Carlos se ha dejado querer por Rafa y Álvaro intentando enfadar lo menos posible al grupo con el que lleva desde el principio del concurso. A sus nuevos amigos les ha vendido que se siente solo y su visión de Adrián, Marta o Colchero es ahora diferente. Habiendo comenzado la recta final es normal que cada uno piense con quién desearía llegar a la final. Carlos confesaba el lunes que le gustaría vivirla junto a Rafa, Álvaro y Sara. Sin embargo, esa misma noche se volvía a acercar a su grupo de siempre. Es lo que se llama nadar y guardar la ropa. O estar en misa y repicando.
¿Qué podía salir mal? Si repartía su tiempo entre unos y otros, haciendo creer a todos que son los más importantes para él, se podría asegurar que nadie le nominase. Cuando menos evitaría fácilmente que le metieran los tres puntos. Después de que Marta le pidiera explicaciones por hablar con Rafa lo mejor era seguir haciéndolo sin olvidarse de dejar claro a su grupo de siempre que siguen siendo los más importantes para él. Más o menos lo contrario a lo que contó a Rafa y Álvaro. El plan solo tenía un peligro, algo que pudiera poner en peligro su éxito: que unos se enterasen de lo que le estaba contando a los otros. Justo lo que sucedió ayer.
Carlos no valoró el peligro de hablar con Rafa y Álvaro estando delante Miriam. La aparentemente alocada invitada VIP, esa misma que en días sucesivos le ha preguntado a Cora si es Guardia Civil y si trabaja en un orfanato, se reveló ayer como la más peligrosa del escuadrón suicida que entró en la casa el pasado jueves y permanecerá hasta que sean proclamados los finalistas, si no he entendido mal. También debo decir que en la casa se ha extendido el convencimiento de que Víctor pedirá el protocolo de abandono mucho antes. Nadie piensa que vaya a aguantar tanto tiempo ahí dentro renegando por todo y prácticamente sin comer. Ayer le vi comer pan y poco más, un régimen tan efectivo como poco recomendable.
Miriam estaba presente el lunes en el cuarto de baño cuando Carlos, en una innecesaria exaltación de la amistad, decía a los presentes que le gustaría llegar a la final con ellos. Como dije antes, estos eran Rafa, Álvaro y la recién llegada Sara. Ayer por la tarde, Miriam hablaba con Marta y Adrián, a quienes de manera poco inocente les vino a contar lo dicho por Carlos el día anterior. Marta no salía de su asombro. Sus presiones a Carlos para frenar su acercamiento a Rafa no habían servido para nada, debió pensar. Como sería su grado de incredulidad que quiso confirmar lo que les acababa de transmitir Miriam y aprovechó que Sara pasaba por allí para preguntarle. A Sara le pilló de improviso y no pudo preparar una respuesta ambigua que evitase revelar algo dicho por Carlos en la confianza de que no saldría de allí.
Nadie contaba con la princesa inca y su capacidad desestabilizadora. Sara reconoció que Carlos había expresado su deseo de llegar a la final con quienes le estaban diciendo y Marta se abalanzaba entonces hacia el jardín donde (la casualidad) Carlos había dicho un rato antes: “¿Qué les estará diciendo Miriam a esos? ¿Cómo les estará manipulando?”. Confieso que ese momento es ya mi preferido de toda la edición. Carlos desenmascarado y su doble juego descubierto. Cuando Marta se acercaba al grupo que estaba plácidamente charlando en el jardín se mascaba la tragedia. ¿Qué diría Carlos ante la pillada propiciada por la indiscreta invitada? Mi conclusión es que, como siempre, no hay mal que por bien no venga.
Respondió Carlos que quiere llegar a la final con Rafa para medirse con él porque es fuerte. Su amistad y convivencia no ha cambiado, pero en el concurso quiere medirse con los mejores. ¿Y con Sara? Marta encontró ese flecho y no dejó pasar la oportunidad de apretar las tuercas bien fuerte. “Estoy diferenciando la amistad que tenemos con lo que es llegar a la final del concurso porque, obviamente, quiero llegar por. Ejemplo. con Rafa porque es, según mi percepción, la persona que está más arriba de todo esto”, decía Carlos en un discurso improvisado lleno de vacilaciones. Marta concluía que ella prefiere llegar a la final con la gente que aprecia y con quienes se siente bien, mientras su interlocutor prioriza llegar junto a los más fuertes en el concurso.
Marta puede llegar a entender que Carlos quiera llegar con Rafa para medirse con él, lo que vendría a ser reconocer al rival. Pero la explicación hace aguas por todos lados. “¿Y Sara? Que acaba de llegar”, inquiría Marta. Entonces a Carlos solo le quedaba hacerle el lío y volver a contar que se ha visto apartada y que estaba en un grupo que consideraba unido, pero ya no es tal. “Porque Sara haya llegado la última no voy a querer que se vaya”, explicaba Carlos, que no tiró nunca la toalla. Imposible reconocer que a cada uno le ha dicho lo que quería escuchar porque esto es un juego y él ha decidido jugarlo así. Como los maridos infieles pillados in situ, optó por negar la evidencia.
De nada le valió a Carlos que Sara tuviera reflejos para adelantarse a Marta y salir deprisa al jardín para advertirle del lío en el que le estaba metiendo Miriam. Le tocó a Carlos ser ayer víctima del aquelarre diario, aunque a poco le toca un poco también a Sara. Si no querían que le dijera nada a Carlos bien podían haber preguntado a este directamente, sin meterla a ella en el ajo innecesariamente. Sin caer en el desánimo, Carlos terminó recogiendo cable diciéndole a Marta que tras la conversación de la noche anterior sacaría a Álvaro de la lista para meterla a ella. Nada sobre Adrián ni los demás. ¿Y Sara? Pues la sigue manteniendo. Esta trama ha sido una fantasía. ¡Bendito reality!
Con el episodio que acabo de detallar se demuestran dos cosas: que es cierto lo dicho por Rafa sobre que Marta castiga a quienes se acercan a él y que Carlos ha mantenido un doble juego peligroso que, antes o después, se descubriría. Rafa recordaba por la noche que Marta siempre hace lo mismo. Nominó a Laila porque hablaba con él, aunque ahora dice que no se acuerda y mantiene, con razón, que ella nomina por las razones que le viene en gana. Por eso mismo, Rafa opina que nominan y presionan a la gente para que no hablen con él. Y luego está lo de Miriam. Víctor lo considera injustificable y una desestabilización gratuita. Según él, tienen que ayudar a brillar a los concursantes, no hacer que revienten. Por un lado de acuerdo, pero ¿y lo bien que nos ha venido para lo nuestro?
Marta y Adrián se quejan de que dudan repetidamente de lo sincera que pueda ser su relación, si está equilibrada en lo que siente cada uno o respecto a las insuficientes muestras de cariño que muestran y la posibilidad de que hayan forzado la relación para tener una trama en el concurso que no hubieran conseguido fácilmente de otro modo. Sin embargo, no se ponen en las botas de Rafa, de quien desde el principio han dicho que es frío y calculador. Que si planifica su concurso basándose en una estrategia de juego o emplea el humor de manera ofensiva y humillante en ocasiones. Aparte de la acusación sobre que encendía la mecha para que Nissy o Carmen entrasen en conflicto.
Rafa se preocupaba ayer por saber si Marta estaba bien tras lo sucedido la noche anterior, al tiempo que hacía bien en aclararle que si ella se sintió atacada por varias personas a la vez eso es exactamente lo mismo que lleva él viviendo desde hace más de dos meses. Nunca es tarde para que se den cuenta de lo que eso supone. De hecho, Adrián piensa ahora que si Rafa y él hubieran hablado más estarían de acuerdo en bastantes cosas y uno no vería tan mal las cosas del otro.
Lo contradictorio es que estén tan ilusionados de estar siendo el centro de atención en el reality y al mismo tiempo no les guste que se hable en la casa de su relación. Como dice Rafa: “Es algo que ha pasado en el reality y que repercute en mismo”. Les inquieta que se hable de ellos, aunque por otro lado les encanta, porque la opinión más generalizada es que se trata de una relación forzada por las circunstancias en la que Marta está más pillada que Adrián. Y que visto cómo se relacionan entre ellos solo se pueden pensar dos cosas: sienten un poco de repelús por el otro o son como púberes viviendo su primera relación y no saben ni por dónde empezar.
En cuanto a si se gustan, ¿qué quieren que les diga? Seguramente sí. Adrián le dijo a Nagore delante de todos (y ayer lo recordaba Cora) que se liaría con cualquiera de la casa, añadiendo el siguiente criterio de prelación: “Con la primera persona que me entrase”. Son jóvenes y bien parecidos, están encerrados y llevan practicando cierta abstinencia dos meses. Lo anormal seria que no se sintiesen una cierta atracción. Más cuando Virginia les dejó el regalo de ponerles sobre la pista de que tenían la posibilidad de hacer una cosita: liarse. Así, por si no se les había ocurrido. Que ahora Adrián se prodigue en explicaciones sobre que siempre ha sido un “hater” del amor, como hizo ayer durante mucho rato hablando con Álvaro, es un recurso de última hora. Como saltar encima de Marta en cuanto empieza a sonar la música por la mañana o escribirle mensajes de amor en la capa de polvo sahariano que la calima ha dejado sobre las máquinas de gimnasia del jardín pequeño. Tarde, llega muy tarde.
Anoche conocimos un nuevo secreto, en este caso de Laila y Nissy. Es el octavo secreto revelado tras la expulsión de un concursante (en este caso dos que concursaron juntas primero y luego separadas, pero siempre compartiendo secreto). Hasta el momento no han descubierto ni un solo secreto y no descartaría que esta parte del juego quedase cerrada sin que eso suceda. “Mi madre ha querido al dinero más que a mí” era el secreto de las mellizas.
Por otra parte, Laila y Nissy tenían que dejar en herencia sus tres esferas y ahí hubo una variación sobre lo que Laila había dejado dicho en la casa antes de su expulsión. La esfera número 12 fue para Cora, la 15 para Álvaro y la 7 para Rafa. Rafa tiene ahora la esfera que fue primero de Alatzne y Álvaro ha recuperado la suya original. Esta fue la sorpresa porque Laila le había prometido una de las esferas a Colchero en lugar de Álvaro. En la casa interpretaron que algo ha debido suceder para que obrara este cambio, aunque posiblemente sea que Nissy ha impuesto su criterio ya que también son sus esferas. Ahora Rafa y Carlos tienen 4 esferas, 3 Colchero, 2 Cora y Álvaro, 1 Marta y ninguna Adrián.
Un reto propuesto por el teléfono le dio derecho a Colchero y Adrián a descubrir dos nuevas pistas. Eligieron a Carlos y Rafa. La de Carlos es un pan y la de Rafa una olla exprés. También en esto se coordinaron Colchero y Adrián, aunque lo negarán igual que hacen con lo de pactar las nominaciones. El pan parece que puede estar relacionado con las colas del hambre, pero la olla no me cuadra con nada y debo decir que no me convencen nada las múltiples conjeturas que leí en Twitter anoche.
Han estado limpiando un poco y ya les vale. Con poco se contentan. No sé si Víctor ha cambiado tan radicalmente su opinión, pasando de verlo horrible a decir que ya está bien, pensando que si tienen que seguir limpiando le va a tocar hacer algo. Sería lo primero que hiciera desde que entró en la casa.
El pulsador se activó al terminar el programa de Sandra Barneda y a Colchero le costó lesionarse una pierna. Cora llegó primero demostrando que es importante no ponerse tacones para los directos. De momento se desconoce cuál ha sido su apuesta.
Dice Miriam que en Perú hay muchos japoneses porque llegaron con la guerra... como lo que está pasando con Ucrania. "¿Qué está pasando con Ucrania?", preguntó Colchero. Bueno, ya saben que algo está pasando.
Carlos volvió ayer a dar muestras de su capacidad como imitador. Más sucintamente que la otra vez, clavó todas y cada una de las imitaciones, introduciendo las de Sara y Víctor. No se atrevió todavía con Miriam, aunque no dudo que lo terminará logrando. La de Víctor me hizo soltar la carcajada, lo cual siempre se agradece. Carlos está siendo la estrella del momento. Eso es así.