La presión que Rocío ha ejercido sobre Ana María tiene a esta concursante entre la espada y la pared. Se ha mantenido firme en hacer su concurso sin depender de nadie, pero pende sobre ella la acusación de no defender a esa concursante que forma parte de su entorno familiar cuando ha tenido algún enfrentamiento con un compañero. Como explicó Ana María el domingo, solo ha convivido con Rocío una semana y ni siquiera presenció entonces las polémicas que surgieron entre ella y un tercero. Mucho menos las que haya podido tener el resto del tiempo. Sería injusto y poco prudente que Ana María defendiera a Rocío poniéndose en contra de otro compañero sin saber a ciencia cierta quién tiene la razón. No es inteligente opinar cuando no se conoce de la misa la mitad.
Entiendo lo mal que le viene a Ana María que la sigan implicando en cualquier cosa que tenga relación con Rocío. Eso hizo el domingo Yiya y provocó la discusión entre ambas que pudimos ver con detalle en la tira diaria de ayer. Yiya afirmó que Ana María había escuchado ciertos comentarios de Rocío ofensivos hacia Hugo. Ana María rezongaba en directo y luego vino la alterada discusión. Si confirma que escuchó los comentarios contra Hugo se está significando de nuevo contra Rocío. Y si no lo hace está faltando a la verdad y dejando con el culo al aire a Yiya, cosa a lo que esta concursante ya debe estar acostumbrada, por otra parte. Recordemos que los comentarios a los que se refería Yiya hacían referencia a que Hugo se había puesto Botox antes de viajar a Honduras.
Hablar de la edad de Hugo y si necesitaba o no ciertos retoques estéticos igual es más insultante que llamar a Rocío morsa. No podría elegir lo que me parece mejor, porque ambas cosas están igualmente mal. Si Rocío quiere blandir la bandera contra los comentarios sobre su físico debería cuidarse de no hacer referencia al de los demás. Y si no tiene cuidado en esto, al menos que acepte la dificultad que tiene para ponerse de su lado Ana María, por mucho que forme parte de su entorno familiar. La conclusión a todo esto es que Ana María está hasta el moño de que su principal escollo en el concurso, el enemigo más importante que está encontrando, sea principalmente esa que reclama un trato especial por ser de la familia. Ni el hambre, ni tantas cosas que allí echan en falta, ni la dificultad de las pruebas, ni la convivencia con sus compañeros, ni la lucha por la supervivencia le están provocando a Ana María tantos dolores de cabeza como Rocío.
Lo curioso de todo esto es que luego Rocío reclama su propia independencia y cuando José Antonio discute con Elena e intenta implicarla a ella en la conversación se enfada y pide que a ella no la meta. ¿No es amiga de José Antonio? ¿Por qué no lo defiende? ¿Acaso no debería ponerse de su lado cuando discute con un tercero? Pues no, si la discusión no va con ella prefiere quedarse al margen. Poco más o menos lo mismo que hace Ana María cuando ella discute en la palapa, con la diferencia a favor de esta última que ni siquiera sabe bien de lo que están hablando porque vive en otra isla y con otro equipo. “Voy a intentar pescar y al resto que le den por culo”, dijo Rocío el otro día y así hizo. Estamos en la semana gloriosa que Rocío ha pescado por primera vez. También se ha estrenado Yiya, diría que en el tiempo de descuento. Ella misma es consciente de que muy posiblemente se irá este jueves, aunque la audiencia a veces es tan imprevisible que hasta el último momento estaremos atentos esperando. Si se cumplen las previsiones, Yiya no dejará el concurso sin haber pescado.
Voy a lamentar la expulsión de Yiya cuando se produzca. Es una concursante deslenguada y excesiva, cuya aportación a la supervivencia es limitada, pero que da infinidad de momentazos de forma natural y espontánea. Esto es lo mejor de todo, que no la veo nunca forzando la situación para hacer gracia, como cuando José Antonio se pone el turbante y se sube a un árbol. El domingo dijo claramente que se había puesto el turbante para que la gente se ría. ¡Error! La gente se reirá más fácilmente si no cuenta sus intenciones. Aunque en este caso tampoco lo creo. Yiya es un espectáculo hasta cuando pesca, pidiendo a los demás que la ayuden a coger el pescadito mientras ella mira para otro lado. Por lo menos no grita como Ana María, que no sabes si ha pescado o le está comiendo una pierna la barracuda.
“Cada vez que te oigo chillar pienso que te han traído a tu marido en pelotas”, le dijo Yiya a Ana María. No había necesidad de poner en nuestra mente esa imagen. Ana María respondió que no gritaba al ver desnudo a su marido y la conclusión para Yiya es que es silenciosa haciendo el amor. Una cosa llevó a la otra y terminaron dando detalles que nadie les había pedido. “Mi marido tiene buena puntería”, dijo Ana María con bastante más discreción que esa Yiya haciendo conjeturas sobre el tamaño del miembro de Ortega Cano. “No es muy alto, así que debe tener un buen cacharro”, afirmó. Y luego lo quiso comparar con su novio: “Mi brócoli tiene cuarto y mitad de chóped”. No sé si eso es poco o mucho.
El gato responde
Me hacen la siguiente reflexión en Twitter:
Pues a mí me gustaría saber por qué se entiende como odio lo que es un simple análisis sobre lo que hace una concursante. Si el problema es que se hable más de Rocío creo que se trata de algo lógico y previsible. Es el caché más alto de la edición, pertenece a una familia muy conocida y con multitud de ramificaciones en los ámbitos más clásicos y rancios del panorama nacional, desde la copla al toreo, pasando por el boxeo o la guardia civil. Todo esto en una misma familia, además no muy bien avenida porque ni siquiera se habla la concursante con su madre. Es todo suficientemente atractivo como para prestar más atención a ella que a Jorge, por poner un ejemplo. Opina esta lectora que se la está machacando, pero no es la sensación que yo tengo.
Veo a una Rocío bien tratada por mucha gente. Empezando por sus compañeros, que no la nominan y la han convertido en líder (inmune, por tanto) un par de veces. No he visto a ningún concursante que no sea Yiya meterse con ella. Ni un reproche por aportar poco al grupo o haber permanecido la mayor parte del tiempo en posición horizontal. Por si todo esto fuera poco, en las pruebas no se esfuerza, pero casi siempre termina comiendo algo.
Si con todo lo descrito se quejase Rocío creo que sería bastante injusta. Lo mismo digo del espectador del programa que obvia esas circunstancias para centrarse solamente en los comentarios críticos que algunos le hacemos. Incluso en esto tiene la ventaja de un apoyo mediático importante. El propio comentario que respondo reconoce que Rocío no es una buena superviviente. Que otros tampoco lo sean no significa nada. Me remito a dos párrafos más arriba para encontrar la explicación de por qué siendo tan mal superviviente como otros se habla más de ella. Por mi parte, no hay machaque ni, mucho menos, odio. Rocío me viene bien para lo mío.
Moleskine del gato
Esta noche se salva uno de los cinco nominados que están en la palestra. Solo cuatro llegarán hasta el jueves, y voy a evitar apostar quién se caerá hoy porque lo fácil sería decir que Fani, salvada ya seis veces. Pero no olvidemos que hace dos semanas perdió el duelo con Ferre y a punto estuvo de estar en el disparadero para marcharse cuando la baja de Pavón dejó la gala sin expulsión. Solo tengo claro que no se va a salvar Yiya.