Hugo: lo que estábamos esperando
Hugo y Rubén estaban en el cuarto de baño. Rubén tendido en un sillón y Hugo ante el lavabo. Rubén se levanta escopetado, abandona el cuarto de baño y cuando atraviesa su puerta musita: “Su puta madre”. Hugo comienza a canturrear en ese momento la canción ‘Cheque al portador’, de Melendi.
Educadamente te daría un consejo, / que probablemente todavía no sabes, / el demonio sabe mucho más por viejo / que por ser el rey de todos nuestros males.
Rubén proyecta en los demás sus frustraciones. Anoche tragaba su bilis y descargaba su rabia en Hugo, pero siempre en voz queda, a sus espaldas. Lo que contraría a Rubén es su propia realidad. Una realidad que volvía a quedar en evidencia con un puñado de preguntas a los finalistas. Las preguntas a Hugo no fueron malas, pero aún mejor fueron las respuestas. Hugo supo jugar muy bien sus cartas. Impresionante el contraste entre la manera de afrontar ambos concursantes las preguntas de los espectadores.
Con la realidad te vas a dar de bruces / si piensas que un euro es mejor que un detalle, / porque una ventana que da a un patio luces / puede brillar más que una que da a la calle.
Una ventana que da a un patio de luces puede brillar más que una que da a la calle. La canción parecía hecha a medida. ¡Qué maravilla de momento! Un poco antes las preguntas clave habían sido respondidas de la forma que sigue:
¿Qué te ha dolido más lo de Maico o lo de Rubén? “Sin duda lo de Rubén, porque de Maico podía esperar algo así y de Rubén no”. La cara de Rubén empezaba ya a descomponerse.
¿Perdonarías a Rubén si te pidiera perdón? “Pienso que las cosas tienen que fluir más despacio porque yo realmente tenía una amistad con él y en el momento que me falla la herida que hay es en este momento grande. Entonces, no es cuestión de perdonar o no, es cuestión de que pase un poco el tiempo, creo. No hay que hacer las cosas solo por un programa, en este caso era real la amistad y va a ser real, también, si tenemos que volver a ser amigos. Lo que vi no me gustó para nada, pero nunca se sabe lo que puede pasar”. Rubén saca la lengua y traga saliva.
Sobre tus compañeros ¿cuál ha sido tu mayor decepción y tu mayor sorpresa? “Lo siento decirlo, pero la mayor decepción fue Rubén y la mayor sorpresa el cariño, muchísimo cariño, que le he cogido a Yang, que no esperaba que fuese así”. A punto de estallar estaba ya Rubén en este instante.
Tampoco era para semejante ofensa. Rubén salió de la habitación donde habían hecho esta versión de ‘Tengo una pregunta para ti’ bufando e insultando a Hugo. Lo de decirle las cosas a él directamente y no hablando con terceros, que el jueves pasado reconoció como error suyo, lo vuelve a dejar para otro momento. Seguramente para cuando esto termine y estalle en plató al ver que será otro el que agarre el maletín. Al terminar las rondas de preguntas le pidió a Hugo una serie de aclaraciones. Lo de que “no hay que hacer las cosas solo por un programa” le había molestado especialmente. “Yo hablo de mí”, respondió Hugo con evidente astucia.
Más tarde comentaba Hugo con Gabaldón en la cocina: “Cuando le das muchas vueltas a lo que te están diciendo es porque no estás limpio”. Anoche Hugo mereció sombrerazo. Este regalo de concursante ha llegado después de aquel señor de los récords que inventó el inimitable ‘nominator’, y ese urogallo (que no uruguayo) aullando por las noches desde su rincón de pensar en el jardín, o mi querido príncipe que hizo el bizcocho y se lo comió. Esto era justo lo que llevábamos tanto tiempo esperando.
Yo vivo en un cuento chino y tú en una peli de Almodóvar.
La canción de Melendi que musitaba Hugo en el baño fue una alegoría perfecta. Ahora afronta la recta final de nuevo en solitario. Tan solo cuenta con el cariño de Yangyang. Cuando le preguntaron a Gabaldón si ahora mismo era más importante para él Hugo o Rubén contestó que Rubén por los días que pasaron. En el olvido ha quedado ya lo de “estoy a muerte con él”, referido a Hugo. Inolvidable la secuencia de anoche, con enfado de Rubén incluido y esa canción de Melendi tan oportuna. Merecería un Oscar de Hollywood si no fuera porque esta película está hecha de realidad.
Daguerrotipo de Hugo
No empezó con buen pie Hugo. En el vídeo del casting que nos mostraron entre otros 99 el primer día decía sin sonrojo aparente: “Soy guapo, soy inteligente y soy divertido”. Mala es la carta de presentación si se basa en la presunción. Que es guapo parece evidente, pero tal vez sea mejor esperar a que sean los demás quienes lo digan. La falsa modestia no es siempre mala. Tampoco ayudó a su comienzo una actitud suya en la primera gala, cuando pidieron a los 18 seleccionados hasta ese momento que eligieran a un compañero para ocupar la penúltima plaza, dado que la última sería elegida por la audiencia. Hugo intentó poner orden tomando demasiado pronto el papel de líder y utilizando unas formas un poco abruptas. Además, no consiguió que llegaran a un acuerdo y la audiencia hubo de elegir a los dos que completaron el plantel de 20 concursantes. Es un estigma de los grandes concursantes, que siempre me han entrado atravesados el primer día.
Los enemigos de Hugo han sido sus principales valedores. Igual que pasó en muchas otras ocasiones después, supo sacar tajada cuando Miriam se ponía en su contra después de haberlo elegido como compañero al que ligar su destino el resto del concurso. Por suerte fue solo para una semana, porque está claro que hubiera hundido su concurso. “Viendo su actitud prefiero quedarme sola aquí dentro”, vino a decir Miriam poco antes de saber que sus destinos quedaban separados. Mucho después supo que eran muy distintos.
En seguida pudo Hugo sentir la presión de las nominaciones. Cinco veces seguidas le pusieron en la palestra sus compañeros. Estaban forjando su leyenda. A estas alturas todavía no se han dado cuenta los concursantes de Gran Hermano de que cualquier cosa que convierta mínimamente en víctima a un compañero le está acercando el maletín de forma ineludible. Especialmente si están siendo injustos con él, como era en este caso. No había más que escuchar las razones cuando nominaban a la cara a Hugo. Ni un argumento con algo de consistencia.
En apenas dos semanas Hugo, Rubén y Maico habían unido sus destinos en el concurso sin que mediara imposición alguna del programa. En este caso eran ellos los que decidían y la relación entre los tres no se quebró hasta que se aproximó la recta final. Anoche Rubén contestaba a una de sus preguntas y volvía a quedar al descubierto con sus propias palabras: “Siempre me benefició (Hugo) porque yo me apoyaba en él en los momentos difíciles, y en el momento que yo me separé de él…” El momento que se separó de él, aunque tantas veces negó que lo hubiera hecho. Se dio cuenta sobre la marcha y quiso rectificar: “Bueno, hubo un distanciamiento mutuo”. En ese momento Rubén y Maico volvían a remar a favor de Hugo.
Lo cierto es que el protagonismo de Hugo había comenzado a menguar cuando dejaron de nominarle cada semana. Podíamos haber puesto la objeción de su pronta retirada nocturna o las largas sesiones de ejercicios de gimnasia para cuestionar que mereciera ser ganador, pero de nuevo tuvo al quite a sus enemigos. En este caso para darle el protagonismo perdido y volver a ponerle en primera plana. En este caso eran enemigos que habían sido sus amigos hasta hacía bien poco. Como él mismo supo analizar: “Me acosté una noche a la una y ellos se quedaron hasta las seis”. Ahí empezó todo, y Hugo lo supo apreciar muy bien. No deja de sorprenderme que tuviera incluso control de las horas. No solo a la que se iba él a la cama sino cuándo lo hacían sus nuevos enemigos. Nada más propicio para simpatizar con alguien que este haya sido víctima de una traición. Espectadores en masa se aprestaron entonces a sacarle los puñales de la espalda y darle pomada en las heridas. Una pomada con forma de maletín.
Sus enemigos le hicieron el concurso por acción o por omisión. Pronto supimos que sus únicos rivales posibles quedarían fuera de combate. Miriam por su carácter imposible y Carlos porque le divertía más estar en otra cosa, aunque quisiera intentarlo con las bellotas, además de no tener confianza suficiente en sí mismo. También en eso acudieron a su rescate Rubén y Maico. Con rivales y enemigos que parecían arrojar la toalla lo hubiera tenido más difícil Hugo. Suerte que la ambición cegara a los que habían sido sus compañeros de viaje y se convirtieran en su nueva némesis.
Hugo ha sido un concursante excepcional cuya principal virtud fue saber leer el concurso a la perfección. No se le ha escapado apenas nada y su intuición ha funcionado siempre. Por encima de todo destacaría su gran inteligencia. Mucho menos estratega de lo que algunos de sus compañeros se pensaron, y más pasional de lo que aparentó a veces. Pero, sobre todo, supo usar la cabeza. Y, amigos míos, no hay mejor estrategia que esa. Con capacidad de liderazgo, supo a tiempo renunciar a ejercerlo. Tampoco se le habían puesto las cosas de cara con la mayoría de compañeros en su contra. Educado y respetuoso con los demás, no se podrá decir que haya perjudicado a nadie de forma voluntaria y consciente en el concurso.
Al resto de características positivas ya apuntadas debo añadir la sinceridad, su independencia de criterio y una indoblegable honestidad. No quisiera que esto se convirtiera en una hagiografía del personaje, pero no son pocas las virtudes que le adornan. Cuando tuvo dudas sobre Maico y comenzó a desconfiar de él prefirió no quedarse en el comentario con su amigo Rubén, sino que fue a decirlo de forma directa y sin ambages. Justo eso que los dos otros no supieron ni quisieron hacer. Cuando consideró que Laura no había actuado bien en una prueba también fue a comentárselo. Igual que le dijo a Carlos Lozano que estaba de más en la casa tras la primera semana.
Entre las cosas que dudo si son virtudes, defectos o todo lo contrario, Hugo es obstinado y terco. No es que sea refractario a cambiar de opinión, pero al tener las cosas tan claras puede aparentar cierta cerrazón. No le arriendo la ganancia a quien tenga que discutir con él porque no es fácil hacerle entrar en razón, además de ser buen polemista. De nuevo cuenta en esto su inteligencia, y también cierta picardía. Hugo tiene muchas tablas. Su dedicación al deporte de alta competición hace que esté acostumbrado a jugar para ganar y se le dé bien esquivar el fracaso. Tengo claro que sabía lo que hacía cuando puso entre las cuerdas a Cristian F. por algo que este había contado en la casa. Había que mover ficha y no dudó en hacerlo, al tiempo que agitaba el avispero.
Me descubro ante Hugo y su concurso. En esta agitada recta final temí que hiciera tabla rasa con Rubén, pero no ha sido así. Anoche terminó de demostrarlo con sus respuestas a los seguidores del programa. Si hacía tabla rasa con Rubén la haría también conmigo, dije hace unos días. Pues bien, no lo ha hecho. Tampoco en esto me ha decepcionado. Es tremendamente fuerte mentalmente y no ha desfallecido en ningún momento. Ya sé que estuvo ahí desde el principio. Incluso llevó el cartel de ganador en su frente desde muy pronto. Pero anoche, cuando cantaba por Melendi en el baño vi aparecer a Hugo de repente.
Moleskine del gato
Le preguntaba un espectador a Rubén si se había enamorado dentro de la casa. “Sentí mucho cariño hacia Hugo, hacia Cris y hacia Miri. Y una admiración hacia la vida que lleva Maico”, contestó el gallego. Ni una palabra de Alyson Eckmann, que debe estar contenta de saber que no tendrá que volver a encontrarse con este elemento. Porque después de lo de anoche no veo la posibilidad.
Anoche tuvieron cena de finalistas previa a la fiesta de martes. Fue la última fiesta en la casa y mientras que Rubén se consumía en un sofá bailaban Hugo y Yangyang. La diferencia es abismal, amigos lectores. No puedo más que rendirme a la evidencia.
Y gracias a @KaremViktoria por la imagen de ‘Hugo ganador’.