Tensión y tristeza ante una expulsión clave

telecinco.es 23/11/2021 08:00

En estos días previos a la expulsión clave del próximo jueves se vive en la casa de los secretos una mezcla de tensión y tristeza, con trazas de nostalgia. Ayer Cristina y Adara lloraban por separado tras un nuevo enfrentamiento a consecuencia de la compra. Ni siquiera se atrevieron a hacer la reunión semanal de reparto de tareas, lo cual no me extraña nada porque las últimas veces ha sido un caos que duró horas y no sirvió para llegar a ningún consenso. En lo de la compra creo que Cristina se ha equivocado y le está pasando factura su cabezonería. Apuesto a que parte de su tristeza de ayer fue motivada porque pidió a Luca que fuese con Jesús a la compra y no le hizo caso. Su estrategia debió ser otra bien distinta.

No albergo ni una pequeña duda de que Adara pide hacer la compra y cocinar como un modo de plantear un pulso y provocar conflicto. Ella se mueve como pez en el agua en al conflicto y sabe que no tiene muchos más recursos para destacar y seguir siendo considerada la gran concursante de reality que cree ser. Por otra parte, todos sabemos que no le gusta nada cocinar, algo que ha dicho expresamente, aparte de dejarlo claro en dos realities donde no hizo ni un huevo. Pues bien, si Adara detesta cocinar, pero quiere hacerlo, no podían decidir nada mejor que dejarla hacer. Que cocine, se harte y se estrelle.

Tengo completa seguridad de que si dejan cocinar a Adara pronto se cansará y abandonará a tarea. Yo la hubiera dejado incluso hacer la compra sola o junto a alguien que nunca la hizo. Ayer debieron ir Adara y Luca, dejando que ella decidiera todo el rato. No puede haber mejor vacuna, eso sí, a cambio de tener una despensa desastrosa durante toda la semana. Cuando uno quiere hacer algo para lo que no está preparado lo mejor es dejarle. Ya se dará cuenta de su error. En este caso el error de Adara tendría seis o siete damnificados, pero merece la pena. Sería una cura de humildad y la demostración palpable de por qué durante semanas no quisieron dejar esa responsabilidad en sus manos.

Alguien me dirá que igual se pone y sorprende, pero para ello tendría que hacer lo contrario de lo que dijo ayer mismo. Se opuso Adara a que volviera a hacer la compra Cristina porque compraría brócoli y a ella le gusta el chocolate, como si una cosa pudiera reemplazar la otra. Si no entendí mal, esta vez le dieron el gusto a Adara no comprando brócoli. Si pretende alimentar a ocho personas con chocolate lo lleva claro. La cabezonería de Cristina es poco inteligente y no le hace quedar en buen lugar. “Tienes unos huevos así de grandes, Jesús Oviedo”, clamaba, y no se refería a los que vendrán hoy de la compra. Estaba reprochando que después de lo pasado la última semana el gemelo estuviera dispuesto a hacer la compra junto a Adara y le quisiera dar el gusto de ponerse a cocinar. Aunque esté clara la intención de provocar conflicto, lo cierto es que todos tienen derecho a pasar por la cocina si lo desean.

Luca aboga por evitar la repetición de la misma discusión cada semana. Al final, la mejor forma de no hacerse sangre es ceder, aunque signifique poner alfombra de plata al disparate. Primero porque no cediendo se están cumpliendo sus deseos de generar conflicto. Y, además, porque ese puente de plata puede ser la vía perfecta que conduce al callejón sin salida en el que es estrellarse inevitable. Luca decía no entender a Cristina, pero está claro que parte de la tristeza de esta era porque no hizo lo que ella le pidió. Y aquí podemos repetir el argumento aplicado en otro sentido. Para evitar la discusión, lo mejor que podía haber hecho Luca es ir a hacer la compra junto a Adara. Otra cosa es que ella aceptase, porque con Cristina rechazó de plano ir.

Debe ser porque me he levantado conciliador y por eso le doy la razón a Adara en que deberían dejar que hiciera la compra y cocinase, a sabiendas de que eso le conduce a un precipicio en el que fácilmente se despeñará. No solo eso, también estoy por darle la razón en que Luca no tendría que haber tirado su frasco de gel, estuviera o no vacío. Aceptando que las cosas de los demás no se cogen y, en todo caso, lo suyo es preguntar antes si se tira o no, debo decir que eso mismo debería aplicárselo Adara. Por ejemplo, cuando se comió el chocolate de Luca y Cristina, consciente de que era de ellos y protestando por algo en lo que no tenía razón. O cuando se dieron ella y Frigenti el atracón esa misma madrugada.

No es coherente poner el grito en el cielo porque le han tirado el frasco y las cosas de los demás no se tocan, cuando ella ha tocado lo de los demás deliberadamente. Y no solo lo ha tocado, sino que se lo ha apropiado. Cuando se dan el atracón nocturno no están cogiendo la comida de la comuna (como ellos dicen), es decir, lo común. Aparte de eso también arremetieron contra lo individual, esa parte de la compra que cada uno pide como capricho personal. No es la persona indicada, por tanto, para hacer un discurso de defensa del respeto hacia las cosas del otro. Aunque tenga razón en que se debería preguntar antes de tirar algo de otra persona, la pierde cuando se repara en el poco respeto por lo ajeno que ha demostrado en ocasiones esa persona.

La tristeza que ayer transmitían Adara y Cristina, sobre todo esta última, fue palpable durante todo el día. El momento de no retorno fue cuando vi a Cristina en el cuarto de baño con el secador de pelo en la mano dirigido hacia sus pies, como ausente de la realidad que le rodea. Pensé que la habíamos perdido del todo, aunque por suerte luego volvió a estar junto a Luca en la cama, después de casi pasar casi todo un día separados. Lo que no entendí es la maniobra de separar su cama de la de Luca, ahora que estaban anejas. Cristina se acostaba cerca de las cinco de la mañana después de ver nevar en Guadalix de la Sierra.

Esa tristeza de la que hablo tal vez se habría mitigado un poco si nuestras protagonistas llegan a pensar en el mensaje del anillo. No va la cosa de ‘El señor de los anillos’ de Tolkien, sino que es una vieja historia sobre lo que planteó un rey a los sabios de la corte: “He encargado un precioso anillo. Tengo un excelente diamante y quiero guardar dentro del anillo algún mensaje que pueda ayudarme en momentos de desesperación, y que también ayude a mis herederos”. El mensaje tenía que ser breve para que cupiera en el anillo. Los sabios eruditos no lograron dar con el mensaje que pedía el rey. Sin embargo, un anciano sirviente le dijo: “No soy sabio ni académico, pero conozco un mensaje que podría encajar en lo que busca”. Había servido también al padre del rey, que en su juventud le había dado ese mensaje. El sirviente lo escribió en un papel que dobló y entregó al rey diciéndole: “No lo leas, mantenlo escondido en el anillo y ábrelo tan solo cuando todo lo demás haya fracasado”.

El día que todo había fracasado llegó pronto. El territorio fue invadido y el rey perdió su trono. Estando perseguido, huyó en su caballo hasta encontrarse frente a un acantilado. Ya escuchaba el trote de los caballos enemigos cuando se acordó del anillo. Lo abrió, sacó el papel y encontró un mensaje tan breve como pidió en su momento: “Esto también pasará”. De improviso, se hizo el silencio y no encontró ni rastro de sus perseguidores. El rey estaba profundamente agradecido con su sirviente por sus milagrosas palabras. Dobló el papel y lo volvió a guardar en el anillo.

Poco después el rey reconquistaba su reino y volvía victorioso a la capital en medio de una gran algarabía. A su lado, el anciano sirviente le decía: “Señor, lee nuevamente el mensaje del anillo”. Al rey le pareció extraño porque no estaba en un momento desesperado. “Ese mensaje no es solo para situaciones desesperadas, también es para las placenteras”, le aclaró. El rey abrió el anillo y leyó el mensaje: “Esto también pasará”. Entonces sintió la misma paz del bosque y su orgullo había desaparecido. “Recuerda que todo pasa. Como el día la noche, hay momentos de alegría y momentos de tristeza”, terminó diciendo el sirviente.

Lo que les sucede ahora a Cristina y Adara pasará. Para una de ellas esta será la semana de su expulsión, y eso también pasará.

El gato responde

Me plantea una seguidora esta tesis tan repetida en los últimos días:

Se ha extendido bastante la idea de que Sandra pudo nominar a Frigenti y Adara por estrategia, pero carece de sentido. Sandra y Julen no peligraban en ninguno de los casos. Frigenti se intenta engañar a sí mismo cuando dice que Sandra pretendía con su nominación salvar su culo y el de Julen. Cuando nominó Sandra faltaban por nominar tres concursantes, ella no llevaba ni un punto y Julen solamente dos. Tendrían que haberle dado los tres que faltaban la máxima puntuación para poder salir a la palestra.

Esta seguidora apunta otro motivo: favorecer el victimismo. Improbable que eso lo hiciera Sandra a favor de una rival. Por muy bien que se lleven, no parece ni medio normal que le haga el juego sucio renunciando a mirar por su propio concurso a favor del de Adara. Además, de ser así merecerían un Goya de honor los cuatro. La interpretación de Adara, Frigenti e incluso Julen, sorprendidos todos por la nominación de Sandra, sería digna de premio. Ni siquiera creo que Adara y Frigenti simulasen la sorpresa por mucho que en voz baja un rato antes Sandra manejase la posibilidad de nominarles. Sinceramente creo que lo interpretaron como un ejemplo.

Otro mensaje me habla de un error en la asignación de las esferas:

Ignoro si esto es así y dónde está el error, pero como me parece importante lo difundo esperando que se aclare. Siempre confío en ello.

Moleskine del gato

Luis también está triste, pero por razones menos apremiantes que las de Cristina o Adara. Lo suyo es que el programa le ha quitado la peluca a lo afro que venía poniéndose últimamente cada vez más. Le molesta especialmente porque es un elemento de una fiesta que pidió expresamente si se lo podía quedar y en el cubo le concedieron el deseo. Es como si le quitas el regalo a un niño. Tal cual.

Poco se ha dicho de la prueba de las capitales en la que solo Luis supo acertar la capital de Jamaica. Por cierto, la periodista deportiva Cristina Porta también falló la de Marruecos. Debe ser que el fútbol allí no lo peta.

El mosqueo de Julen tras la visita de Tom Brusse el pasado jueves no es pequeño. “Si tú quieres cerrar una etapa y empezar otra la cierras”, decía hablando con Dani. Y me parece que razón no le falta.

La dinámica de los secretos está llegando a su final y le quedan un par de informativos de Piqueras. Tal vez sea solamente uno. Esta noche sabremos si Julen confirma o no su apuesta por el secreto de Luis. Nosotros ya sabemos que es errónea, pero no creo que vaya a perder sus doce esferas. Veo improbable que confirme dado el escaso beneficio (sumar una esfera más) frente al enorme riesgo (perder todas sus esferas). Falta por saber qué pasará si Julen no confirma, porque si pueden todos optar por adivinar el secreto de Luis seguro que este termina la noche sin esfera.

También esta noche comenzará la nueva prueba semanal dedicada al mundo de la televisión. Tendrán que preparar una gala de entrega de premios que ellos mismos deberán votar. Otra ocasión más para que no reine la paz en la casa, sino todo lo contrario. Pero todo lo demás es escasamente importante frente a la salvación de uno de los nominados. Mi impresión es que será Frigenti, lo cual hará que el pesimismo se instale definitivamente en Cristina. Veremos si volvemos a saber cómo están los porcentajes ciegos, porque si no han variado en lo sustancial querrá decir que hay una firme candidata a la expulsión. Mientras que la movilidad de los porcentajes indicaría que no está claro y cualquier cosa puede pasar. “No se sabe”, que diría Luca.

Encuesta