Mila: necesita tener todo bajo su control
Ayer defendí la tesis de que las finalistas conocen poco el programa, lo cual no resulta deseable. Sin embargo, me resulta contradictorio que manejen un esquema de programa del pasado muy distinto al que ellas están viviendo. Gran Hermano ha ido evolucionando para garantizar su propia continuidad. No hubiera sobrevivido al paso del tiempo sin incorporar novedades y cambiar algunas de sus señas de identidad. También se ha visto obligado al presentarse de forma diferente.
El programa de hace casi dos décadas tenía una gala semanal de menos de tres horas y un debate de menos de dos. Ahora son tres galas a la semana de cuatro horas, lo cual obliga a crear nuevas dinámicas. De esta forma surgieron contenidos como los alegatos o los posicionamientos. O, más recientemente, los tuits. También pueden ver ahora en la casa los porcentajes ciegos, información que siempre había estado reservada a los espectadores del Debate. Son solo algunos ejemplos de nuevos contenidos que modifican viejos planteamientos. Desde la primera repesca he defendido siempre los cambios en el programa, que no existiría de no ser por esta capacidad de evolución.
Por todo esto que cuento me llama la atención escuchar a Alba quejarse de que le hagan una pregunta desde plató cuando quedan cuatro días (no es una expresión) para la final aludiendo a que llevan tres meses aisladas del exterior. También Adara habló el domingo del aislamiento, aunque ella ya sabemos que repite muchas veces lo que escucha como un mono de repetición. La condición de aislamiento era una seña de identidad de las primeras ediciones, igual que lo fue el retorno a lo básico. Recuerde el lector que en la primera edición no tenían electrodomésticos y debían lavar la ropa a mano. Luego casi todo esto ha cambiado.
El retorno a lo básico sucumbió enseguida, aunque bastante más tardó en relajarse el aislamiento haciendo permeable la casa a la entrada de información de distintas formas. Desde los tuits a los que antes aludí hasta mensajes de sus defensores que siempre contienen algún tipo de información o visitas de invitados en diversas fases de la edición. Hablar hoy en día del aislamiento es un reflejo del pasado, que se corresponde poco con el programa que han estado viviendo Alba, Mila y Adara durante estos tres meses.
Después de haber recibido la visita de sus familiares, leyendo tuits todas las semanas y con frecuentes alegatos desde el plató de sus defensores, cuando no llamadas de teléfono, decir que llevan 100 días aisladas es un desatino. Todavía más ridículo resulta que lo diga Alba, precisamente una de las concursantes que salió de la casa para resolver un asunto personal. No critico que el aislamiento sea mucho más relativo ahora, solo me resulta curioso que hablen de ello estas finalistas porque en muchas otras ocasiones parece que no conocieran el programa y ahora se refieren a una vieja característica del pasado.
Mucho aislamiento no está viviendo Adara las últimas semanas. A saber, ha recibido la visita de Hugo Sierra y de Gianmarco en una gala. El miércoles pasado se encontró con Joao y pasó de nuevo con Gianmarco toda la madrugada y parte de la mañana siguiente. Además, ese día la visitó su madre. ¿Aislamiento dicen? No me hagan reír. Por cierto, más larga pudo haber sido la visita de Gianmarco de haber querido él mismo. Hemos sabido después que le ofrecieron quedarse todo el jueves, justo hasta el comienzo de la gala. El plan era que en ese momento abandonara la casa y se desplazara hasta el plató para comentar lo vivido. Sin embargo, el italiano prefirió dejar la casa a media mañana para poder descansar en su hotel y estar más fresco por la noche en la gala.
El amor por Adara le sale a Gianmarco por todos los poros de su piel. Por eso prefiere descansar en el hotel a quedarse con su amada todo el día. Cuanta pasión se ve en esa relación. Luego Adara expresaba su arrepentimiento y seguía pensando en Hugo Sierra. Ayer expresaba su extrañeza por no haberlo visto en la quedada de Madrid, cuyas imágenes pudieron ver el día anterior. ¡Todavía pensaba que iría a algo así!
Cuando escuchamos los planes de Adara para después de la final se desinfla la preocupación de algún miembro de su familia porque vea a su hijo nada más salir de la casa. Parece que Hugo no estará esperando con el pequeño a que salga el jueves, lo cual produce esa preocupación de la que hablo. Pero deja de tener sentido todo cuando escuchamos a Adara decir que esa noche quiere salir de juerga con Gianmarco, Joao y los demás compañeros de encierro. Esos son sus planes y no otros, por el momento.
Daguerrotipo de Mila
Mila necesita tener todo bajo su control y eso le ha fallado en estos meses. No niego la inseguridad y falta de confianza en ella misma de la que todos hablan. También la propia Mila ha hecho referencia a estas razones. Pero la Mila que conocemos no deja ver esa inseguridad. Es más, en muchos momentos me pareció apreciar una abrumadora confianza en sí misma. Y eso es porque está acostumbrada a no salir de su zona de confort, donde tiene todo controlado. En su programa algunos colaboradores son más importantes que los personajes y las tramas, incluso diría que los directores. Ellos son los protagonistas, la valiosa materia prima en la que todo descansa. Por eso Mila, igual que otros compañeros suyos, pueden poner las reglas. En GH VIP las reglas están puestas y no es fácil que se adapten a un concursante determinado.
No poder decidir si se pone el disfraz de chorizo o el de gallina saca de quicio a Mila y nos hace ver esa inseguridad de la que todos hablan. Le gustaría controlar y no puede. Lo mismo le pasa con sus compañeros. Con Joao todo fue bien mientras que la velaba a los pies de la cama como si fuera su dama de compañía. Lo tenía controlado, puede incluso que dominado. Por eso cuando estrechó su relación con Adara y dejó de estar a su merced consideró Mila que ya no le valía, y hoy sigue denostando a ese concursante por haber perdido su control. A diferencia de Alba, Mila no reclama adhesiones inquebrantables, directamente quiere tener súbditos.
No deja de ser curioso que reclame sumisión una persona como Mila que no parece necesitar a nadie. Ha demostrado ser independiente y mucho más trabajadora que otros a quienes triplica la edad. Ella se basta y se sobra sola, lo cual ha demostrado teniendo pocos amigos de verdad en la casa. Ya me he referido a su historia con Joao. Con Antonio David tuvo sus más y sus menos. No le gustó nada que estuviera una noche hablando con Hugo, a quien ella llama ‘el repescado’ y promete que no dirá nunca su nombre. Tanto es así que hubo de explicarla que había estado hablando con ese compañero para promocionar el negocio de hostelería que tiene entre manos. Con Adara, por ejemplo, ha estado más tiempo enfrentada que de buen rollo. El resto han sido su rebaño. Solo Hugo Castejón y Kiko Jiménez se atrevieron a ponerse en su contra.
Tengo dicho que si Mila ha pastoreado es porque los demás se han dejado pastorear. Algunos están encantados con ser rebaño. Aunque lo negara alguna vez, también lo confirmó cuando decía cosas como que iba a dejar más libertad a El Cejas. Tener tantos palmeros no la ha beneficiado en absoluto, pero esto tampoco es algo que pudiera controlar. El respeto no se lo gana por la edad sino por su posición. Cualquiera que contemple la posibilidad de tener una carrera televisiva puede sucumbir a la tentación de dorar la píldora a Mila pensando que igual eso no le facilita las cosas, pero en el mejor de los casos tampoco se lo va a poner más complicado.
No es miedo, cosa que ella parece detestar, sino simple interés. En todo caso, sospecho que si hubiera podido controlarlo nada hubiera cambiado. Y es un error, porque proyecta una imagen de prepotencia que ha jugado en su contra. Le adjudicaron el papel de emperatriz o abeja reina con toda razón y coincidiendo en ello enemigos como Hugo y Kiko. Como suele pasar con el poderoso, se rodeó de pelotas, lo cual no parecía molestarle en exceso. Todo esto contribuyó a que la viéramos intocable e impermeable a las críticas. Mucho más segura de sí misma de lo que estaba en realidad.
Mila reclama a los demás algo diferente a lo que ella está dispuesta a dar. Tuvimos el ejemplo durante las primeras horas de encierro cuando le recordó una antigua relación a Hugo Castejón y cuando este respondió recordando también a Mila una relación le montó un dos de mayo. A partir de ahí comenzaron los odios africanos hacia un concursante al que llamó primero “hijo de ****” y siguió luego cuestionando su talento, capacidades y hasta la apariencia física. Le llamó “loco de psiquiátrico” o “acosador”, entre otras muchas lindezas. Aparte de insinuar cosas delicadas de todo tipo, llegando a afirmar entre bromas y veras lo siguiente: “Este es de los que va a los parques y se lleva a los niños”. Mila logró socializar su enemistad hacia Hugo hasta llegar a aislarlo de todos, haciendo insufrible su estancia en esa casa.
Hubiera comprado a la Mila protestona y cascarrabias, la que no está satisfecha con nada y le pone pegas a casi todo, si también hubiera dejado aflorar su buen humor. Esa otra Mila divertida y socarrona de risa contagiosa. Por desgracia, esto solo apareció el último mes, aunque viendo el vaso medio lleno me alegro de que al menos haya sido así. Pienso que Mila tenía que mantener su papel de representante del eje del mal y en la medida que cediera podía acabar con todo su prestigio como mujer temible y deslenguada. De alguna manera se vio atrapada en su propio personaje y no dejó ver la persona.
Protestar por todo es parte de su personalidad y amenazar con abandonar fue algo a lo que nos acostumbramos a los cuatro días. Si a esto le hubiera sumado el buen humor y se hubiera erigido en madre de todos hubiera sido muy difícil quitarle el maletín. Mila dejó pasar la oportunidad de ser vista como una abuelita adorable, nada que ver con el personaje al que estamos acostumbrados. Desaprovechó la oportunidad una vez tras otra. No supo asumir la pérdida de control y sospecho que le resultó difícil convivir con un grupo numeroso de personas. Imagino que acostumbrada a vivir tranquila le aturdió tener tanta compañía. Es en estas últimas semanas, con apenas cuatro o cinco concursantes, cuando ha mostrado la mejor cara.
A la hora de hacer un balance de su concurso no es posible olvidar la Mila faltona y obsesionada con alguno de sus compañeros. Imposible dejar de tener en cuenta que no paró de quejarse, que todo le iba mal y nada estaba hecho a su medida. Durante un tiempo no entendí qué diablos hacía ahí si tan mal le parecía todo. Tampoco puedo dejar de pensar en la singular relación que tuvo con sus compañeros, su apatía, la poca predisposición a remar a favor del programa y seguir el juego que les proponían. Pero también tengo en cuenta la Mila de conversación interesante, la comprensiva, la que me hizo reír con ganas en las últimas semanas. Una Mila generosa e incluso protectora con sus compañeras finalistas.
Mila estuvo a disgusto durante semanas, arrepintiéndose de estar ahí. No era una pose, creo sinceramente que lo estaba viviendo así. Quiero pensar que ahora ya no se arrepiente, que le compensa y agradece haber aceptado participar en esta aventura. Puede estar contenta si estos tres meses le han servido para superar algunas fobias y, sobre todo, cambiar su visión sobre el programa. Por mi parte, sin perder de vista todo lo negativo dicho anteriormente, también he cambiado mi forma de ver a Mila Ximénez. La de ‘A tu lado’, la ‘Sálvame’, la que entrevistaba a famosos en el Hola, la de Marbella, la amiga de Encarna, es ahora también la de GH VIP. Una cascarrabias que puede ser muy divertida. Prefiero quedarme con esto.
Moleskine del gato
Ayer Alba se levantó de la cama a las seis de la tarde. Hasta esa hora vimos por la casa a Mila y Adara solas. Pero, claro, ahora me siento mal por comentarlo. Alba quiere que no tengamos en cuenta que se ha pasado la mitad del tiempo en la cama porque hay poderosas razones que lo justifiquen. Razones de las que, por razones obvias, no puedo ni debo hablar. Muy justo todo.