Miriam: optimismo y perseverancia, virtudes de una ganadora

telecinco.es 19/12/2018 09:53

El último daguerrotipo es de Miriam, inesperada candidata principal para llevarse el maletín mañana. En realidad, llegan a la final tres concursantes bastante inesperados. Miriam es una joven a la que nadie conocía hace tres años, cuando Carlos Lozano habló de ella en la casa de GH VIP. El Koala alcanzó gran fama hace más de 10 años con su gran hit, pero ahora estaba casi olvidado y buena parte de la audiencia tuvo que consultar quién era. Por su parte, Suso ha sido un loser de los realities, incluso diría de la televisión, salvando la situación muchas veces más por su simpatía que por su conocimiento del programa donde se dio a conocer.

Junto a estos tres finalistas entraron en septiembre a la casa personajes con mucho más renombre en el mundo de la fama, lo cual demuestra que no se valora si son más o menos famosos. La trayectoria profesional puede valer para tener un caché más alto, si acaso. Pero el espectador no se deja impresionar por esto. Se demuestra que también en el VIP las circunstancias personales anteriores al comienzo del juego no son tenidas en cuenta. Ni los dramas personales valen para ganar este concurso, ni tampoco cuenta tener más seguidores en redes sociales. Con lo primero se puede hacer alguna portada de revista y lo segundo puede servir para cobrar de algunas marcas por hacer publicidad. Ahora bien, no vale para ser ganador de Gran Hermano.

Coincide que los tres finalistas son un poco outsiders. Antes de convertirse en concursantes de este programa estaban más bien apartados del foco mediático. Un exconcursante de Gran Hermano, un cantante agropop y una joven peruana conocida por su relación con un famoso. Tres guerreros que vistos desde fuera no dan mucha mejor impresión que los invitados de esos programas de tarde donde se confiesan infidelidades y rarezas varias sin ningún pudor para regocijo de una presentadora de risa fácil. Sin bajar a la arena se les ve como a tres buscavidas salidos de los márgenes de la fama. La cosa cambia cuando se les presta atención en este contexto. Más si se hace durante tres meses.

Al cabo de esos tres meses de encierro y convivencia deseo que Aramís Fuster no esté en la final por sus excesos verbales y tampoco Ángel Garó porque así se evita tener que abandonar el plató (creo que por tercera vez, aunque a este gato cronista le han parecido tres mil). Los famosos más famosos han dejado paso a tres finalistas inesperados sobre el papel, aunque a dos semanas del comienzo ya se estaba hablando del posible triunfo de Miriam. Algunos incluso perdieron la batalla en su primera nominación, al principio del concurso, como fue el caso de Isa Pantoja. La audiencia impone su criterio y tras muchos años veo que lo hace al fin con buen tino. Tal vez sea porque nunca han estado las cosas tan claras como en esta gloriosa edición.

Anoche tuvimos la última fiesta en la casa, un karaoke continuación del habido hace semanas. Me provoca tristeza saber que no habrá otras fiestas, aunque no estoy seguro de si anoche me hizo llorar más esto o el desafine continuo de Miriam. Suso se defendió bastante bien y el Koala triunfó con muchas buenas interpretaciones. Les esperaba el micrófono de oro como premio, y aunque no lo entregaron se puede entender que estaba dado de antemano.

Me sirve la escena de los tres cantando para ir adelantando argumentos en el retrato personal que hago hoy a Miriam. Su falta de talento para la canción no le impide tomárselo con tanto empeño como todo lo demás. Su perseverancia es casi insultante y anoche volvió a demostrarlo quedándose sola delante del micrófono mientras sus dos compañeros se iban a dormir. Sus pilas no se agotan nunca, igual que le pasa al conejito del anuncio. Que, por cierto, tiene la cabeza bastante gorda.

Hablando de tamaños, tuvieron ayer Miriam y el Koala una inclasificable conversación en el cuarto de baño. “El deporte es bueno, pierdo panza y gano pene”, decía el Koala como si estuviera probando la letra de una nueva canción tan fina y familiar como aquella del hombre pincho. Esto dio lugar a la interpelación de una incrédula Miriam sobre durante cuántos años les sigue creciendo el pene a los señores. Según el Koala toda la vida pues “hay señores de 90 años que les sigue creciendo”.

En algún momento pensé que se referían a lo perdurable de la virilidad. No podía ser que estuviesen desarrollando la teoría de que el miembro masculino no para de crecer al igual que pasa con la nariz o las orejas. Empecé a convencerme de que era esto cuando escuché que en algunos casos crece un poquito cada día, pero me terminó de sacar de dudas Miriam al afirmar esto: “Tuve un novio al que le creció hasta los 30 años”. Debo de estar en este último grupo porque no noto nada de eso desde hace tiempo. Pero evitaré seguir haciendo biografía, que no es este el lugar.

Daguerrotipo de Miriam

No ha sido un paseo para Miriam este concurso. Hay quienes han dicho que ella lo tuvo más fácil por haber sido favorita desde el principio. Opino todo lo contrario, eso ha añadido dificultad a su concurso, aparte de no ser algo regalado. Aquí nadie regala nada. El nivel de exigencia que ha tenido esta concursante se me antoja muy superior al del resto de sus compañeros. Le pedimos a ella, igual que a todos, que se muestre en la casa igual que en su vida diaria, sin tener en cuenta que a veces eso es imposible. Es muy simple, en la vida diaria de Miriam seguramente no encontró nunca tanta hostilidad.

Es muy difícil ser uno mismo cuando topas con todas las circunstancias adversas posibles. Miriam sabía que encontraría al enemigo en esa casa, pero no podía prever que ese enemigo se multiplicaría hasta terminar siendo como una hidra de mil cabezas. No tuvo que lidiar solo con la hostilidad de Mónica, sino con la de una mayoría arrastrada por esta. Hay que ser muy fuerte para superar esa situación sin caer en el desánimo. La poca naturalidad que hemos observado en Miriam muchas veces viene motivada en parte por sus nervios ante el directo, también por su propia personalidad, dada a la exageración. Pero fue decisivo que se encontrase con una situación adversa que le ha exigido más que a nadie. La exigencia a esta concursante también ha sido mayor desde que el programa empezó a descansar en ella. Vimos que era el motor de esta edición cuando pudimos comprobar que la trama de Mónica y Miriam era, en realidad, la trama de Miriam.

Mónica se vio con la ventaja en el bolsillo y eso la hizo relajar. Como en la fábula de la liebre y la tortuga, Mónica se tumbó a descansar aupada por sus compañeros que la apoyaban y son en parte culpables de hacerle creer lo que no es. Ya dije en su daguerrotipo que no la ayudaron nada y han tenido su parte de responsabilidad en lo sucedido. La tortuguita Miriam seguía entonces su camino inasequible al desaliento hasta alcanzar la meta, como en el cuento.

Es entonces cuando vimos que el programa dependía de ella y le exigimos que lo llevase a cuestas. Igual que al payaso se le pide que nos entretenga, empezamos a pedir a Miriam que nos diera un buen programa. Y tuvimos ese buen programa en buena medida gracias a ella. Defectos tenemos todos, pero mucho más fácil es ponerlos en evidencia cuando la situación es adversa y la exigencia es mayor. En la medida que las dificultades crecen se pone en marcha un mecanismo de defensa del que es imposible salir indemne.

Lejos de mejorar, el panorama iba siendo cada vez peor para Miriam. Los pocos apoyos que tuvo al principio los fue perdiendo en poco tiempo. Hablo con mucha generosidad de apoyos porque en realidad me estoy refiriendo a concursantes que pasaron por alto el desagrado mostrado por Mónica cuando cualquiera se mostraba amable con Miriam, o simplemente hablaba con ella. Esta se tuvo que enfrentar en su primera nominación a Isa Pantoja, una de las personas que no le había dado la espalda. Isa fue más amiga que enemiga posiblemente por su independencia, esa apreciable tendencia a no hacer caso de lo que nadie le dice.

Con la expulsión de Isa perdió su primer apoyo, por así decirlo. Luego vinieron las decepciones con Aramís Fuster y, particularmente, con Ángel Garó. Aramís se convirtió en su cómplice los primeros días. Tener alguien que la escuchase supuso mucho para una Miriam aislada y menospreciada por casi todos. El cambio de Aramís fue repentino y nunca explicado, lo cual venía a aumentar el drama. De esta forma, perdía no solo alguien con quien desahogar sus penas, también una buena consejera.

Luego cambió de improviso Ángel, que había llegado a advertir sobre lo mal que se debía estar viendo la mala actitud de la mayoría hacia Miriam. Esta no tuvo conocimiento de lo dicho por su compañero, y seguramente aún no lo sabe porque no ha podido ver esas imágenes. Pero tuvo a este concursante en un pedestal por su cultura y habilidad en la cocina, que llegaron a fascinarla. Luego Ángel se volvía en contra de Miriam convirtiéndose en su principal azote mientras su única enemiga real seguía acomodada viendo pasar el tiempo. Miriam en lugar de ir mejorando su situación iba perdiendo los pocos apoyos que tenía, lo cual arrojaba más oscuridad a su poco clara situación en la casa.

No fue hasta la segunda mitad de la edición, más bien hacia el final, que se empezaron a acercar algunos compañeros. Primero Asraf y luego Tony, claudicando en ambos casos de su postura anterior posiblemente por la evidencia de que estaban ante la gran protagonista de esta edición. A pesar de algunas dudas generadas en la casa sobre la inconsistencia del voto de la audiencia, lo cierto es que era meridianamente claro que tanto el Koala como Miriam habían conseguido una inmunidad tan importante para la supervivencia como la que iba ganando cada semana un compañero. Igual de importante, pero más valiosa porque esta tenía pinta de ser para siempre, lo cual se terminó confirmando.

Dije en mis segundas impresiones que Miriam me estaba pareciendo más sensata de lo que podía esperar y me estaba empezando a ganar, no solo por ponerme del lado del débil (que también) sino porque me estaba pareciendo mejor que muchos. Bien pensado, parece insólito que alguien como ella me haya terminado ganando en estos meses. Irritante muchas veces (sobre todo cuando canta), excesivamente teatrera en las discusiones y demasiado poco instruida. Sin embargo, me fascinaron otras cosas en ella que han pesado más que sus defectos. Sobre todo, su perseverancia y su optimismo. También que fuera de frente y sincera casi siempre.

En las entrevistas entre finalistas Miriam se equivocó reconociendo que exagera a veces en las discusiones y no haciendo lo propio cuando preguntaron si reconocía ser provocadora. Lo primero es evidente y no va en menoscabo de su naturalidad. Para ella es natural, porque forma parte de su personalidad, dramatizar en exceso y ser un histrión a veces. Tan claro como que sus provocaciones no siempre eran reacción a las de otros. La he visto provocar por afición, especialmente a Makoke, a quien seguramente no odia, pero nunca le ha caído bien.

Miriam gana en la confrontación porque es rápida respondiendo y nunca tira la toalla. Como le decía hace días Suso, siempre fue superior en las discusiones. En esto tuvieron mucho que ver los demás, igual que en todo. Por contraste con el resto está claro que brilla especialmente. Pero no es el caso de concursante que gana por descarte. Tampoco porque hayan sido tan torpes de provocar la típica situación de todos contra uno. Si Miriam gana será porque se lo ha ganado a pulso, con más esfuerzo y sufrimiento que nadie. Creo que conquistó a la audiencia desde el principio. Nos tenía con el “hola”.

Entre ser y no ser, Miriam eligió ser, como le gusta decir a ella. Su proverbial perseverancia le proporcionó la resistencia que necesitaba. También su optimismo, que me hizo recordar la historia del niño pesimista y el niño optimista. El distinto comportamiento de sus dos hijos tenía extrañados a los padres, por lo cual decidieron consultar a un psicólogo que los sometió a una prueba. Encerró al pesimista en un cuarto con toda clase de juguetes y le dijo que hiciera con ellos cuanto quisiera. Al optimista lo llevó a un cuarto lleno de estiércol de caballo.

Horas después encontraron al primero desolado frente a los juguetes. “El columpio me golpea las piernas, las fichas del rompecabezas me dañan las manos, ese acertijo me tiene con jaqueca y aquel videojuego me toma mucho tiempo”, dijo el niño. El otro niño estaba cubierto de porquería hasta la cabeza y cuando le preguntaron por qué estaba así respondió: “Presiento que debajo de toda esta boñiga hay un poni, y lo estoy buscando”. La optimista Miriam confió en que habría un premio bajo tanta porquería y me parece que mañana lo va a encontrar.

Moleskine del gato

Desde hace tiempo preceden a las finales unas singulares campañas electorales, lo cual me hace pensar que estamos en jornada de reflexión. Tal vez debería haber escrito el daguerrotipo de hoy un día antes. En cualquier caso, creo que pocos tendrán dudas sobre su voto. Ojalá se haya votado tanto en los teléfonos como en la encuesta de este blog, que ha batido ya récords históricos, con más de 220.000 votos desde que empezamos a hacerlo en positivo. Esto es un motivo de orgullo, al igual que todo el cariño y reconocimiento que estoy recibiendo desde hace días. Comparto la nostalgia en este final de edición, por lo que agradezco y comparto el deseo de vernos pronto. Pero esto todavía no ha terminado, así que disfrutemos de lo poco que queda.

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