio. Mucho menos para entretener a la audiencia.
Y les dejo con el “ranking”.