Miriam era una apuesta segura como ganadora, aunque no faltaron sorpresas en la final
No es cierto que fuera una final sin sorpresas la de anoche. El triunfo de Miriam Saavedra era una apuesta segura, pero no hubiera imaginado que Mónica tuviera el horrible gesto de evitar estar en plató. Tampoco era previsible que el Koala ni siquiera felicitase a la ganadora, su amiga desde el principio. Y no fui capaz de aventurar que Suso y Aurah se darían tanta prisa para escenificar la enésima ruptura, si bien en esta ocasión pudiera ser la definitiva. Sobre el segundo puesto para Suso sí tenía un fundado temor. Había una alta probabilidad de que esto sucediese, aunque prefería pensar que sería segundo el Koala y tras ver la actitud de este anoche hasta me alegro.
Es de suponer que el Koala sangra por la herida de haber quedado tercero y eso le hizo tener una reacción tan mala. A la humillación del puesto se le añade un porcentaje tan exiguo, algo inferior al 7 %. Al menos así estaba la cosa en los porcentajes ciegos al comienzo de la gran final, únicos que pudimos conocer en toda la noche. Aunque lo negara, el Koala pensó que podía ser el ganador. Es poco creíble lo que dijo su mujer de que no fue a ganar el maletín. Nadie juega para perder, otra cosa es ser más o menos realista. En ese sentido, es muy posible que antes de empezar, o en las primeras semanas de concurso este concursante no soñase en el triunfo, pero no me cabe ninguna duda de que ese terminó siendo un escenario con sitio en su mente en la recta final.
Si el Koala no hubiera acariciado la idea de hacerse con el maletín la imagen que tendríamos hoy sobre su participación no estaría tan deteriorada. Su actitud en las dos últimas semanas y, muy particularmente, anoche ha sido más que discutible. Para su desgracia, la ambición por ser ganador pudo con él y le hizo cargarse su concurso. Podríamos haberle terminado viendo igual que durante la mayor parte del tiempo, como un buen hombre que con sus miedos y su tendencia a evitar la confrontación directa había defendido una justa causa con Miriam y sabido leer bien el concurso. Le cegó al final su ansia por ganar, convirtiéndose en su mayor enemigo.
La suma del porcentaje de la ganadora y el del tercer clasificado es de tres cuartas partes del total de los votos frente al cuarto restante. Ese 75 a 25 ha sido, más o menos, lo que ha venido siendo la tónica durante todo el concurso. Los votos para expulsar a Miriam y el Koala han sumado, como mucho, lo logrado anoche por Suso. Pero está claro que el reparto entre los dos amigos no era como había soñado el cantautor agropop. Aunque le costará asumirlo, es cierto que si llegó hasta la final ha sido gracias a su buena relación con Miriam.
La mayoría apoyó desde muy pronto a Miriam y quiso asegurarse de que su soledad no fuera absoluta en la casa, para lo cual había que blindar al Koala y Verdeliss. Esta última cayó estando los tres nominados, único escenario posible en la que uno de los tres dejaría la casa. Anoche vimos un extraordinario vídeo con todas las expulsiones de la edición. Solo observando las imágenes se tiene conciencia real del abrumador triunfo que tuvo este trío, los tres fantásticos de la edición. Se fueron ventilando uno a uno, y de manera contundente, a todos los otros concursantes. Visto todo junto en un resumen a buen ritmo da hasta vértigo.
Entiendo la confusión del Koala, pero debe procesar la información de la que dispone lo más rápido posible para convencerse de su acierto haciéndose amigo de Miriam. Temió que esa amistad le había podido perjudicar hasta el punto de poner en peligro su permanencia en el programa. Pero la realidad es que de otra manera no hubiera llegado tan lejos.
Una de las constantes de la noche fue que Miriam dio mucho más de lo recibido por parte de los demás. Con Suso fue incluso excesivamente amable, para mi gusto, y ya podrá comprobar luego que a pesar de sus abrazos de anoche él no la ha correspondido con sus palabras de estos últimos días. El nivel de reventamiento preventivo de este concursante ha superado todas mis expectativas. Miriam decía que Suso era un merecido finalista, mientras este afirmaba estar avergonzado de que pidiera ganar ella.
Con el Koala tuvo Miriam el buen gesto de decir “eres mi Gran Hermano” cuando se supo que quedaba tercero. Sin embargo, este se dedicó a boicotear la entrevista a Miriam en la medida de lo posible. Para finalmente ni aplaudir ni felicitar a la ganadora. Curiosamente, vimos unas palabras suyas en la sala de confesiones donde decía: “Prefiero ser un buen perdedor a un mal ganador”. Supongo que es una frase, sin más.
La frase del Koala apela a la importancia de ser un buen perdedor. Mucho mejor que esa otra repetida por él sobre ser cola de león o cabeza de ratón. No confío en quien se presenta como humilde con ese lema, aparte de no estar de acuerdo en absoluto. ¿Qué diablos es eso de ser cabeza de ratón? ¿Seguro que es mejor ser el primero en las pequeñas cosas que el último en las grandes? Parece una de las típicas frases de Luis Piedrahita, aunque en este caso no vale ni para hacer humor.
La militancia del Koala entre los que se contentan con lo mediocre (ya sé que no todo el mundo lo interpretará así, pero es mi forma de verlo) no se corresponde con su actitud en este concurso, donde fue a lomos del transatlántico Miriam en lugar de arrastrarse por el suelo en un carro al que le faltaba alguna rueda, como hicieron casi todos los demás. Su descalabro se produjo, precisamente, cuando se bajó de ese barco. Anoche el Koala naufragaba de forma ostensible no solo por su mal gesto, sino por verbalizar una teoría aparentemente improvisada que basó en una situación real interpretada torticeramente.
Decía el Koala que decidió apartarse de Miriam tras la prueba del baile porque vio que Suso se acercaba a ella tras desmarcarse de Mónica y explicaba que lo hizo para no molestar ni enturbiar esa nueva relación. La conclusión es un disparate, aunque insisto en que está basado en una verdad a medias. Es cierto que Suso comenzó a ir a saco contra Mónica más o menos por las fechas que dice. Algunas veces la había estado pinchando antes, pero nunca con tan mala intención. También es verdad que empezó a llevarse algo mejor con Miriam. Más bien, fue por entonces cuando bajó el pistón y dejó de hablar mal de ella. Todo lo demás es pura invención del Koala.
Miriam ponía cara de estar bajo los efectos de un potente alucinógeno. Hay drogas que tienen un efecto menos demoledor que el Koala diciendo tonterías. Me temo que a estas horas (cuando escribo empieza a amanecer) no se le haya ido el efecto de esta droga inclasificable a Miriam. No debe ser fácil asumir que quien proclama la idea de ser un buen perdedor antes que un mal ganador termine siendo un perdedor pésimo que produce sonrojo en quienes le hemos estado apoyando hasta el final, intentando ver el lado bueno de las cosas. Anoche tras recibir Miriam el maletín, y viendo que el Koala ni siquiera atendía a lo que estaba pasando y estaba charlando con su mujer, ajeno a todo, todavía llamaba con cariño a su Koalita. Ni león ni ratón, el Koalita ha salido ranita.
La noche comenzó con Jorge Javier entrando en las instalaciones de Mediaset en calesa, provisto de un calefactor que mitigase los rigores de un otoño agonizante, prácticamente invernal. Creo que debían ser imágenes grabadas previamente porque en un plis plas estaba el presentador tras la puerta del plató comenzando la gala. La cosa podía haber comenzado mejor porque Aramís comenzó su bochornoso espectáculo, que remató cuando se levantaba del sofá apartándose de Miriam como de la peste cuando esta se acercó a abrazar a Verdeliss. “¿Qué vas a hacer ahora que se acaba esto?”, preguntó Jorge Javier, a lo que respondía Aramís que no lo sabe. He de decir que yo tampoco sé lo que hará, ni me importa.
Luego vino lo de Suso, el finalista que no llegó hasta ahí por deseo de la audiencia sino por tener la habilidad o la fortuna de conseguir no quedar nominado nunca. Eso se traduce en un apoyo de la cuarta parte de los votos, lo cual me parece incluso excesivo. Durante el día había amenazado incluso con marcharse a las puertas de la final, como esos novios que dejan plantada a su pareja en el altar. Reconozco que la gala hubiera quedado deslucida, pero igual nos habría evitado el latazo de sus matrimoniadas con Aurah y la suegra en medio.
No hace falta repetir que nunca me he creído nada de esta pareja impostada e interesada. Suso entró con la lección aprendida, convencido de que teniendo una relación ganaba puntos. No sé si Aramís se hacía la tonta cuando recordó su predicción sobre que tendrían algo en la casa porque no me cabe duda de que lo llevaban planeado desde fuera. Ahora escenifican una enemistad en la que la madre de Suso tiene parte de culpa porque urge sacar provecho de esta relación de palo lo antes posible. Es el momento de hacer caja.
Sabía que todo esto iba a suceder, pero no pensé que tan rápido. Aurah estaba anoche preparando el terreno a pico y pala. Mientras tanto, Suso declaraba amor absoluto por su madre poniéndose de su lado y, por consiguiente, contra Aurah. Si todo esto fuera verdad pensaría que la madre de Suso es la típica mujer a la que no le vale ninguna chica para su hijo porque se muere de celos pensando que compartirá su amor con otra persona, y que Suso está tan enmadrado que es capaz de despreciar a su pareja con tal de no disgustar a su madre. Confieso que la historia me sigue pareciendo un gran fake, pero firmo este análisis para sus protagonistas.
Si esto fuera un cuento de hadas habría creído que Aurah es la primera mujer de la que Suso se enamora hasta las trancas y tenía un proyecto de vida con ella. También creería que ese corte de pelo le queda bien en lugar de parecer más ‘quillo’. “Guapo es Asraf, lo mío es magia”, decía en un vídeo. Pffff… Y no tendría dudas de que si cambiara los bolos por estudio, como le aconsejó Jorge Javier, podría evolucionar sus ideas del mioceno. Pero como esto es telerrealidad no me creo nada. Que tampoco se confunda Suso, no se trata de comprarse unos cuadernos Rubio y aprender ortografía. Lo suyo requiere trabajo y esfuerzo que ni para construir la muralla china. Hay cosas que las aprendes desde la cuna o no se garantiza nada.
No quisiera parecer antipático con las madres, pero la de Miriam parece un retrato de la tristeza. Temo que el diccionario Larousse (iba a poner Vox, pero quita, quita) utilice su foto para ilustrar esa palabra. La pobre señora hizo un intento de arrancarse con su baile del gusano y de repente quedó paralizada por la vergüenza. Terminó la noche más contenta tras ver a su hija ganar. Miriam se tiró al suelo en cuanto supo que había ganado. Como buena diva se arrastró por el suelo hasta abrazar a su madre, giró sobre sí misma, abrazó el maletín, saltó y gritó. No esperaba menos.
Miriam ha ganado Gran Hermano porque nunca dejó de luchar. Perseverante y optimista, siguió su camino convencida de que nada ni nadie le iba a aguar la fiesta. Siempre la creí cuando decía no confiar en que se salvaría de una expulsión, lo cual hizo diez veces. No se confió, pero tampoco tiró nunca la toalla. Sin caer en el desánimo fue siempre fiel con quienes se portaron bien con ella, y generosa con casi todos. Anoche mismo lo volvía a demostrar, teniendo buenas palabras para todos y su desprecio más ostensible a una Mónica de la que pasa ampliamente.
Dije en su daguerrotipo que en ella me fascinaron cosas como “su perseverancia y su optimismo. También que fuera de frente y sincera casi siempre”. Pienso que Miriam ha tenido una vida no tan fácil en la que hubo de luchar mucho para alcanzar sus sueños. Anoche confesaba que ha sido muy feliz dentro de esa casa. Poco antes de empezar la gala se ocupaba de dejar comida para el gato. Ha sentido esa casa como suya y le costaba asumir que debía salir de ahí. Miriam ama Gran Hermano. Ella también es una de las nuestras.
Moleskine del gato
Ha sido una edición magnífica. El récord de audiencia en una versión VIP llega cuando muchos habían dado por muerto este formato. Una tendencia confirmada en la final, con un 32,6 % de share y 3.649.000 espectadores. ¡Récord de temporada! La realidad les azotó a algunos en la cara, devolviéndoles a una realidad posiblemente incómoda. Pero bueno, también alguna vidente dijo que ganaría “un hombre alto” y al final fue una mujer con poco más de metro y medio.
En la víspera de Nochevbuena tendremos debate con todos los concursantes. ¡Espera! Para el carro, gato, que todavía no se puede decir esto. Mónica anoche ni estaba ni se la esperaba. Personalmente me alegré de su decisión porque, por lo visto, es especialista en reventar programas con su ridículo show. Lleva tiempo subida a ese caballo. No solo es un caballo perdedor, sino que produce profundo bochorno. Por su parte, Ángel Garó adelantó anoche que no iría al debate. Y por la mía, si Aramís se queda en casa planchando el velo negro, mucho mejor también. Igual soltando un poco de lastre la cosa queda súper apetecible.
Lamento citarme, pero quiero recordar algo apuntado en mi moleskine de ayer. Hablando de la final decía así: “Será el final de fiesta, aunque no sé si la fiesta final”. Y, efectivamente, no ha sido la fiesta final porque la fiesta continúa. Tendremos más fiestas del prime time con la edición de parejas. Y este gato pertinaz (como la sequía) estará aquí para comentarlo. No sé cuándo será esto, pero sea cuando sea que comienza GH Dúo, volveremos a leernos. Hasta entonces, felices navidades para todos. Muchos besos y abrazos.