Hoy llega el último de los perfiles de finalistas y casi el final de esta edición. Mañana será la gran final, que promete estar llena de emociones. Se acaba este Gran Hermano 15, lo cual es siempre triste. Por suerte, esta vez tenemos la alegre noticia de una edición VIP, que según parece llegará bastante pronto. No sirve para ahogar del todo nuestras penas por el fin de esta edición, pero no deja de ser un consuelo. Aunque todavía falte por confirmar casi todo, ya adelanto que si hay GH VIP aquí estaré para contarlo.
Las tres finalistas recibieron anoche la noticia de que la final será este jueves, lo cual acaba con sus sucesivas conjeturas sobre que podía ser el domingo, el martes y así sucesivamente. La reducción de espacios en la casa les ha obligado a hacer clase de Zumba en el cuarto de baño. Ya quisiera yo un baño en el que poder bailar. No verán la luz del día hasta el mismo jueves, aunque será más bien la luna en cuarto menguante el foco que ilumine su salida de la casa. Ayudarán los de la tele, eso sí.
La final llegará con Alejandra, Yoli y Paula sumidas en cierto complejo de culpa por haberse atiborrado a comer estos días. La combinación de atracón más siesta pide siempre ir incrementando las dosis, hasta que anula cualquier otro instinto. De estar así unos días más igual ni sienten ni padecen y pasan hasta de lo del premio. No, de eso seguro que no van a pasar. Lo que sobra es el sentimiento de culpa. Ya lo dijo Mercedes Milá el jueves pasado: “La culpa es una puta mierda”.
Salvo por la entonación, menos vehemente, podría ser perfectamente una frase de Paula. No sé si a Azahara le valdrá el consejo, aunque sospecho que ella se ríe también de los consejos, pero quien se lo ha tomado al pie de la letra es Hugo. Es el que más ha pasado de sentirse culpable y le imagino como un loco ordenando su agenda para tener su polvo diario, por lo menos. En su vídeo de presentación decía que el sexo era importante para él, y el siguiente plano era para la Rubia. Ahora veríamos pibonazos en fila esperando su turno.
Y voy ya con el daguerrotipo de Paula, una segunda oportunidad para enamorar. Esta concursante esperó su momento para enamorarnos a muchos. O tal vez debería decir para hacernos morir de amor. Supongo que si es muy intencionado no funciona, pero que un concursante haga famosa una frase es todo un puntazo y da buena muestra de la popularidad alcanzada. Es algo que los humoristas tienen bien aprendido, y por eso necesitan tener una frase que explotar durante un tiempo, a la que sucederá otra cuando la anterior haya calado lo suficiente en el público. “Muero de amor” es la frase de Paula, y no creo que mucha gente haya sido ajena a su enorme difusión, incluso entre aquellos que no ven nunca Gran Hermano, o aquellos que lo negarán siempre. Salvo por el acierto de llevar una frase personal de fácil viralización, Paula no empezó su camino en el programa con buen pie.
La primera noche hubiera apostado por que Paula sería mi muñeco de pimpampum preferido, aunque el mexicano que el programa había convertido en su pareja dentro del concurso parecía disputarle ese puesto. Su excesiva agitación y lo impostado de su voz hacían de ella un personaje irreal, aunque siempre confié en que nos daría momentos memorables. Nunca pude prever que serían de tal calibre. Mucho menos que lograría emocionarme como pocos concursantes lo consiguen, y terminaría siendo mi apuesta ganadora.
Sigo sin comprender por qué a veces habla como si se acabara de meter un chute de helio. La prefiero en cualquier otro momento, aunque confieso que he terminado de acostumbrarme. Es su registro cariñoso, y he comprobado como lo utiliza tanto con Omar como hablando con el ‘súper’. Sobre su histrionismo, creo que está en parte provocado por una gran hiperactividad, que a su vez explicaría la necesidad de comer más que nadie. De alguna manera tiene que reponer tantas energías derrochadas, la mayoría de las veces con tonterías como limpiar la encimera del baño cantando y bailando.
Superados los perjuicios con Paula nos encontramos con otro escollo: su relación con Omar. Hay parejas que se aportan lo mejor el uno al otro, mientras que otras tienden a contaminarse entre ellos. Este segundo caso creo que fue el de Omar y Paula. Por ejemplo, Paula transmitió a Omar sus escasas simpatías hacia Alejandra, lo cual hizo que él compartiera una cierta animadversión que en otro caso, seguramente, no habría existido. Y Paula fue arrastrada por Omar a un aislamiento apático con el resto de la casa, lo cual anuló en buena medida su ímpetu inicial. Por suerte, a las tres semanas de empezar esta historia, aparecía Lucía, “la piba de Omar”, como ella misma se definió. No podíamos imaginar que un día después todo iba a cambiar.
Si dejamos a un lado el sufrimiento personal de Paula a consecuencia de la entrada de Lucía, podemos decir que nada podía beneficiarla más. Titulé entonces de esta forma, con más torpeza que intuición: “Salió perdiendo Paula”. Cambiaría ese titular ahora si pudiera, porque fue más bien todo lo contrario. Cierto que perdió a Omar, lo cual es casi digno de celebración. La noche gloriosa del viernes, un día después de entrar Lucía en la casa, Paula estuvo a punto de desencajar su cadera intentando llamar la atención de Omar, evitando que mirase a su exnovia. No fue su única equivocación, también tuvo el pésimo gusto de decirle a Lucía que no iba a moderar sus muestras de cariño hacia Omar por estar ella presente. Se podía haber evitado todo eso.
Estoy hablando de la madrugada más intensa y apasionante que he vivido en los más de doce años que llevo comentando este programa. Si a la mañana siguiente el final hubiera sido otro, no dejaría de reconocer que habíamos vivido una historia increíble, con un ritmo lento y reposado, a rebosar de intriga, lo cual hizo que desearamos a cada minuto saber lo que iba a ocurrir en el siguiente. Nunca había pasado nada igual. Las cuatro (p****) horas más increíbles, una madrugada para recordar. Pero es que, además, esa noche fue cuando realmente apareció Paula. De repente, sí. Y de forma inesperada.
Por recrearme en el recuerdo de esa madrugada, que me sigue embelesando, y también para quien no lo tenga tan presente, recordaré que finalmente Omar había decidido seguir con Paula. Así se lo comunicó a Lucía en los balancines con forma de huevo del jardín. Esto sucedía después de que hubieran estado ambos muy unidos en el suelo del vestidor. Después de que Omar le dijera a Lucía que seguía siendo la madre de sus hijos. Después de que casi se besaran. Entonces volvió a la casa, donde Paula esperaba impaciente después de una eterna espera que más había parecido una auténtica tortura china. Omar le dijo a Paula que esa era probablemente la decisión más dura de su vida (craso error) y que quería seguir con ella. Y Paula brilló con un destello cegador.
No hay nada más satisfactorio para el espectador que ver al personaje de la película cumplir sus deseos. “Dile tal cosa”, pensamos o incluso decimos a veces viendo una película o una serie, y nos agrada cuando comprobamos que el guionista tuvo esa misma idea. Esto en Gran Hermano es casi orgásmico. Me ha pasado utilizar un juego de palabras con determinado refrán dedicado a un concursante y que él mismo tuviese la misma idea un día después.
Son esos momentos mágicos que nos regala este programa. Aquella noche, en ese momento clave, mi mente le estaba pidiendo a Paula que fuera ella la que rechazase a Omar. “Después de las horas de sufrimiento, ahora la que no quiero soy yo”, era la frase que retumbaba en mi mente de gato guionista. Lo mejor de todo es que esa fue la reacción de Paula. ¡Dios mío! Qué momento más impresionante.
La concursante capaz de protagonizar esa historia y terminar tomando la decisión que como espectador le estaba demandando, tenía que convertirse en la gran protagonista de esta historia. No cabía otra opción. Aquella madrugada encumbraba a Paula en el olimpo de grandes concursantes, del que ni siquiera habrá de bajar en caso de no llevarse mañana el maletín. Ya era imposible pensar en su voz de Teletubbie o lo exagerado de su impostura. A partir de esa madrugada empecé a mirar a Paula con otros ojos, aunque todavía le faltaba un trecho importante para llegar donde está hoy.
Después de ese vital episodio, Paula lo hizo casi todo bien. No cayó en la tentación de explotar la pena, siguió su camino sin mostrar grandes rencores y todavía tuvo tiempo de recomponer sus relaciones en la casa, convirtiendo a Luis en su hermano, cómplice y algo más. Los dos, junto con Hugo, hicieron una alianza que se distanciaba de otros compañeros sin cargar las tintas de la inquina. Es cierto que criticaron a los demás, especialmente a las primas, pero fue solo de una manera esporádica. Me atrevo a decir que la alianza con Luis y Hugo, especialmente con Luis, ayudó mucho a Paula a superar el trago vivido con Omar.
En el camino, Paula había demostrado ser capaz de superar las circunstancias más adversas, que había afrontado dando muestras de una gran personalidad. Y había dejado atrás esa imagen de falta de autenticidad, logrando darle la vuelta a la tortilla por completo. Si hoy me preguntan por el concursante más auténtico de esta edición no dudaría en dar el nombre de Paula.
Lo que inicialmente había sido visto como falso hoy es una muestra de la pasión con la que vive todo, como temiendo que cada día y cada minuto sea el último. Paula es de esas concursantes que se bebe el programa sorbo a sorbo, saboreando y disfrutando cada momento. Por algo este ha sido su sueño. Nadie la arrastró hasta esa casa. Porque Paula, como me gusta siempre decir, es uno de los nuestros.
Paula había conseguido que cambiara mi opinión sobre ella, había sentido y nos había hecho sentir, incluso se había convertido en una buena guionista respondiendo a nuestros deseos en el momento clave y hasta dando la frase que más se recordará de este Gran Hermano, su intransferible “muero de amor”. ¿Qué podía faltar? Faltaba enamorarnos, y eso estaba tan solo a un paso después de todo lo dicho anteriormente.
Por si cabía duda, Paula me ha terminado enamorando de forma arrebatadora. Lo ha conseguido esa combinación entre locura estridente y prematura madurez, que solamente explica una vida dura y azarosa en la que ha tenido tiempo de aprender cinco idiomas, vivir en dos continentes distintos, sufrir la deslealtad de alguien cercano o ser deportada de Hawai. Y todo ello con tan solo veinte años. Pero eso son circunstancias dadas que no influyen nunca en mi juicio sobre el concursante. Si acaso explican que una niña tan joven parezca tan adulta muchas veces.
De Paula me atrapó su sinceridad, el ir de cara con sus compañeros, la espontaneidad, lo creativa que es en todo momento, lo animada que se mostró en las fiestas y su enorme generosidad. No ha escatimado nada. Ha llorado de verdad, ha reído de verdad, ha gritado de verdad y ha disfrutado de verdad. En eso se ha parecido mucho a Luis, su hermano con derecho a roce, porque se ha mostrado siempre a calzón quitado, dejando que la realidad rasgara su piel todo lo que hiciera falta. Y la realidad la compensó haciéndola finalista después de estar nominada cinco veces y ni siquiera poder rehuir exponerse porque no tenía con quien pasar el turno.
Ya dije ayer que cualquiera de las tres finalistas merece llevarse el premio y formar parte del palmarés de ganadoras de la historia de Gran Hermano. Pero, sinceramente, creo que es Paula quien se ha convertido ya en ganadora. Se lleve o no el maletín, este fue su Gran Hermano.
Moleskine del gato
Dos datos para mayor satisfacción de los amantes de este programa. ‘Gran Hermano 15’ fue lo más buscado en Google durante el presente año. Y ayer la App de GH 15 recibió el premio del público a la Mejor App 2014 de los The App Date Awards. En el acto de entrega de los premios, que tuvo lugar en el Espacio de Fundación Telefónica, nos contaron los impresionantes datos de esta aplicación, que ha superado todas las previsiones hechas por los técnicos responsables de la misma. Ahí va un resumen, del que me llama especialmente la atención el dato de los 36 millones de sesiones en la emisión del 24 horas en el mes de octubre.
Dejo los podcast de mi sección de ayer en el programa de radio MorningGlory. Primero adelantando mi impresión sobre la final de mañana y luego hablando de los orígenes y precedentes de Gran Hermano.