Makoke se convierte en el amable azote de Ángel
Como esos secundarios de una serie que en un episodio cobran un inusitado protagonismo, ayer Makoke despertó convertida en el azote de Ángel. Eso sí, se trata de un azote amable, porque ella es capaz de hablar con el mayor de los desprecios sin que apenas se note. Con un tono aparentemente afable recriminaba a Ángel que llamase “monje” y “santo” a Darek. “¿Por qué le llamas eso?”, preguntaba sorprendida Makoke. “Porque habla, te mira fijo y ya está”, respondía Ángel. Creo que ella tampoco lo entendió.
No exagero si digo que Ángel repitió unas cien veces el mismo discurso. No era optativo, tuvo que elegir un concursante para echarlo (él dice echarlo en lugar de nominarlo, a saber por qué), no te dicen que es obligatorio porque por política del programa no se utiliza la expresión, pero tuvo que hacerlo. El diálogo fue, más o menos, así: “Tienes que votar. Son las reglas del juego. —Pues con Asraf no fue así. —Con Asraf también. —Lo vi con mis propios ojos. —Crees que lo viste, pero no. —Estamos todos equivocados. —Pues estaréis equivocados”. Y esto repetido una vez tras otra.
Seguía Ángel: “Es un derecho y lo tienes que usar. Es que no es op-ta-ti-vo. Tie-nes-que-ha-cer-lo”. El tono era cada vez más vehemente. “Tienes que votar. Tienes que votar. Tienes que hacerlo. No es op-cio-nal. Ni con Asraf, ni el otro día. Estás en directo, Jorge te mete prisa, con sus coñas, pero es normal porque no puedes estar mucho tiempo, es un programa de televisión y hay que tomar una decisión, porque tie-nes-que-to-mar-la”, seguía diciendo Ángel. Su insistencia con el deber y la obligación puede denotar que no está tan convencido y necesita machacar la idea para fijarla en la mente de los demás. En este caso su interlocutora era Makoke, luego repetiría lo mismo en bucle durante horas a otros compañeros.
Pero Makoke es dura de pelar y no parecía dispuesta a dejarse convencer. “Pues estaremos todos equivocados. Lo vimos aquí con Asraf. Podías no haber votado a nadie y dejarlo como estaba”, decía con idéntica insistencia a la de Ángel. Son tal para cual, el rayo que no cesa. El combate “lo vi con mis ojos” contra “tienes que votar” hubiera quedado en tablas de no ser porque Ángel es cien mil veces más gracioso y convincente que Makoke, y porque aunque decía algo no del todo cierto sí se correspondía con el espíritu de lo que el ‘súper’ les había dicho a todos la noche anterior. Tanto es así que Ángel repetía los ejemplos del parchís y el balón que reproduje aquí mismo ayer.
Es cierto que ese tipo de decisiones nunca se han planteado como obligación, lo cual es un fallo del programa, en mi opinión. Son escasas las reglas, lo dijo también el ‘súper’ este domingo. Más que una regla se trata de la pura lógica que indica algo evidente: es un juego y hay que jugarlo. El concursante no puede ni debe dimitir de serlo. Insisto en la idea de que si alguien no está dispuesto a enfrentarse a esa responsabilidad asociada al jefe de la casa debería renunciar al juego por el que es elegido. Por no decir que debería renunciar al concurso directamente. Algo parecido pasa con la pregunta de Verdeliss. “No quiero saber nada que me pueda desequilibrar. Me parece sucio tener una información que pueda ayudarme en el concurso”, decía anoche. Pues no haber participado en la búsqueda de la bola roja. Si no lo quieres párate y te haces a un lado. Deja que los demás puedan optar a disfrutar ese premio.
Con su pregunta, Verdeliss finalmente quería saber si alguien más de su familia, aparte de su marido y una hermana, habían acudido a un programa. La respuesta fue bastante trol. El 41 % respondió que sí y el 59 % que no. Debo entender que la mayoría de esas dos quintas partes de los votantes que votaron sí decidieron trolear a Verdeliss dando una respuesta incorrecta a su pregunta. Eso tiene una consecuencia directa: anoche la concursante se quedó sin saber a qué atenerse. Ni sí, ni no, sino todo lo contrario.
La pregunta era un error por ser ajena al juego, y ya nos ha enseñado Ángel que “tienes que jugar, la opción es ineludible”. Pero una vez planteada hay algo claro: su respuesta es inequívoca. Quitando a algunos espectadores que pueden no haberse fijado, en cuyo caso no deberían responder, la respuesta es claramente un no. Que haya un porcentaje tan alto de votantes dispuestos a engañar a Verdeliss tiene varias posibles lecturas. La benéfica y caritativa: pretenden que se tranquilice y viva feliz. Son los que, sin poder saberlo, habrían contestado a la pregunta de su “marquita de ropa” que va todo bien. La más verosímil y probable es que intentasen confundirla o simplemente divertirse un poco troleando la votación. Es sabido que somos unos cachondos.
Si damos por buena la segunda opción, lo cual es cosa de cada uno, pienso que este juego aparentemente inocente ha podido transmitirnos otro mensaje más. El pensamiento extendido de que Verdeliss tiene mucho apoyo entre la audiencia dispuesta a votar no parece tan cierto. Se tambalea la idea si tenemos en cuenta que casi dos quintas partes de los votantes que se han molestado en responder su pregunta han querido trolearla. Hasta ahora teníamos la información de las veces que quedó nominada, pero las cosas cambian de acuerdo con lo sucedido en el programa. Y sospecho que ha podido perjudicarla este juego de la bola.
El domingo se vio a Verdeliss más interesada en conocer la marcha de un negocio privado que en el propio concurso. Esto puede haber hecho cambiar la idea de muchos sobre una concursante de la que hasta ahora había dudas sobre si estaba en la casa para vivir la experiencia o con el objetivo final de ser canonizada en vida, si es que eso es posible. Ahora pienso que está para promocionar su “marquita de ropa”. Este tipo de ideas que se le meten a uno en la cabeza no tienen necesariamente que ser verdad. Basta con que algo las genere y luego cuesta desecharlas. Y puedo asegurar que la propia concursante ha sido culpable de ello en este caso.
Volviendo a Makoke, ayer empezaba dando la batalla a Ángel por haber subido a la palestra a Darek, y seguía dorando la píldora al “monje” entrando también en bucle. Del bucle de Ángel al de Makoke y tiro porque me toca. Con su frialdad conocida, Darek explicaba sin pretenderlo por qué muchos le queremos fuera. “No he discutido ningún día desde que llevo aquí, no voy a discutir ahora. Para lo que me queda prefiero creerle. Sé lo que he visto y no fue como él dice la vez anterior. Pero yo le creo. Y si no es así ya lo veré fuera”. Eso, eso, para fuera y así lo ves pronto.
Mientras tanto, Ángel seguía con lo suyo. Él tiene una cosa: parece que cierra un tema, pero no. Eso sí, lo hace con peso y contundencia, como en los mejores versos de una copla. Ayer decía: “Al final sabes cuál es el resumen: Ángel se cabrea. Y ya me sé el chiste”. Entonces creí escuchar un ‘chimpún’ como final. En medio de los cientos de veces que Ángel repetía su teoría del deber y la obligación, cosas distintas sin lugar a dudas, comentaba también otros temas. Por ejemplo, que la audiencia no diera por superada la prueba de la telenovela.
“Han votado que no a la prueba”, decía Ángel, y añadía tras una pausa dramática que pocos como él son capaces de hacer: “Bueno, también a Hitler lo votaron. Es el peligro de la democracia”. Dice en el enunciado de la ley de Godwin (o regla de analogías nazis): “A medida que una discusión en línea se alarga, la probabilidad de que aparezca una comparación en la que se mencione a Hitler o a los nazis tiende a uno”. No recuerdo si era un corolario de esa ley el que hablaba de la caducidad de la conversación a partir del momento que se menciona a Hitler. Igual debe ser que se refiere a discusiones en la red, porque puedo asegurar que Ángel siguió dando la matraca después de esto.
El siguiente objetivo de Ángel fue dejar claro que no cocina más y ni siquiera iba a hacer la compra. Hasta el momento ha cumplido con ambas cosas. Para esto convocó una reunión antes de la compra cuyo momento cumbre me pareció cuando decía: “Soy buena persona y voy a ayudar en todo, cualquier duda que tengáis o una cosa que queráis consultarme naturalmente que lo voy a responder. Pero os pido una cosa: no me digáis nada de la cocina”. ¿Qué le van a consultar entonces?
He de confesar que me tiene cautivado Ángel Garó. Con todo lo decepcionante que pueda resultar en lo personal, y considerando que no voy a irme a vivir con él, me parece un lujo como concursante. Está a la altura de los mejores, como aquella Belén Esteban capaz de liarla en cualquier momento. Lástima que no tenga una Teixidó dispuesta a buscarle las cosquillas. Solo Miriam le planta cara y no se calla. Con Asraf tiene una extraña relación pendulante entre hacerle un retrato y llamarle poco más o menos que vago aprovechado. Y en días como ayer tiene el azote amable de Makoke.
Makoke tenía ayer el día inquieto y no solo hablaba con Ángel a primera hora sino también algo más tarde con Verdeliss. Ellos tres son de los que más madrugan y la ex de Kiko Matamoros parecía estar buscando alguien con quien charlar. No ha tenido muchas conversaciones con Verdeliss hasta ahora y, sin embargo, sí algún enfrentamiento incómodo estando en directo. Ayer relajaba el tono combativo tenido con Ángel intentando mostrarse amable con alguien. Lo intentó y le salió algo un poco raro. Preguntó si tenía una furgoneta para llevar a su prole de seis hijos y otros aspectos relacionados con tan numerosa familia. También hablaron de otros temas más o menos intrascendentes.
Makoke preguntaba: “Eres navarra, pero ¿del mismo Pamplona?”. Confirmado que Verdeliss vive en Pamplona forzaba un poco la conversación, posiblemente para poder prolongarla: “Yo tengo un proyecto ahora con una empresa de Pamplona, y hace poco fui allí en el AVE”. Respuesta de Verdeliss: “No. No hay AVE”. La primera en la frente. “Un tren sería”, atajaba Makoke. A ver cómo podía levantarlo ahora. Imagino su mente trabajando a destajo para salir de ese atolladero. Y seguía de este modo: “Fíjate, sabes que yo tengo dos hijos, una con Kiko y otro. Pues el otro se llama Tudela”. Momento de suspense. “Buenos cogollos en Tudela”, añadía Makoke mientras en su mente oía petar una traca celebrando que había salido de esa. “Se comen cosas muy buenas en Navarra”, contestaba Verdeliss sin mostrar sorpresa. La risión.
El gato responde
Cuando, por lo que sea, falla la ofensa. Decía ayer una amable seguidora referente a Suso: “Tanto es culpable el provocado como el provocador. Sois imparciales”. Habiendo dado las gracias por la parte que me toca de imparcialidad, otra amable seguidora hacía derivar la fallida ofensa en incomprensión y decía: “No te entiendo”.
Moleskine del gato
A Darek le visitó su novia anoche en el Última hora. Imposible que a estas alturas no le haya quedado claro que le puede expulsar la audiencia por mueble. “Haz el perrito, que estás muy gracioso”, le decía. Como verá el lector, ayer fue un gran día en la casa de Guadalix. Luego, sus compañeros se esforzaban por hacer más visible al polaco. Para ello gritaban a coro “tú no te vas” o algo así. Hubiera preferido verlo haciendo el perro, la verdad.
No podía haber bautizado con más acierto Omar a Asraf. Lo de “Culebro” le viene que ni pintado porque culebrea todo el rato. Ayer volvía a estar dorando la píldora a Mónica, incluso diría que preludiando cierto tonteo. Eso sí, parecía que iba a tontear con una adolescente, porque ayer a Mónica le dio por meterse en la piel de una niña de 15 años que hablaba como una de 7. Algo bastante raro y difícil de procesar. Se olvidó de ese singular papel cuando tuvieron que reorganizar las tareas ante la ausencia de Ángel en la cocina.
Mónica intentó todo para evitar que Miriam fuera cocinera junto a Aurah. Empezó defendiendo la rotación diaria en la cocina. Tuvo que ser Tony quien le quitase la idea de la cabeza porque eso es un desastre organizativo. “Estoy de acuerdo con la rotación, pero semanal. De jueves a jueves, no cada día”, decía Tony. Mónica callaba y otorgaba porque era él, supongo. Luego afirmaba directamente que no iba a comer nada cocinado por Miriam. Tal vez tenga temor de que vaya a soplar los platos antes de servir la comida, como le gusta hacer a ella.
Lo mejor de la discusión de la comida debería haber sido ver a Makoke diciendo que odia cocinar porque le desagrada hasta el olor de las tostadas. ¿Qué extraña fobia es esa? Luego presumía de hacer unos buenos calamares en su tinta. No estoy seguro de querer probarlo. Lástima que me pareciera mejor aún lo de Verdeliss. Es sabido que tiene su propia comida, que ella misma pide para tener la dieta equilibrada necesaria para toda embarazada. No he visto queja o reproche alguno entre sus compañeros. Ni siquiera cuando en medio de la discusión sobre la compra decía esto: “Yo me adapto”. Mejor no digo nada más.