Por una vez voy a “shippear” un poco. La pareja Huyang es tan imposible como comer sopa con tenedor, pero una de las cosas buenas de los “shippers” es que para ellos una relación si no existe ya existirá, simplemente porque quisieran que existiera. Son modernas reglas del mundo digital: si la realidad no nos agrada podemos inventar otra mejor. Hugo no escatima nunca la oportunidad de dejarle claro a Yangyang que nunca tendrán nada, ni siquiera una noche loca. Desmiente así a los que “shippean” por ellos, que tienen en común con la china la dificultad para aceptar la realidad. Y en el fondo les admiro, por eso hoy practico un poco el “shipping”.
Ayer Hugo y Yangyang se despedían en una larga charla de tú a tú, en la que quedó claro el cariño mutuo que sienten. Hugo lo demuestra también cuando no está ella delante, como la otra noche en agradable charla con Carlos y Lorena. Por momentos como ese lamento tanto que Hugo se uniera al gallego y no a Carlos. Con aquel no hemos tenido casi nunca conversaciones interesantes, ni tan siquiera aprovechables, todo lo contrario que con este. Decía Hugo que Yangyang es histriónica. A la cara de extrañeza de Carlos se le sumó la pregunta de Lorena, más directa: “¿Eso qué es?”. “Es quien actúa de forma teatral”, respondió Hugo, pero aclaró que de forma natural y no forzada. Ella es así.
Defender a un amigo es lo que se debe hacer. Hugo lo hizo con Yang hasta que Carlos le contó lo de donar el premio a los niños pobres. Primero lo quiso justificar diciendo que igual lo haría, aunque hubo de aceptar que esas cosas se hacen, pero no se dicen. Como espectador he pasado un proceso parecido al de Carlos o Gabaldón, que no la soportaban al principio y ahora llegan incluso a divertirse con ella. Sigo sin creer muchas de sus cosas, pero me da alegría que esté ahí y lo celebro. Viendo ayer cómo se despedía de Hugo sentí mucha ternura. Era una despedida dura y bonita de dos personas que no conocen el momento en que pasarán de verse las caras todo el santo día a no poder estar juntos por el momento. Y la realidad, dejando el “shippeo” aparte, es que no lo estarán nunca más, al menos no tanto como durante estos dos meses y medio.
Yangyang no desaprovechó la oportunidad y en un momento se acercó a la oreja de Hugo para volver a proponerle que pasen una noche loca juntos. “¿Aquí dentro?”, preguntaba él. Sospecho que a ella le da igual si dentro o fuera, preferiblemente dentro y fuera, que tiene mayor enjundia. La historia de esta edición es la de una traición, por lo que casi todo lo que algunos hemos defendido durante mucho tiempo dejó de tener validez. No generalizo porque debo asumir mi propia culpa. Dije la primera semana que veía la carpeta formada por Hugo y Rubén como la más importante de la edición, y mira la cosa a lo que ha llegado. Se me ocurre defender a Maico y ahora lo veo peor de lo que han dicho durante semanas algunos concursantes. Mi prestigio precipitándose al vacío por culpa de dos concursantes desleales. Si al menos hubiera sido capaz de preverlo. Pero nada, oye, a verlas venir. Me la han dado con queso.
Es el día de aceptar que a veces “shippeo” y otras me equivoco. Nadie es perfecto. La historia de esta traición tiene su lado bueno, pero también el malo. Está bien que haya introducido un interés extra a la recta final del concurso, que empieza esta noche precisamente. Pero no deja de ser un sufrimiento ver a Rubén junto a Maico rezumando veneno, tergiversando la realidad de los últimos dos meses e intentando rebozar en la mierda a Hugo. Cierto que según lo van haciendo se van llenando más de su propia porquería, pero eso no compensa. Me resulta complicado recordar otros concursantes que a pocas semanas de la final me hayan parecido tan desagradables. Su sola presencia en pantalla me repele y estomaga.
Puestos a ser sinceros, que parece hoy el día ideal para ello, me propuse al principio de esta edición ser magnánimo analizando a los concursantes. En definitiva, son personas generosas, dispuestas a entregar mucho a cambio de muy poco y cuya principal ambición es mejorar sus vidas. Es una ambición legítima, y en el fondo lo que todos perseguimos. Se podrán equivocar más o menos como concursantes. Podrán evitar más o menos que las circunstancias saquen de ellos lo peor o lo mejor, pero merecen nuestro respeto. Mis argumentos son incuestionables, ¿no es cierto? Bien, pues ahora mantenlos mientras fijas tu mirada en Rubén y Maico. Es imposible, ‘súper’. Ábreme el ‘confe’ que me quiero ir, ‘súper’.
Genera una sensación de impotencia muy indeseable ver cómo intentan con denuedo hacer creer que Hugo se ha separado de ellos y por eso merece ser castigado por la audiencia. Igual que observar como maquillan y modifican la realidad a su antojo. Una realidad que ellos han vivido en primera persona, pero nosotros en primer plano, dejando horas de nuestras vidas y un poco la vista de nuestros ojos. Demasiado para que ahora nos cuenten otra historia diferente a la vivida. Debería estar penado burlarse de semejante manera de los espectadores. Se queja Rubén de que Hugo hable con Carlos y Gabaldón porque durante semanas le han estado nominando, pero en todo ese tiempo él mismo se llevaba bien con esos compañeros sin que Hugo pusiera pega alguna.
Decía Rubén que él hablaba con Carlos porque se llevaba bien con él y Gabaldón era su colega, a quien ponía incluso por delante de Hugo cuando se trataba de hacer la lista de sus intocables. Muchas veces pasaba más tiempo con ellos que con Hugo. Esto sucedía curiosamente de forma fija los martes y miércoles, vísperas de nominaciones. Muchas veces he evitado pensar mal viendo a Rubén dejar solo a Hugo toda la noche de fiesta mientras se pasaba las horas muertas con Carlos y con Gabaldón. ¿Qué diablos viene ahora a vendernos? Hugo habla ahora más que nunca con ellos porque él le ha dejado solo. Y porque son dos personas que le han prestado su apoyo desinteresado.
Maico y Rubén quieren aislar a Hugo. Quisieran verlo solo y denostado por todos, pero con su actitud están consiguiendo que los exconcursantes parezcan menos reventados que nunca y digan verdades como puños contra ellos dos y a favor de Hugo. Porque no se trata realmente de defender a Hugo sino la decencia. La fila cero de este año es incluso agradable de ver, lo cual casi nunca sucede. Cristian, Mina, Daniel y otros están demostrando que se puede ser exconcursante sin dejarse llevar por el rencor, opinando con rectitud y sentido común. Chapeau por ellos.
Lo que pretenden hacer Maico y Rubén solo puede merecer el castigo de la audiencia. Es repulsivo su intento de aislar a Hugo mientras arrojan en su contra una retahíla de reproches basados en una realidad inventada que solo está en su cabeza. Esto tiene un nombre, que no me atrevo a decir. Así de grave me parece. Esto es un concurso, estamos de acuerdo en eso. Todos están en su derecho de aproximarse al maletín de la forma que decidan. De igual manera que yo puedo analizarlo y opinar que algunas formas de jugar son suficientemente sucias y deplorables como para merecer mi repulsa.
Y hasta aquí la crónica de hoy, más breve que lo acostumbrado, porque hoy…
El gato responde
Reabro esta sección que en algún momento fue fija para responder una catarata de críticas recibida porque ayer se me ocurrió llamar “traidorzuelos” a Rubén y Maico. Se supone que nunca debí utilizar tal término, que algunos deben considerar tratamiento no suficientemente severo. Ejemplifico con uno de esos mensajes, recibido con mención en Twitter de @HuguistaStop:
"Tan disparatado como que ahora los traidores pasen a ser llamados 'traidorzuelos'. Al final hasta tendrán alfombra roja y tendremos que pedirles perdón por nuestras ofensas. Amén".
Pues amén, hermano. Si hay que pedir perdón, se pide, pero no lo haré por utilizar un término de gran arraigo en la historia y en la literatura española e iberoamericana. No voy a decir que en honor de Hugo pensé al escribir “traidorzuelos” en el ministro uruguayo Fernández Huidobro, que calificó así a algunos compañeros de su propio partido causando un auténtico terremoto político en ese país. Sería hacer la pelota excesivamente a los huguistas que se deshacen en elogios de arrobada entrega causando más pena que vergüenza. Pero aprovecharé la ocasión para remitirme a alguna referencia sobre el uso de la palabra en cuestión.
Advertiré que no estoy a la altura de las autoridades que voy a referir. Si estuviera al nivel de Benavente, Pérez Galdós o Umbral en lugar de escribiendo de Maico y Rubén estaría llenando las páginas de unos nuevos episodios nacionales o vendiendo best sellers como un condenado. Me temo que no estoy capacitado para ninguna de esas dos cosas y los autores de referencia están a años luz de este humilde escribidor.
El premio Nobel Jacinto Benavente protestaba en un escrito que algunos intelectuales contrarios a la rebelión militar que ocasionó la Guerra Civil española se fueran del país. El asunto no era baladí, como se puede ver, y el autor mostraba su enojo escribiendo: “¡Traidorzuelos! ¡Cobardes, los que se van!”. No parecía amable el alegato de este escritor. Tampoco el análisis que de este asunto hace Manuel Aznar Soler, catedrático de literatura que en un ensayo de literatura en la República trata con esta dureza al propio Benavente: “Ciertamente, el desleal, cobarde, ingrato, indecente, miserable y rastrero ‘traidorzuelo’ Benavente fue, políticamente, un auténtico ‘caso’”. Digamos que le devuelve el calificativo en medio de otras florituras nada agradables.
También utilizó el término “traidorzuelo” el autor de los ‘Episodios nacionales’, Benito Pérez Galdós, que en el primer volumen de esta magna obra escribe: “Parece que han triunfado, y de repente sobreviene una confidencia, la revelación de un parte de por medio, criado desleal, o traidorzuelo mal pagado”. Cualquiera que conozca la obra sabe que no es comedia, y tampoco narra precisamente escenas de pillaje o picaresca. No es el ‘Lazarillo de Tormes’, vamos. Y en uno de sus fantásticos artículos en el diario El Mundo, Francisco Umbral escribía sobre José María Aznar, entonces presidente del Gobierno, de esta forma: “Pero lo peor no es que Aznar sea mentiroso, pactista para mal, traidorzuelo y precito. Lo peor es que es tonto y en Génova acaban de enterarse. Con un tonto se puede llegar lejos, pero por donde no era”.
Pues mira, me quedo con esa última frase de Umbral: “Con un tonto se puede llegar lejos, pero por donde no era”. Y conste que las críticas son siempre bienvenidas y necesarias. Hasta aquí lo que quería responder no sin aclarar antes que en un principio no tengo intención de recuperar esta sección salvo en casos excepcionales, como ha sido el de hoy. Por tanto, seguiré en adelante terminando, como es costumbre, con el…
Moleskine del gato
Hoy tenemos una fiesta, con Jorge Javier como maestro de ceremonias. Alguna vez ha sido él quien se ha encargado de prender las luces de la decoración de Navidad en la casa, lo cual esta noche hará Belén Esteban. ¿Quién mejor que ‘Navidad’ para darle la bienvenida a la Navidad? (este chiste no ha sido entendido por muchos en mis redes sociales, posiblemente porque no tienen presente la última edición de GH VIP y la coña al respecto de Alejandro Abad con Toño Sanchís). La bienvenida a la Navidad coincide con el inicio de la recta final del programa. Esto quiere decir que tras la expulsión todos tendrán su número de teléfono, serán prefinalistas (no me gusta decir finalistas todavía) y comienzan las votaciones en positivo.
Visto lo sucedido el martes no voy a hacer ninguna indicación sobre la estrategia a seguir ante las votaciones en positivo. Cada cual decida si divide el voto o no, pero merece la pena considerar aquello de que los experimentos mejor hacerlos con gaseosa. Es decir, igual es un error pretender decidir en qué orden se van quienes hayan de salir por ser los menos votados. Por mi gusto mejor que se fuera primero Miriam, pero esto es secundario. Ya hemos visto que desviar la atención del objetivo de hacer ganador a nuestro favorito tiene sus peligros. No quería decir, pero he dicho.
En todo caso, la gala de hoy me parece extraordinariamente interesante. No solo por la visita de la Esteban, el alumbrado navideño y la actuación de Karen Méndez sino por esas dos salidas tan importantes para enfilar correctamente esa recta final. Que sea más o menos recta depende de nosotros y nuestros votos. Y ahora lo que viene es…
El final.