Rebelión en el equipo de los siervos. José Antonio decidió anoche echar un pulso al programa negándose a cumplir con el castigo de ir atado a Elena durante un tiempo indeterminado. Como casi siempre pasa con este concursante, pronto se vino abajo y relajó su posición aceptando dicho castigo. El problema de las rebeliones que duran tan poco es que denotan que no son más que un capricho de quien se considera a sí mismo un pilar del programa. José Antonio cree que está siendo el concursante imprescindible, sin el cual el programa estaría vacío de contenido. Pretende ser clown y augusto a la vez, el payaso listo y el torpe, la pimienta y la sal que necesita toda salsa. Pues no. Muy alta consideración de sí mismo como concursante debe tener para pensar por un momento que le funcionaría el plante. Y en caso de no funcionar se convertiría al menos en máximo protagonista durante un rato.
Antes del plante, José Antonio se llevó la mayor decepción desde que comenzó el concurso, aunque se trata de esas personas que tienen una “mayor decepción” cada día. O, mejor aún, una por la mañana y otra por la tarde. Lo suyo es equivalente a lo de la boda de la década o el partido del siglo, que no pasa un año sin que tengamos un par. La decepción fue con Barranco, quien debía poner el primero de los castigos de la prueba y le pidió Lara que dijese los dos compañeros entre los cuales se iba a decidir. Confesó estar dudando entre Elena o José Antonio y no valoró las consecuencias. Para el periodista fue una traición, si bien antes de calificarlo de ese modo había reconocido que él también le había fallado a Barranco una vez y así estaban en tablas.
Al final Barranco se decantó por Elena, aunque todavía quedaba un segundo castigo. Esta prueba de premios y castigos tuvo dos peculiaridades importantes: hasta el final no estaba nada decidido y tuvo ligeras, pero importantes, diferencias en un equipo y otro. Para repartir premios, castigos y sorpresas utilizaron el ranking de buenos supervivientes que elaboraron los concursantes de ambos equipos esta semana. Por eso el primero en elegir fue Hugo, cuyo premio fue un perrito caliente tamaño XXXL. Quedaba todavía un premio, dos castigos y una sorpresa (doble, según pudimos comprobar). Hugo decidía para quién iba el primer castigo y eligió a Nyno “porque no es limpio en las pruebas”. Luego repitió la acusación cuando discutiendo se llamaron entre ambos “sucio” y “cabrón”.
El castigo de Nyno fue, en principio, ir con los ojos vendados. Ana María, como segunda clasificada, fue la siguiente en decidir. Su premio fue unas gafas y tubo para pescar que solo ella puede usar. Ana María encasquetó a Yiya el castigo de ir unida a un compañero. Para Ivana quedaba la tablilla de las sorpresas, que por un lado de otorgaba un punto extra en las nominaciones y por otro la obligación de cuidar el fuego, lo cual incluye hacer la comida y permanecer en un corralito alrededor de la hoguera. Solo quedaba Fani, elegida como pésima superviviente. Resulta que ser el último en el ranking tiene premio porque pudo hacer justicia e intercambiar un premio o castigo entre dos de sus compañeros. Decidió quitar a Ivana el punto extra y lo de cuidar el fuego para dárselo a Nyno, quien a su vez le pasaba a la argentina su castigo de ir con los ojos vendados. Me gustó que Ivana se pusiera tan contenta cuando supo que tenía un punto más (lo cual perdió finalmente), a pesar de que no se veía capaz de cuidar bien el fuego y cocinar. “La última vez que lo hice me chamusqué los dedos”, decía. Ivana es definitivamente divina.
Cuando digo que hubo cierta diferencia en este juego entre los mortales y los siervos me refiero a que la superviviente pésima entre estos últimos tuvo más suerte. Fani solo pudo intercambiar entre dos compañeros lo que les había tocado, mientras que Rocío pudo hacer justicia igualmente y, además, tenía un punto extra en las nominaciones de mañana. Diría que el punto extra en el otro equipo no se lo llevó la menos votada. Pero empecemos por el principio. Barranco se llevó el perrito caliente, igual que Hugo. Los dos sucumbieron a la tentación de hincarle el diente antes de tiempo, aunque no podían hacerlo por si al impartir justicia su premio terminaba quedando en manos de otro. Ahí estuvo despierto Nyno, pidiendo a Fani que le diera el perrito de Hugo. Estos dos concursantes van a terminar mal.
Barranco le dio a Elena el castigo de cuidar el fuego y hacer la comida en el corralito en torno a la hoguera. Antes de eso había dudado si dárselo a José Antonio, quien lo consideró una traición, como conté antes. Cegado por la indignación, José Antonio acusó a Barranco de hablar mal de otros compañeros. No lo especificó, pero se entendió perfectamente que se refería a Jorge, que no había sido considerado para llevarse el castigo. Entiendo en parte el enfado de José Antonio, más amigo de Barranco que Jorge, sin duda alguna. Fue precisamente Jorge el siguiente en elegir para llevarse el premio de las gafas con esnórquel. Y, ahora sí, decidió que el castigo fuera para José Antonio. Este fue el origen de su pulso al programa, porque pensó que le producirá ansiedad ir unido a un compañero. Y encima le tocó Elena, con quien se lleva a matar, especialmente desde que lo amenazó con sus abogados como quien echa los perros a su enemigo.
Resulta que los mortales tienen un componente menos que los siervos. ¿Qué supuso esa diferencia? Pues veamos: en los mortales, Ivana tuvo un premio y un castigo, mientras que Fani solo pudo hacer justicia decidiendo un intercambio. Sin embargo, en los siervos Rocío tuvo dos premios: el punto extra en las nominaciones e impartir justicia. Si no crees que Rocío tiene una flor en salva sea la parte y por eso siempre pilla es porque no estás viendo este Supervivientes 2020, cosa que te recomiendo vivamente. Pilla comida en cada prueba de recompensa. Y en esta prueba de premios, castigos y sorpresas, se llevó dos premios. Nadie más tuvo tanta suerte, por así decirlo. Rocío le dio a Elena las gafas de Jorge, quien tendrá que cuidar el fuego. Buena decisión puesto que Jorge no puede pescar por su lesión en una mano. En el otro equipo tendrían que haber quitado también las gafas a Ana María porque no sabe nadar.
El otro plato fuerte del programa fueron las conversaciones con familiares, que solo tuvieron Jorge, Barranco y José Antonio. Imagino que en próximas semanas tendrán ocasión los demás. Recomiendo a los familiares de concursantes en una próxima edición que contraten una buena fibra óptica y se compren la mejor cámara web del mercado. De otra forma pasa lo de anoche, que apenas nos pudimos enterar de lo que decían la mujer de Jorge y las madres de los otros dos concursantes. Lo mejor de esta parte es que para poder establecer comunicación tenían que buscar unas llaves primero en agua jabonosa y luego en harina. ¡Harina! Con la carencia que tenemos en la España confinada. ¡Y de la levadura ni hablemos! Terminaron medio ahogados y con la cara como payasos. Ideal para antes de hablar con un ser querido.
Los dioses estaban prestos y dispuestos a escupir barro o agua en la ceremonia de salvación, pero había una pega esta vez. Eran cuatro dioses y cinco nominados, la cosa no cuadraba. José Antonio fue el voluntario obligado a hacer de quinto dios y tirar un cubo de agua o barro sobre la cabeza de Yiya, nominada disciplinariamente. A quien no lo viera ya le adelanto que fue el cubo de barro. Aunque bien pensando, no creo que nadie tuviera esa duda. La duda en realidad podía estar entre si se salvaría Fani, Hugo o Jorge. Finalmente, fue este último, rompiendo la prolongada racha de Fani. Elena está al mismo nivel que Yiya, nadie hubiera apostado por su salvación.
Moleskine del gato
“Cuidado con las manos”, le dijo Isabel Rábago a Cristian Suescun. Se refería a que, a pesar de la distancia social que se respeta en plató, había movido las manos tanto que casi la roza. Menudos brazos debe tener Cristian. Por un momento pensé que la advertencia de Rábago era para que Cristian no acercase las manos a la zona testicular, sabiendo que es su tendencia natural.
Jorge se mareó y José Antonio sugirió que no le dejasen dormir. “Hay que preguntarle cosas”, afirmó. E intentando ayudar estaba Elena, más predispuesta que acertada: “Jorge, ¿cómo te llamas?”. Preguntas difíciles no, por favor.
Creo que ya no queda nadie sin haber pescado al menos en una ocasión. José Antonio fue el último y el pez apenas sobresalía de su mano. También me resultó curioso que los peces de Rocío y José Antonio parecían estar muertos recién pescados. A ver si hicieron lo del dictador aquel bajito, que le ponían para la foto unos atunes más altos que él y nadie se creyó nunca que los hubiera pescado él.
Y mañana se reagrupan los equipos. Es decir, volverán a formarse equipos disputándose la localización. Imagino a casi todos cruzando los dedos para que no les toque el mismo equipo donde vaya José Antonio.