Mónica, derrotada y sin ganas de continuar
Tras finalizar el Límite 48 horas de anoche, Mónica se encontraba derrotada y sin ganas de continuar. El desgaste tras casi un mes de encierro comienza a notarse. Anoche fue salvada Miriam una vez más. Nominada semana tras semana y entre las menos votadas por la audiencia para abandonar el concurso. Esto, unido a los abucheos que se llevó anoche desde el plató, puede ser la causa principal de que Mónica esté pensando en hacerse un Aramís y pedir ser nominada por sus compañeros. Aurah consolaba a una Mónica hundida, refugiada en una manta. No es agradable ver a un concursante superado por las circunstancias, aunque en este caso dista mucho de ser algo sorprendente. Se veía venir.
Si Omar fuera el encargado de explicar lo de Mónica anoche diría que está pillando una depresión de caballo al ver el bajísimo porcentaje para la expulsión de Miriam, lo cual le está dando la vida mártir, hermano. Creo que es un buen resumen. Ni siquiera pareció consolarla el amable comentario de Jorge Javier relativo a que ella y Makoke son quienes mejor disposición han mostrado ante la prueba, imagino que se refería entre los empleados.
Los concursantes tienen mucha información y muy valiosa al conocer los porcentajes ciegos. Debe picar mucho que Miriam tuviera anoche un 7,4 % de los votos, poco más que el 6,4 % de Verdeliss, la otra salvada. Completaban el total los otros dos porcentajes: 34,1 % y 52,1 %. Al final del programa y tras convertirse la expulsión en un duelo entre Omar y Asraf quedaba así la cosa: 43,8 % y 56,2 %. Espectacular avance del porcentaje menor sin que ocurriese nada relevante durante el programa. Si acaso, Omar quedó peor parado en las imágenes que el programa ofreció del desastroso comienzo de la gala. Y Asraf pudo apuntarse algún tanto por el momento lacrimógeno con su hermano.
De subir un porcentaje debería ser el de Asraf por lo visto durante el programa, aunque eso significaría que Omar tenía muchos menos votos inicialmente (él sigue pensando que la diferencia es de 14). Y me cuesta aceptar esto tras lo visto en la gala del jueves pasado y la casi unánime decisión de la audiencia votante por la que quedó nominado de forma directa. Confío en que, den las vueltas que quieran dar los porcentajes, al final salga Omar el jueves. Es una simple cuestión de profilaxis, por así decirlo.
Sobre si Mónica pide su nominación, creo sinceramente que algo se debería hacer para evitarlo. Es algo que desvirtúa el elemento más importante de la parte de competición que tiene este programa y condiciona de forma indeseable lo más importante en las galas de los jueves: las nominaciones. El oportuno rapapolvo que les soltó anoche Jorge Javier por lo mal que han afrontado la primera prueba semanal terminaba con la aclaración de que tienen las puertas abiertas para marcharse si no están dispuestos a participar en el programa e implicarse del todo. Esto incluye a quienes bastardean el concurso pidiendo la nominación, lo cual es pretender condicionar a sus compañeros.
Con todo, espero que Mónica se lo piense bien y coja fuerzas para continuar descartando la idea de pedir su nominación. Sigue siendo necesaria en esa casa. Su enfrentamiento con Miriam está siendo la base sobre la que se construyen casi todas las tramas. El debate sobre si es una la que depende de la otra me parece absurdo. No es exacto que Mónica no sea nada sin Miriam. Tampoco lo contrario. Si analizamos el concurso de la dos está siendo mucho más brillante Miriam. Anoche mismo nos ofrecía un momento de esos para meterse a la audiencia en el bolsillo cuando explicaba la curva de su vida. Miriam es una concursante cien por cien real, con sus defectos y sus virtudes. Su histrionismo y lo estridente que resulta muchas veces no impiden que otras podamos ver su cruda realidad. Sin aspavientos ni fisuras.
A calzón quitado afrontó anoche Miriam esa curva de su vida donde no ocultó nada. Acusó a Carlos Lozano de no haberse portado bien, reconociendo ese mismo error en ella. “La diferencia es que yo lo reconozco y él no”, dijo. Con gran entereza hizo el relato de algunos momentos muy duros y culminó la curva con el más alto, el que le ha supuesto una mayor felicidad: su participación en GH VIP. “Me ha hecho revivir”, decía. Miriam trasmite emoción, realidad, sencillez y cercanía. Anoche no solo se metió una vez más en su bolsillo a la audiencia, hasta Carlos Lozano decía que le había gustado. Incluso pude ver en él de forma tímida el reconocimiento que le reclamaba Miriam. Aunque igual veo un poco lo que quiero ver.
Las diferencias entre Mónica y Miriam son muchas. Esta última nunca se ha escondido bajo una manta a llorar, por muy mal que le hayan ido las cosas. Tampoco ha mostrado nunca tentación alguna de no seguir concursando. Podríamos pensar que es normal porque las cosas a Miriam se le están poniendo de cara. Sin embargo, su experiencia en la casa está siendo mucho más dura que la de Mónica. No es solo una sensación que tengamos como observadores atentos del programa, también la comparten algunos desde dentro de esa casa. Ángel lo expresó con bastante acierto cuando advertía a Techi que debían tener cuidado porque la cosa estaba cerca de poderse considerar bullying hacia Miriam. Las palabras no están de más casi nunca, estar al borde del precipicio no significa haber caído al vacío. No todavía, al menos.
Ayer tanto Mónica como Miriam fueron objeto de las bromas de Omar, director del Hotel Playa Guadalix de la Sierra. Utilizando el teléfono para sus bromas, lo cual diría que es un fallo de prueba, imitaba con bastante acierto la voz del ‘súper’ diciendo a ambas que tenían una visita sorpresa. Las dos se lo creyeron, y lloraron por partida doble. Primero lo hacían por la emoción al creer tan buena noticia. Luego al ser conscientes de que todo era una broma. Con Miriam llevó Omar la cosa más lejos porque especificó que se trataba de su madre y la invitó a ir de inmediato al ‘confe’ para encontrarse con ella. En la puerta escuchó las advertencias de que era mentira, y se rompió.
Considerando que llevan casi un mes de encierro no me parece extraño el disgusto de estas dos concursantes al descubrir el engaño, especialmente Miriam. A ella le duró más el disgusto, creo que lo vivió de forma más intensa y con mayor amargura. No es muy diferente a esa otra reacción de Asraf a la que me refería antes, cuando tras ver a la abuela de Omar hacer en directo su alegato esperaba que a él se lo hiciera su hermano (que, además, cumplía años ayer). Cuando vio a Isa Pantoja en su lugar se le cayeron los palos del sombrajo y no paraba de llorar disgustado. Todavía lloraba más cuando al final podía ver a su hermano y defensor en plató. El universo de los sentimientos en esa casa es muy especial, por lo que entiendo perfectamente a Asraf. Lo mismo que entiendo la reacción de Mónica y Miriam ante las bromas de Omar.
Me parecen de mal gusto estas bromas, pero lo importante no es eso sino la reacción posterior de Omar. Ahí es cuando estuvo realmente mal. Puede tener disculpa por no haber sabido medir las consecuencias de lo que estaba haciendo, especialmente si lo lamenta después, como hizo. Pero una cosa es disculparse y otra pretender que quienes son víctimas de las bromas las encajen de una manera u otra. Como le intentó hacer ver Verdeliss (sin éxito), no controlamos nuestros sentimientos y reacciones. No debió pretender Omar que tras sus tímidas disculpas Miriam olvidase de inmediato el mal momento pasado. Seguramente no lo habría hecho ni siquiera si la reacción de Omar al ver las consecuencias de su broma hubiera sido más sincera y cariñosa.
Lo explicaba con su inigualable estilo Ángel esta madrugada. Escuchar a este concursante es un gozo permanente. Es una flor entre la maleza, como decía @WiccaIreland. El rato que nos dio tras el programa en el dormitorio de los clientes no tiene precio. Con carácter, brillante, enérgico, gracioso y casi siempre acertado. Gran Hermano en estado puro. Nada que ver con lo de algunos, obsesionados por vender amores imposibles de creer, y poco dados a cualquier cosa que implique un mínimo esfuerzo. Decía Ángel: “Los de las bromas son como los tontos, siempre les da por lo mismo, por dar por culo”. Pues eso.
Al ver que Miriam seguía afectada y molesta, Omar empezó a cargar contra ella con una sarta de descalificaciones que no por repetidas me dejarán de parecer inconvenientes. Techi se sumaba a otro momento de hostigamiento. La cacería a Miriam es el deporte preferido en esa casa. Y otra vez la murga de si ha tenido relaciones con señores mayores, que tiene la cabeza grande o está mal operada. Descalificaciones de ínfima categoría, que definen más al ofensor que al ofendido. Al lado de esto, las provocaciones de Miriam, sus hirientes canciones, el “pinche gonorrea” y su espejito parecen muy inocentes. Al paroxismo del ridículo llegaban anoche en la casa pidiendo durante una conexión que le quitasen el espejo a Miriam. Ridículo es la palabra.
A muchos, entre los que me encuentro, no nos hace falta que el programa pida nuestra confianza. “Me tenían con el hola”, como dice Jerry Maguire en una de mis escenas preferidas de una de mis películas preferidas. Se trata de una confianza que nadie regala y el equipo que hace Gran Hermano se ha ganado durante años. Por tanto, me creo que Mónica sopló una servilleta y no hay estornudo ni escupitajo que valga. La escena se presta a interpretación y cada uno es libre de hacer la suya. Pero aceptamos barco como animal acuático. Ahora bien, me tomaré la libertad de analizar la teoría del soplido, dándola por buena.
Cuando menos el gesto parece extraño. Me gustaría poder decir que yo no paso la bayeta por mi mesa sin antes soplarla, o que también soplo el estropajo de lavar la vajilla y cuando voy bien de tiempo hasta soplo la fregona. Pero no es verdad. Soy prácticamente abstemio, pero si hay que soplar se sopla. Soplar en un paño o un trozo de papel antes de usarlo para limpiar un plato limpio aparte de raro tampoco me parece algo muy higiénico. ¿A quién no se le ha escapado algo de saliva soplando? Observen bien a los instrumentistas de viento en una orquesta y verán a lo que me refiero. Pero claro, igual estoy pidiendo demasiado.
Otra parte de la escena, un rato después del soplido, llevaba a confusión. Mónica miraba a los clientes en la prueba a quienes ya se habían servido las tostadas y preguntaba si las estaban comiendo. No se entiende tal duda y preocupación. ¿Pensaba que no las comerían? ¿A qué se debía tanto interés? Cualquiera diría que era por ver si estaba bueno su soplido, anunciado de forma repetida con anterioridad. No sé si prefiero a Mónica soplando o a otros que todo se la sopla. Pero aquí lo dejo, que se me ha pasado este escrito en un soplo.
El gato responde
Al hilo del “pinche gonorrea” que aprendió el sábado Miriam y repetía luego se produjo anoche un estéril debate en la red. Una amable seguidora defendía esta disparatada teoría: “En Sudamérica esa palabra (por gonorrea) es muy común. Hay mucha prostitución no controlada y, por ende, muchas enfermedades de transmisión sexual”. Con la ofensa gratuita a todo un subcontinente pretendía defender que Miriam debía conocer la palabra “gonorrea”, lo cual nunca negó. Fue Suso el que se hacía el ofendido dándose por aludido y preguntaba qué era eso. Tuvo que ser Aurah quien se lo explicase.
Un poco más tarde en la misma conversación, añadía la autora de la ofensiva teoría anterior: “Yo hablo de la palabra gonorrea, pinche tengo entendido que es un ayudante de cocina”. Acabáramos. Dios mío, llévame pronto.
Moleskine del gato
Verdeliss se siente sola y llora en el ‘confe’. Comprendo su soledad, a pesar de estar rodeada de compañeros. Es una sensación extraña. Además, ella nunca trabaja sola.
Suso ponía cara de estar oliendo algo fuerte y no agradable después de verse en las imágenes de las dos noches anteriores tomándose la prueba a coña. Creo que su depresión puede ser parecida a la de Mónica. O mayor. Porque no solo ve como ha elegido una enemiga que tiene el apoyo de la audiencia, sino que está quedando fatal, como siempre. Suso ve alejarse el maletín, lo cual debería hacerle replantear su concurso. Sin embargo, al terminar el programa volvía a su torpe escenificación de ‘hamor berdadero’ con otro fingido episodio de celos. Hasta los actores de las matrimoniadas hacían más creíbles sus disparatados dramas.
En la impagable noche de Ángel en el dormitorio contaba una batallita de la mili. Una noche estaba acostado en la cama inferior de una litera y vio algo que asomaba de la superior. Al parecer, el soldado que dormía encima no llevaba ropa interior y la fina colchoneta sobre la que descansaban se había desplazado hacia un lado. Lo que colgaba era el miembro del soldado. “Me dieron ganas de acercarme a la picha y pedir un Whopper”, decía Ángel. Genio y figura.