La audiencia votante tiene esta semana que pasar su prueba de fuego. Aída Nízar (las tildes son de coña porque ella y su madre las pronuncian o no de forma alternativa) está nominada y si no es expulsada el jueves que viene habremos comprobado que esa audiencia ha llegado a su mayoría de edad. Será su puesta de largo, la víspera del baile de graduación. Me pido bailar con esa audiencia si finalmente salva a Aída, que vino a salvar esta edición. Con Alonso no ha sido posible porque lo ha puesto muy difícil. No solo porque anoche pidiera su expulsión. También dijo Irma que si se quedaba Alonso (su rival) se alegraría enormemente. Pero Alonso lleva escondido una semana en esa casa, y eso es un buen salvoconducto para atravesar pronto la puerta de salida.
Alonso pensó que ante la llegada de Aída tenía más posibilidades de salvar próximas nominaciones si desaparecía. Por eso estaba encantado con que el foco se hubiera desplazado hacia Aída. A partir de ahí, creyó que bastaba con no mojarse, no dar su opinión nunca, no defender ni atacar a Aída. De estar en todas las salsas pasó a un discretísimo segundo plano. Alonso estaba de retirada, apartado de todos, como deseando ser olvidado. Demasiado tarde para intentar borrar sus propias huellas. Alonso escondido tras la sombra de Aída solo logró que perdurase en el recuerdo de sus compañeros (y también de la audiencia) la memoria del concursante que conocimos las semanas anteriores. Por eso sus compañeros le hubieran nominado otra vez si no llega a irse.
No hemos perdonado a Alonso su indefinición, y también por eso salió anoche con el 53,3 % de los votos. “Tendrías que haber penetrado a Alejandro”, le dijo su hermano Andrés. Evitaré decir que esta familia es rara, pero muy normal tampoco parece. No me cabe duda de que Alonso se habría salvado si toma la acción, esa vara de poder a la que me refería hace unos días, y hubiera decidido hacer una de estas dos cosas: o plantarle batalla a Aída o aliarse a ella en contra de quienes la habían recibido con cajas destempladas. A pesar de la impopularidad de Aída, hay que estar ciego para no darse cuenta del oportunismo y las malas artes de concursantes como Aly, que la provoca preguntando si ha hecho una película porno para luego ofender a su madre de forma gratuita. Y poco valiente, porque hizo sucesivos intentos de tapar la ofensa, resultando ridículos todos ellos. Aly está a dos Pasapalabra de afirmar que “fuck you” significa “que bonica eres”. Alonso a última hora se aliaba a Aída y Alejandro, pero ya era demasiado tarde. Lo tendría que haber hecho una semana antes, y ahora seguiría dentro de la casa dando guerra.
Este que comento no ha sido el único error de Alonso. Ha sido un concursante torpe al que no se le puede reprochar no haberlo intentado, pero sus intentos han estado casi siempre equivocados. Su trayectoria en el programa ha sido errática y desconcertante muchas veces. Esta madrugada coincidían Alejandro y Aída en que Alonso debió unirse a Los Panchos, el grupo formado por el propio Alejandro junto a Toño y Tutto. Alonso entraba y salía, pretendiendo estar en misa y repicando. No recuerdo un solo ganador que haya entendido así el concurso. Si acaso Pedro Oliva (GH 4) que adoptó el papel de ovejero bondadoso, lo cual no le evitó tomar partido cuando hizo falta.
La conversación que menciono entre Alejandro y Aída fue una auténtica gozada, justo premio a los que llegamos hasta horas tan tardías y auténtica esperanza de que seguimos teniendo edición. Alejandro comenzaba reflexionando sobre la que este gato temeroso llama la maldición del juego de los chinos. Los tres primeros expulsados de esta edición formaban ese grupo, el tercero es Alejandro. Es lógico que tema ser el próximo en ser expulsado. Sabe que se ha juntado siempre con los proscritos y desahuciados, lo cual no le impedía estar departiendo amigablemente con Aída. “Es que yo estoy aquí, siempre con los diablos”, decía Alejandro. Aída puntualizaba: “No, los ángeles que parecemos diablos”.
Alejandro lee el concurso como nadie. “Tú das espectáculo, no como todos estos que no sé lo que hacen”, le decía a Aída. Esa es la clave, y la razón por la que me enerva ese público en plató capaz de aplaudir cuando Aly dice que ha hecho porno dos veces con la madre de Aída. ¿Cómo es posible que se aplauda tal cosa? Es un público que le tiene ganas a Aída y es capaz de autoinmolarse, condenándose al aburrimiento infinito que proporcionarían doce Irmas, doce Sergios o doce Ivonnes. El público aplaude celebrando la nominación de Aída mientras se quema a lo bonzo en plaza pública. ¿Qué diablos quieren? Que miren la entretenida gala de anoche (mejor share de la edición) y la comparen con la de hace una semana. ¡Por lo más sagrado!
Completa Alejandro un análisis perfecto comentando que la mayoría andan temerosos, dejando pasar el tiempo para ir haciendo caja sin hacer nada notable. Por eso ha sabido apreciar a Aída y ha entendido lo que ha venido a hacer. Si se molestasen en pensar un poco no es tan complicado entender los porqués. Hasta Sergio sería capaz. Tampoco veo al concejal tan tonto. Ayer lo demostró haciendo una finta a Marco para no tenerle que confesar su intención de nominar a Aly. Y otra finta igualmente astuta después de las nominaciones con el mismo fin. Algo parecido hizo luego con Daniela y Aless. No está mal su maniobra, aunque a mí me hubiera ganado si les dice directamente que sus nominaciones son secretas. Deberían empezar por ahí y se evitarían luego situaciones tan incómodas.
Estuvo entretenida la prueba en la pista americana, que ganó de forma aplastante el equipo rojo, capitaneado por Marco. Del otro equipo solo se impuso Aless, al que ayer Alejandro llamaba “el hijo secreto de Rappel”. Siempre me hace gracia cuando una broma o un mote surgen dentro y fuera de la casa al mismo tiempo. Aless hizo el circuito volando, casi literalmente. Pasmosa la agilidad del ‘consejitosdeldía’. Uno de los obstáculos fue potro de tortura para Aída, Emma e Irma. Las tres quedaron colgadas de lo más alto, aunque Kiko solo ayudó a estas dos últimas empujando sus culos con las manos. La despedida de Kiko fue emotiva, con todos expresando cariño a su sargento. Me pareció sincero.
La audiencia votó por la aplicación oficial que debía ser Aída quien heredase el silbato y la graduación de sargento. El poco respeto de algunos hizo que no obedecieran al sargento Aída como han estado haciendo con el sargento Matamoros. Solo por esto deberían perder la prueba. Kiko obligó a Aída a limpiar todas las botas, lo cual hizo sin rechistar. Anoche Marco requería ayuda para ello. De nuevo fue Marco la voz discrepante cuando Aída pedía que se intercambiasen los platos de pasta de la cena con el compañero que tuvieran al lado, para evitar que sean siempre los mismos a los que les toca casualmente el plato más lleno. También lo había hecho Matamoros, obligando a que Irma y otro concursante (que ahora no recuerdo) intercambiasen sus platos. Otra vez es evidente la diferencia. Entonces ni una protesta, y anoche Marco ofendido por esa orden.
Según Marco, los que pesan más y hacen más deporte deberían comer más. Eso puede ser así en su casa, donde todos hacemos lo que nos rota, pero no en la casa de Gran Hermano. Las raciones deben ser iguales para todos. Marco tiene dos opciones: o no hace deporte o se va a su casa a hacerlo. “Uno que pesa 90 kilos quizá necesita… si hay un poco más quizá se lo doy a uno que pesa más que yo. No me parece…”, decía Marco de evidente mal humor. Irma abonaba su teoría: “Yo hago menos ejercicio y necesito comer menos”. Marco volvía a insistir un poco más tarde, introduciendo una valoración ofensiva a la orden de la sargento Aída que a cualquier cadete le habría supuesto horas de arresto. Esto decía Marco: “Me parece una payasada enorme. Quiero verte a ti si tuvieras 90 kilos e hicieras el deporte que hago yo si no comerías más que los otros”.
No quiera el destino que Marco esté ingresado nunca en un centro penitenciario, pero seguro que entonces entendería que la ración es igual para todos. Otra cosa es que un compañero quiera cederle parte de lo suyo, pero todos han de tener la misma cantidad de comida en el plato. Que se le digan a Alonso, que sin hacer deporte tiene un desgaste posiblemente superior al de Mario a consecuencia de sus nervios. A Gran Hermano no se va a hacer deporte. Lo peor no es el error de concepto sino que en lugar de discutirlo con normalidad y respetando a la sargento, Marco lo hace faltando al respeto y poniendo en peligro el éxito en la prueba. No se discuten las órdenes de la autoridad. ¡Firmes!
Si yo fuera Aída habría puesto a los discrepantes a dar vueltas por el patio. El trote cochinero ese que llevan le habría abierto todavía más el apetito a Marco, ese concursante que pretende comer más que los demás porque hace deporte y pesa más kilos. Marco está a dos Pasapalabra de pedir nominar doble porque pesa 90 kilos. ¡Cómo si lo viera! Es tremenda la obsesión que tienen con Aída. Al terminar la gala todos hablando de ella. Como dice Alejandro: “No tienen tema de conversación. Llevo aquí casi un mes y no sé a qué se dedica Daniela”. Pues eso.
Observatorio de nominaciones
Los votos se repartieron como sigue anoche:
Emma > Aída (3), Marco (2) y Daniela (1)
Elettra > Aída (3), Irma (2) y Alejandro (1)
Ivonne > Aída (3), Alejandro (2) y Daniela (1)
Marco > Irma (3), Emma (2) y Aída (1)
Sergio > Aly (3), Alejandro (2) y Aída (1)
Alejandro > Daniela (3), Ivonne (2) y Aly (1)
Nominados: Aída, Daniela, Irma y Alejandro.
Solo nominó el equipo rojo, ganador de la prueba de la pista americana. En otra ocasión sería deseable que nominasen todos y solo contasen los votos de un equipo, aunque ellos no se deberían enterar hasta el final del programa. Lo digo porque así sabríamos por dónde respiran todos.
Alejandro fue el único que no nominó a Aída. Antes de entrar a nominar, Sergio le decía a Aída que la iba a dar un voto de confianza. Supongo que es una forma encubierta de avisar que iba a meterle un punto. A Aly le dio tres, supongo que también de confianza. Ahora Aída piensa que Sergio no la ha nominado. No sabe lo que quiere decir el concejal cuando habla de confianza. Se le olvida que es político.
Aída le agradeció a Alejandro sus tres puntos a Daniela, aunque también me parece significativo que esta concursante fuera nominada por Emma e Ivonne. Me esperaba los puntos de Marco a Irma, pero no los de Sergio a Aly. Ambos reservaron para las compañeras citadas sus tres puntos. Por otra parte, Emma y Marco no le dieron puntos a Alejandro.
Alejandro nominó en realidad a Raffaella Carrà, Jennifer López y Jodie Foster. Menudo es él.
Moleskine del gato
Alonso Caparrós responde las preguntas de Jordi González y dice sobre Aída: “Creo que tiene un punto”. Muy rápido en la reacción, Jordi tercia: “De momento tiene once”. ¡Bravo!
Se dice por ahí que el enfado de Marco no era con su plato de pasta, más o menos lleno, sino por haber escuchado abucheos desde el plató. Aless, que ya está acostumbrado, no pensaba en otra cosa al terminar la gala. “A mí y a Marco nos han abucheado mucho”, decía el del unicornio. Mira que me cansan los aplausos y abucheos desde plató, pero solo por ver la cara de Gibaja lo justifico. Y hasta lo agradezco.