El daguerrotipo de hoy es sobre Suso y puede ser el que más me cueste escribir. El esqueleto de su concurso tiene solo dos huesos. Iba cuesta abajo y tuvo que poner el freno, lo cual no sirvió para limpiar su imagen y le rodeó de una capa de invisibilidad de la que no ha logrado desembarazarse todavía. Sospecho que hoy el escrito será más breve que los anteriores. Antes de ir a esto que anuncio algún apunte sobre el comienzo de campaña y los discursos de los candidatos a llevarse el maletín.
Menos mal que el Koala tiró de talento y le puso letra y música a su discurso porque si es por los demás aquello parecía más bien un festival de primaria. Asraf y Suso no levantaron la mirada del papel, porque deben considerar imposible aprenderse un texto de tan solo un minuto. Si intentaran memorizar ‘Cinco horas con Mario’ les termina dando un ictus. En ambos casos el discurso fue simplón, agarrándose a la propuesta del día anterior consistente en argumentar por qué no debe ganar uno de sus compañeros. Poniendo eso en positivo, pretendieron explicar por qué si lo merecen ellos.
Asraf demostraba la ambición de la que hablé ayer. De hecho, le hemos visto explicar que aun considerándose el menos votado seguiría luchando por cambiar eso en los pocos días restantes y soñando revertir la situación hasta poder ser ganador. Empezó pensando que era el protagonista y no asumirá su papel de comparsa en esta final hasta que salga, presumiblemente mañana. Al menos no utilizó el recurso de la pena, una de las cosas más patéticas que puede hacer un concursante de Gran Hermano. Eso hizo Suso, aludiendo al mal año de sus “tres guerreras”.
Aunque en el VIP los concursantes tienen un pasado conocido, las circunstancias personales se han de dejar fuera del concurso igualmente. Debió aprender de Aurah que los dramas personales no sirven porque la audiencia valora lo que hacen los concursantes en esa casa, sin tener en cuenta lo que pasa en las propias. Ese último cartucho de Suso es tan equivocado y simple como ha sido todo su concurso. Si Asraf al menos no dio pena como Suso, con este no sentí la vergüenza ajena que con Miriam.
El eslogan de Miriam hace referencia a la naturalidad, de la que fue justita en su discurso. Ya su comienzo hacía temer lo peor, con ese saludo a España (la madre patria) y Perú, más propio de presentador de radio de los años 50. Luego dio una vuelta sobre sí misma, lo cual me hizo albergar la esperanza de que igual recuperaba el norte perdido. Pero ni por esas. Siguió sobreactuada y antinatural, logrando transmitir justo lo contrario a lo que pretendía. La recta final no le está sentando nada bien a Miriam, tal vez porque el foco está ahora menos disperso y vemos todo el rato a los cuatro gatos (el de verdad habita en el jardín) que quedan.
Al menos ahora tiene Miriam el divertimento de Asraf, al que pica y con quien está hablando más que nunca. Anoche tuvieron en la cama una conversación sobre cine muy rara, en la cual parecía cada uno hablar escuchando al otro solo de pasada y sin terminar de entenderse bien. Mientras hacían la compra el lunes no pararon de llevarse la contraria por tonterías. Sin perder las formas en ningún momento dan muestras de que no se soportan, aunque más bien parecen como esos dos hermanos que solo se tienen entre ellos para lo bueno y lo malo. Creo que Miriam lo echará de menos si se va mañana.
Repito que gracias al Koala hubo un oasis en medio de los discursos. A modo de puente musical apareció el buen rollo y en lugar de hacerme sentir rechazo o bochorno me puso de buen humor. Y terminé tarareando eso de los “pergaminos del día a día”, igual que cuando se sale de un musical con la melodía de una canción grabada en la memoria. La guitarra y esa voz dulce y sedosa del Koala hicieron de antídoto contra la estulticia y la impostura.
No me pudo gustar más que el ‘súper’ animase a los otros tres finalistas a hacerle los coros al Koala. Con más o menos esfuerzo lo hicieron y fue el único momento de estos últimos días que vi un grupo compacto haciendo algo en común, con energía y buen humor, sin intención mayor que vivir el momento de manera festiva. La alegría que aporta el Koala cuando se cuelga del cuello una guitarra es de las mejores cosas vistas en esta edición.
Daguerrotipo de Suso
Hace pocos días actualicé el decálogo del buen concursante y el del malo. Me da la impresión de que Suso serviría de ejemplo para ambos, en negativo en el primero y positivo en el segundo. Dije a los pocos días de comenzar el encierro que era el anticoncursante y lo mantengo a poco del final. El volantazo que dio a su concurso tras sucesivas advertencias que le acuciaban a ello no ha servido para olvidar sus primeras semanas en la casa, habiéndole dejado totalmente desactivado. Y así ha permanecido, escondido detrás de una relación amorosa en la que se echa en falta casi todo, dejando pasar el tiempo y convirtiéndose en finalista gracias a no ser nominado por sus compañeros.
Suso utiliza como argumento a su favor que no saliese nunca a la palestra. Pero ser el más popular en la casa y caer bien a todo el mundo no vale para nada. Al menos no para ganar este concurso. Solo para llegar hasta el final en una burbuja, ignorando si se tiene o no la aceptación de la audiencia votante, que es quien decide. Llegar así a la final es una amarga victoria si no se gana. Amarga y fugaz, por tanto. Todavía se atrevía Suso a decir que Miriam y el Koala han tenido un programa muy fácil. Pero la realidad es que han estado nominados todas las semanas y él ninguna.
En un principio, Suso basó todo su concurso en su historia de amor forzada desde el segundo día con Aurah, a quien conocía de fuera y con la cual había tenido alguna relación. No sé si lo tenían pensado, pero da la impresión de que algo habían tramado antes de entrar. De su anterior experiencia debió aprender Suso que las historias de amor gustan. Su fallo entonces fue no centrarse en solo una relación. Si algo debía tener claro ahora es que no podía hacerlo como entonces. Aurah sería su solución y con ella ha estado hasta que fue expulsada. Si seguirá o no manteniendo la relación, al menos de cara a la galería, es algo que me importa más bien poco, aunque Aurah ya ha ido adelantando sus planes de futuro. Me atrevo a adivinar que seguirán juntos poco tiempo, el suficiente para sacarle algún provecho. Luego se separarán, volviendo a hacer caja con la ruptura, presumiblemente ruidosa. Es la cadena del engaño por todos conocida.
La otra base del concurso de Suso, ese esqueleto de dos huesos del que hablaba antes, fue tener la máxima visibilidad, lo cual hizo de la forma que sabe. No es capaz este concursante de afrontar un conflicto sin lograr que buena parte de la audiencia se ponga sistemáticamente de la otra parte. Esa obsesión por generar contenido estuvo acompañada del error consistente en verbalizarlo. Escuchar a este concursante la preocupación constante por dar contenido al programa saca al espectador de la apariencia de realidad necesaria en este programa. En las películas pasa cuando se cuela en plano un micrófono. Pues bien, en esta edición se coló Suso y, al igual que pasa con el micrófono en la película, logró anular la sensación de que estamos ante una realidad.
Mal está que un concursante ande preocupado por generar contenido. Peor que lo cuente y haga sabedora a la audiencia de su empeño. Y rematadamente mal no conseguirlo. Este fue el problema mayor, la razón verdadera por la que Suso perdió la cabeza en sucesivas ocasiones, ya fuera discutiendo con Miriam o con Mónica. No fallaba en las formas de forma pretendida, sino por la frustración de no estar consiguiendo ser protagonista. Su concurso, basado en dos fases y estaba fallando una. El ego es capaz de arruinarle a cualquiera el concurso y para la audiencia resulta patético.
Aquello que debería ser natural resultaba forzado en Suso. Pretendía ser protagonista y entonces salía lo peor de él. Es como el que intenta ser gracioso sin serlo. El falso gracioso, humorista impostor que no tiene gracia alguna viene a ser como el concursante impostor. O sea, el anticoncursante. Tras forzar carpeta desde la segunda noche y dejarnos ver la tramoya de su concurso, Suso no fue capaz de captar las advertencias que le fueron llegando.
Tuvo que ir su madre a verle para tomarse en serio que estaba arruinando su concurso. No obstante, aunque le costase entenderlo, sí había sido capaz de entender antes de eso que debía bajar el pistón y relajarse. Esto le convirtió en un concursante más prescindible de lo que ya era. Luego supo que se había confundido mucho, pero no creo que acepte nunca aquellas cosas que tanto rechazo nos provocaron a muchos. No reconocerá nunca actitudes machistas y retrógradas. Sus más cercanos, defensores de pleitos pobres en plató, ya han avisado justificando todo con explicaciones peregrinas como que no sabe gestionar sus sentimientos porque se ha enamorado de verdad por primera vez. Enamorado hasta las trancas, como dice él, de la misma mujer a la que se refería de este modo: “Es medio calva. Aurah se quita las extensiones y nos cagamos. Es la que menos pelo tiene, aunque no lo parezca. Solo tiene cuatro pelos de loca”.
Después de las advertencias pudo dejar de llamar a Miriam “fea”, “mercenaria”, “parásito”, “sucia”, “hija de” (las cuatro letras), “sanguijuela” o “desequilibrada”. Dejó de aludir al origen de esta concursante diciendo que “lo que busca es quedarse aquí a vivir del cuento porque en su país no tiene donde caerse muerta”. O a su físico: “Como me meta con tu físico no hay psicólogo donde tú puedas pagarlo”. O a su dignidad, porque “es capaz de hacer cualquier cosa por dinero”. También dejaría de decirle a Aurah: “Anda, tira y que te penetre Asraf, que a ti te gusta todo eso”. Y seguro que no dijo más de ella cosas como estas: “Solo me vale para follar”; “Nunca la tendría como novia, como mucho como 'follamiga', que para follar sí me gusta, para follar nada más”, “Mueves el culo y las tetas como una guarra”. Por no hablar de cuando le pidió a su supuesta novia que no vistiera de forma tan vulgar.
Dejó de decir todas esas cosas, y tan solo es una pequeña muestra de todo lo que podría recordarse. Pero lo que no podrá nunca Suso es darse cuenta de que actitudes como esa no son tolerables. Que lo menos importante es si se expresa o no de esa manera, sino que realmente piense así. Porque es imposible decir esas cosas por un calentón, sin que forme parte de su forma de pensar y su personalidad. Necesitó tener una pista tras otra de lo mal que estaba quedando para dejar de provocar tanta indignación. Y entonces se hizo invisible como concursante.
Suso ha recuperado cierta visibilidad en esta recta final del concurso. Ahora que son pocos vemos el foco sobre él y protagoniza buena parte de los vídeos del programa. Durante semanas se esforzó en ser el centro de atención de la única forma que supo: rompiendo con Aurah el domingo para reconciliarse el martes. Así pillaba su cuota de pantalla en los programas de prime timede ambos días. Lo que no sabía es que tan solo lo hacía con un vídeo a eso de la una y media de la madrugada. Y todavía me parece más de lo que ha merecido durante todo su concurso.
Moleskine del gato
En la conversación antes referida entre Miriam y Asraf este preguntaba a la princesa inca si no le había gustado ningún chico en la casa. Imagino al fandom de Miriam y Tony en ese momento conteniendo la respiración, esperando la confesión que nunca llegó. Ante la sorpresa de todos, Miriam se descolgó con una confesión inesperada. Dice que Darek le pareció siempre muy atractivo, sin parte negativa ni nada. Si al menos hubiera añadido que todo lo que tiene de guapo lo tiene de soso, o que era un mueblaco en la casa. Pero nada, nuestra Miriam de siempre perdiendo facultades a una semana de la final. Como un suflé, la esperanza de que hablara de Tony subió y se bajó de golpe. Hubiera podido decir que lo echa de menos. Y que en alguna fiesta estuvo a punto de besarlo y tirarse encima de él en el sofá del salón. La realidad decepciona a veces. Mónica lo sabe bien.