Luca sumó con Cristina más del 95 por ciento de los votos entre los cuatro finalistas
La gala empezó con el habitual “muchas gracias, muchas gracias” de Jorge Javier Vázquez (siempre tan agradecido), aunque antes habían conectado con la casa y en plató la fiesta empezaba con Chimo Bayo. Agradezco la confirmación de que fue concursante de este programa. Incluso de que todavía vive. Incluso antes de agradecimientos tan tempranos empezó Jorge coreando “Chimo, Chimo”. Esto se lo puede apuntar el primer expulsado de la edición como su segundo milagro en vida. Luego saludó a Sandra Pica, ganadora esférica, y Julen de la Guerra. No lo pude evitar, cada vez que el presentador se dirigía a la pareja dudé si sería para garantizar que no se estaban echando un castañito (no sé si conoce todo el mundo el término para hablar de una siesta corta, pero en mi casa se dice así). Los exconcursantes en plató estaban tan estratégicamente colocados que casi todos eran contrarios a que ganasen Luca o Cristina. Les acompaño en el sentimiento, porque ganó Luca.
Entre Luca y Cristina sumaban el martes un 95 o 96 por ciento de los votos con cuatro finalistas. Es decir, dejaban para los otros solamente el 4 o 5 restante. Aquellos que se encargaron de intentar engañar a la audiencia y a los dos finalistas últimos diciéndoles que no son queridos por la audiencia deberían revisar sus conceptos. Casi toda la audiencia quería que ganase uno u otro. Por lo que me han ido contando muchas personas, una parte importante estaba alegre de celebrar tanto el triunfo de Cristina como el de Luca. Tampoco es cierto que Cristina haya perdido todas las votaciones gratuitas. Tengo que volver a recordar que fue inmune por votación en la web del programa. Y el pasado domingo era elegido de ese mismo modo el momentazo más importante de la edición: el baile de ‘Dirty dancing’ de la pareja. Las mentiras tienen las patitas muy cortas.
Los Gemeliers sufrieron sucesivas humillaciones en la final. De las primeras fue responsable su hermano Juan Carlos, recién llegado de Londres. Primero vino a decir que son unos setas, poniendo distancia con ellos al afirmar que él es mucho más animado. Luego sorprendió con la broma de que no les había echado de menos y le dijo a Dani que parecía Drácula así vestido. Todavía no sabía que venían de recibir la horrible noticia de que eran los terceros clasificados, perdiéndose la emoción de la finalísima. Lo cierto es que me parece una humillación demasiado severa que tuvieran el apoyo de apenas el 4 por ciento de la audiencia votante. Menos apoyo que el Koala, otro cantante finalista de reality (GH VIP 6). Tomando esa referencia de concurso de telerrealidad con famosos, Luca ganó anoche con un porcentaje mayor que el conseguido por estas ganadoras: Laura Matamoros, Alyson Eckmann y, precisamente, Adara Molinero. Con casi un 60 por ciento está bastante cerca de la media de porcentajes de ganadores de la edición de famosos de Gran Hermano.
Los Gemeliers seguían en estado de shock, lo cual explica cualquier cosa. Por ejemplo, que no llegasen a entender el recelo y la desconfianza de Cristina después de que Jesús le dijera en la sala de la verdad que había mentido cuando abrazado a ella dijo que la apreciaba. Se sorprendieron cuando Jorge Javier preguntaba si le pareció estratega Jesús cuando estuvo hablando con ella uno de los días en los que estaban enfadados. Cristina contestó que no dudó en aquel momento, pero ahora sí dado que el propio Jesús había confesado su insinceridad con ella. Incluso llegaron a confundir “Miguel” con “Gemeliers” cuando Cristina enumeraba los compañeros más reventados de la edición.
Está por ver si los Gemeliers se levantan de esta. Me hizo gracia el llamamiento de una seguidora en Twitter a que la compañía discográfica se estirase e hiciese una inversión para votar a su favor. Triste, no sabía la pobre que siguen sin discográfica. Quien entró en plató como un huracán fue Luis Rollán. Puso a los reventados en su sitio llamándoles reventados. A cada uno lo que es. Los finalistas definitivos entraron en plató con Luis fuera de juego desde el martes y después de recibir los gemelos la mala noticia de que nadie les ha comprado como concursantes, lo cual no parece un buen augurio para su relanzamiento como dúo vocal. Aunque igual no les votan ni en casa para ganar, pero sí comprarían sus discos. Nunca se sabe, como dice Luca.
La despedida de la casa fue una de las más emotivas que recuerdo, aunque no por nada que hiciera el programa. Improvisando, Luca y Cristina decidían despedirse de la casa antes de salir camino a plató. No les dejaron recorrerla por última vez, por lo que gritaron hasta desgañitarse. He de decir que en ese momento me pareció ver más emoción en el rostro de Luca que en el de una Cristina probablemente más pragmática. Luca casi hizo un pucherito, lo cual me recordó a sus lágrimas en la despedida de Frigenti desde plató. Y es que hay un hombre sensible debajo de esa apariencia de tenerlo todo controlado, a lo que contribuye el análisis preciso que hace de cada situación. Luca miró por última vez la casa con emocionada nostalgia. Se dirigían a plató.
Los tiempos de pandemia que vivimos ni aconsejan ni permiten un recibimiento de los finalistas al estilo tradicional. Por eso no llegaron en carrozas, ni coches de época, ni nada de eso. Y en las instalaciones de Mediaset no había nada montado porque los concursantes entrarían directamente a plató, sin masas enfervorecidas pasando frío en el exterior para apoyar a sus favoritos. Una vez en plató, la bancada reventada ni se levantó para saludar a Luca y Cristina. Tampoco lo habían hecho cuando entró Luis. Todavía me estoy preguntando como es posible que alguno acusase a Luca de fingir una relación sentimental con Cristina para calificarlo luego de merecido ganador. Diría que es incoherente, pero más bien me parece un dislate. Vendría a ser como decir esto: “Es usted un montajista que quiere engañarnos a todos fingiendo sentir amor por alguien que ni le va ni le viene, pero qué maravilla, merecía ganar”. Qué pase el siguiente paciente del manicomio. Gracias.
Adara casi peta cuando el presentador en lugar de hacer una pregunta concreta le dio la palabra simplemente. Si normalmente le cuesta hilar un par de frases en esta ocasión se atoró después de las dos primeras palabras. Y luego vino la risa nerviosa, que es un recurso fácil. El pavo que tiene la ganadora del último GH VIP valdría para el Día de Acción de Gracias. ¿Y por qué no iba a ser una buena opción en la cena de esta misma noche? Aunque por estas fechas hay más tradición de besugo, y ese lo tenía a su izquierda en el sofá.
Visto el panorama, había en uno de los sofás una persona normal. Al lado de Canales, que bordó como nunca antes se había visto su conocido papel de ficus, se sentaba Isabel Rábago. Rara avis, insólito fenómeno, exótica especie que resultaba casi una heteróclita extravagancia. Isabel tiene de atípico que es sensata, bien intencionada y no parece dolida hasta el trastorno por haber sido expulsada antes de la fase final del concurso. Manda narices que esta sea la única normal, sin contar a un Luis Rollán que todavía estaba aterrizando en la realidad, aunque por lo visto se ha enterado bien de con quien ha estado viviendo los últimos casi cuatro meses. Por eso debía estar tan tenso. Tampoco ayudó algún sobresalto habido en la gala final, esa es la verdad. Sobre todo a partir del momento que fuera de cámaras se escuchaba como berreaba Lucía Pariente, expulsada de plató un poco antes. Así no hay quien trabaje.
No me veo capaz de seguir bromeando si se trata de hablar del episodio “no me voy de plató”. Recomiendo ver el momento televisivo y reconozco sin rubor que me he visto en bucle el fragmento en el que Jorge Javier Vázquez le dice a Lucía Pariente: “Mira, Lucía, tú y tu hija sois las personas más desagradecidas y falsas del mundo. Y ahora Lucía abandona el plató. Después de publicidad volvemos”. Lucía miente, da igual cuando leas esto. En realidad, no se trata de que sucediera nada especial anoche. La cosa viene de más atrás y no han sido pocas las veces que lo he denunciado. La más reciente cuando publicaba el famoso tuit en el que sugería barbaridades de Luca y Cristina. Demasiado grave como para ser una broma y, sobre todo, para vendernos anoche que su actitud con Cristina está motivada tan solo por una simple antipatía. Pues si llega a tener algo grave en su contra no quiero imaginar las cosas que habría dicho.
Hizo bien Jorge en decir que “estamos hartos”, utilizando un muy apropiado plural. Yo también lo estoy. Y añado que estoy harto de que el propio programa dé cobijo a personas que intentan desprestigiarlo proyectando peligrosas sombras de duda sobre el mismo. Lo hizo Alba Carillo el martes afirmando abiertamente que su madre salió tan pronto porque no tiene de madrina a una persona del equipo. Mencionó a esa persona con nombre y apellidos, los mismos que llevo semanas leyendo en mensajes que daban por seguro que ganaría Cristina por una inexistente conexión personal o familiar entre ambas. Pues bien, ahí lo tienen: ganó Luca.
Lo único gracioso del asunto es que la bancada de reventados pareció enmudecer tras el episodio. Julen casi interrumpió su frase de apoyo a Lucía cuando vio el panorama. Otros se hicieron chiquititos y, ya digo, incluso felicitaron a Luca con una amabilidad no mostrada durante toda la noche. Se les quedó a todos cara de circunstancias e imagino a alguno dándole al magín: “¿Quién me mandaría a mí arreglarme con Lucía Pariente? Con lo bien que me vendría llevarme mal y soltar pestes de ella”. Igual ahora en lugar de apoyar toca retirar apoyos, no vaya a ser que le llamen menos días para ir a la tele. A diferencia de las caras largas de quienes han estado a la sombra de esa exconcursante, Cristina y Luca parecían estar flipándolo. El italiano se llegó a tapar la boca con su mano como expresión de asombro. No era para menos.
El beso más largo volvió a ser protagonista del vídeo más destacado de la noche. El problema de los besos en televisión es que o son doblados por actores profesionales o se escuchan siempre como algo menos agradable que escuchar a un bebé sorbiendo la sopa. Pero si se llegan a besar poniendo sordina a los besos les hubieran acusado de planificar hasta eso. O de ser amigos del ingeniero de sonido. Con más paciencia que el santo Job, la pareja tuvo que contestar lo mismo a los mismos. Que si la relación es de tipo económico, que si no van a durar nada, que ñiñiñi y otra vez ñiñiñi. Admiro la capacidad que tienen para seguir dando respuesta a las mismas garambainas después de tanto tiempo. ¡Qué temple, madre mía!
No le voy a discutir el premio a Luca. Ha sido mi favorito mucho tiempo, pero le retiré mi apoyo después de ver demasiadas cosas que no me gustaron un pelo. Confieso que el momento definitivo por el que pensé hasta aquí hemos llegado fue cuando le dijo a Cristina aquello de “he conocido a muchas como tú”. Por ahí no paso. Se pueden decir muchas cosas. Se puede ofender, a propósito incluso, cuando se está enfadado. Pero si las comparaciones son odiosas de por sí, esta que cito es además una canallada. Aparte de los errores de Luca, he valorado en este último mes las dificultades que debieron superar Cristina y él. Tengo claro que lo ha tenido bastante más difícil Cristina. Demostrando una fortaleza que me ha dejado admirado.
Con todo, Luca es un merecido ganador. Su análisis del concurso ha sido impecable casi siempre. Tras los duros programas de la pasada semana, le explicaba a Cristina que si se hubiera encontrado un camino de rosas, todo comodidad, tendría que estar preocupada. No lo dijo entonces, pero añado yo que ahí está lo sucedido con los Gemeliers. Sin tuits duros en su contra y con una amable Adara que andaba pidiendo su triunfo a la hora de saldar cuentas pendientes. Estaba claro que no eran rivales y lo hemos podido comprobar al ver si exiguo porcentaje de votos para ganar. Luca ha compartido con Cristina la parte más dura del concurso. Ambos sufrieron juntos la traición de algún amigo y el temor de una mayoría cuando descubrían que eran los favoritos de la audiencia.
Se podía prever que entre Cristina y Luca ganaría este último porque en los votos en negativo casi siempre salió mejor parado. Sin embargo, quise creer que en positivo sería la cosa diferente. Juntos han sido los grandes protagonistas de la edición, pero creo que ha sido más completa la experiencia de Cristina. Ella lo tuvo más difícil y partía en la peor de las situaciones. Sin antecedentes, prácticamente anónima para casi todos, tuvo que ganarse el apoyo y la simpatía de la audiencia. Apoyo y simpatía que terminó teniendo a pesar de lo que digan quienes confunden apoyo masivo con boots, robots que hacen trampas para votar.
El triunfo de Luca es personal e intransferible. Pensar otra cosa sería no valorarle lo suficiente. Se ha merecido el premio, entre otras cosas porque la audiencia así lo ha decidido. Pero a nadie se le escapa que ganando Luca de alguna manera también lo está haciendo Cristina. Los dos han arrasado en la final, como señalé al principio de este escrito. Y si dije hace un par de días que Cristina había sido el Alfa y la Omega de esta historia, hoy quiero rectificarlo. Luca ha sido el Alfa y Cristina la Omega. O al revés, para que me entiendas.
Moleskine del gato
Solo mostraron unos porcentajes ciegos, que estaban así: 59,6 % y 40,4 %. Al parecer, la ventaja de Luca creció unas décimas más hasta el momento de cerrar los teléfonos.
Aquí termina esta primera edición de la casa de los secretos, aunque anoche mismo se anunciaba otra para enero. Esto está a la vuelta de la esquina, así que habrá que descansar todo lo bien que sea posible para empezar con tanta fuerza la edición de anónimos como empecé a primeros de septiembre esta de famosos. Ya me estoy relamiendo.
Como ya adelanté ayer, el lunes vuelvo para comentar el debate entre finalistas que presentará Jordi González. Feliz Nochebuena para todos.