Faltaba el concursante número dieciséis, dado que las mellizas concursan como una sola. Ese era Álvaro, que no entró el jueves por cumplir los plazos tras haber sido contagiado por un virus nuevo del que no sé si habrán oído hablar. Álvaro se presentó como superdotado y amante de la estrategia, pero por sus primeros pasos en la casa de los secretos no lo hubiera dicho. Me ganó cuando definió la experiencia como inefable (que no se puede explicar con palabras), aunque le hubiera hecho la ola si llega a añadir que es inmarcesible (que no se puede marchitar), como homenaje al gran Forges. De conocimiento y vocabulario va sobrado, aunque cuando le pusieron a responder las preguntas de Rafa y Brenda debió ponerse nervioso y no salía de la fórmula “eso es un regalo”. Lo que vino después fue más bien torpe y poco sutil, no cuadrando tampoco con su propia descripción.
Álvaro entró en la casa con un huevo de avestruz pintado de rosa, que simboliza la inmunidad. Le dieron la opción de quedárselo o dárselo a uno de sus nuevos compañeros, pero prefirió no cederlo con la excusa del recibimiento que le habían brindado. Lo cierto es que le recibieron muy bien en un principio. La cosa se torció cuando contó la milonga de que entre todos debían elegir a la persona que abandonaría la casa inmediatamente, y si lo preferían sería él quien elegiría. En medio del pasmo general, Álvaro terminaba decidiendo que Marta abandonase la casa. En realidad, era la persona que más cerca tenía y enseguida aclaró que era todo una broma.
La broma le salió cara porque a partir de ese momento media casa se puso en su contra y la otra mitad casi también. Como resumen, solo vi ganas de aceptar al nuevo inquilino tal cual es a Alatzne, desde el principio, y Laila, ya avanzada la madrugada. Tan desproporcionada me pareció la reacción a la broma de Álvaro como sus poco amables respuestas. De Brenda dijo que era la Paolo Coelho de la casa y llamó buitres a todos. No parecía muy preocupado por evitar una avalancha de nominaciones, porque el huevo solo le dará inmunidad esta semana, y eso si no lo pierde.
Los demás podrán arrebatar a Álvaro el huevo mientras que no lo lleve encima. Si en un descuido lo deja encima de la cama o de la encimera del baño cualquiera puede agarrarlo y será suyo en las mismas condiciones. Es decir, lo tendrá que custodiar para que nadie se lo quite y si llega hasta las nominaciones con el huevo será inmune. Como era de esperar, intentaron quitárselo anoche mismo. Álvaro no parece un gran estratega. Si lo fuera no se habría echado a toda la casa encima la primera noche. Pero tiene una cosa buena, ha logrado desenmascarar a más de un concursante en unas pocas horas.
Ver a Colchero llorando al creer que Marta estaba fuera del programa revela una debilidad que no esperaba en él, lo cual no puntúa negativo. Pero sí lo hace su reacción excesivamente enérgica al humor del nuevo concursante. Por mucho que pueda no entenderse ese humor, Colchero no es nada inteligente diciendo que se estaba conteniendo para no enfrentarse a Álvaro. También salió de su letargo Kenny. Desde el jueves había olvidado varias veces que estaba en la casa. En realidad, solo se hizo notar bailando en la fiesta de bienvenida. Anoche tuvo una reacción exagerada, como la mayoría. También logró Carmen que muchos dejasen de lamentar haberla votado para estar nominada. Pero, sobre todo, Álvaro le quitó la careta a Héctor, el predicador.
Las reacciones ante la actitud de Álvaro fueron como piezas de un dominó cuyas piezas van cayendo, arrastrando una a la siguiente. Kenny primero le río la gracia chocando las manos, pero luego se enfrentó a él, arrastrado por la tendencia de la mayoría. La última pieza en caer fue Héctor, que se había sentado al lado de Álvaro para darle la chapa, de igual manera que ha estado haciendo en estos días con el resto de sus compañeros. La diferencia es que todos habían validado su discurso mezcla de psicólogo aficionado y telepredicador. Era la primera vez que se encontraba con alguien que no le llevaba la corriente y le contestaba con un “amén”. No solo eso, incluso se atrevió a ridiculizarle.
Si Álvaro demostró ser más bien torpe, más torpe todavía resultó ser Héctor. Tres días vendiéndose como un maestro zen para en unos minutos mostrar otra cara. Le arrebató a Álvaro el huevo cuando lo llevaba encima mientras le llamaba “gilipollas” y “subnormal”. Creí que se había dejado de usar ese insulto tan inapropiado en los años 80. Como era de esperar, ambos fueron llamados al cubo para que Héctor devolviera el huevo, dado que lo había cogido de manera no válida. Álvaro salió del cubo con cara de satisfacción, pero casi toda la casa en contra. “Pues a mí me hace gracia”, dijo Alatzne, manteniendo su opinión contra la mayoría y saliéndose de la fila de fichas de dominó que ayer cayeron, algunas de manera inexorable y, probablemente, definitiva.
El episodio de Álvaro deja en un segundo plano el gran salseo de la semana, tras el que se podía adivinar una cierta alianza de Alatzne, Elena y Rafa (los tres se autodenominan “la banda”) contra Laila, su hermana Nissy, Cora y Brenda. En realidad, estas tenían a casi toda la casa de su lado, con Carlos haciendo el peligroso doble juego de trasladar los chismes quedando bien con ambos lados. Aquí pasó lo que tantas veces sucede y hasta ha sido parodiado por los humoristas de todos los tiempos. Un ejemplo es ese comunicado del coronel a mandos inferiores donde se cita a la tropa con casco en el patio porque el cometa Halley se hará visible y si llueve en el comedor porque no podrá ser visto a ojo desnudo. Al final, a la tropa le llega que habrá un concierto del grupo “Bill Halley y sus cometas” al que todos deberán ir en pelotas, pero usando casco por si llueve.
Algo parecido a ese mensaje que se va degradando de un mando militar al inferior sucedió con la inestimable colaboración de Cora. Desde la playa (el sitio donde fuman) esta escuchó que en el jacuzzi hablaba Elena de Laila. Al parecer, esta había preguntado si un hombre virgen se empalma, comentario suscitado porque en uno de los secretos alguien confiesa ser virgen. Elena comentaba que para tener un hijo veía a Laila muy infantil, haciendo comentarios de ese tipo. Cora le fue con el chisme a Laila y lo exageró hasta convertirlo en que Elena la había cuestionado como madre. Brenda ayudó a calentar a Laila un poco, aunque negó que la hubiera llamado mala madre. Al final Laila ni siquiera fue a hablar con Elena, que ya estaba informado de que durante horas en el cuarto de baño no se había hablado de otra cosa.
Cora es como esos guardias civiles de película que primero disparan y luego dan el alto. Primero le cuenta a Laila el comentario de manera poco fiel y luego va a hablarlo con Elena. Esta se queda muy tranquila y no cree que deba aclarar nada. Es algo dicho en un momento, dentro de un contexto en el que tenía sentido. Luego, también en el baño, Elena pedía información a Carlos y la obtenía. Antes de eso había tenido una conversación Alatzne con Laila en la que esta le confesó haberla criticado en el cubo porque un rato antes dijo que le parecía que tenía mucho carácter. A Laila podía haberle agradado que alguien la viera como una persona con carácter. Sin embargo, el comentario de Alatzne le molestó. Lo hablaron y fueron al cubo a arreglar las cosas, pero los tres puntos los tienen las mellizas asegurados. No solo de Alatzne, creo que también de Rafa y Elena. Aunque los reposicionamientos ante la entrada de Álvaro pueden hacer variar esto. De entrada, Alatzne y Laila coincidieron en ser casi las únicas que decidieron tener una relación normal con el nuevo concursante.
En realidad, nada de lo sucedido antes de anoche me sorprende. En nuestras vidas es normal que unos critiquemos a otros, especialmente cuando nos acabamos de conocer y no hay todavía ni vínculos fuertes ni odios africanos, aunque estos tardan menos en aparecer. Veo sin sorpresa a Laila y Elena criticando la una a la otra. Tampoco me sorprende el teléfono escacharrado de lo dicho por esta sobre aquella, porque también es algo que sucede con frecuencia. No sé por qué nos llevamos las manos a la cabeza por casi todo lo que sucede en un reality. Si hablan de nominaciones llevando un par de días de concurso nos parece mal y reclamamos que vivan la experiencia como si pendientes de la parte que tiene esta de concurso no fueran a vivirla. Al contrario, más plenamente se debe vivir si se está a una cosa y otra. Tanto disfrutando de la convivencia como pensando en la mejor estrategia nominatoria para salvarse de la expulsión.
La entrada de Álvaro parece poner en entredicho la temprana alianza entre Rafa, Alatzne y Elena. También ha servido para desenmascarar a Héctor y, en menor medida, a Colchero y Kenny, aunque a este último casi se podría decir que lo ha resucitado en el concurso. Tampoco salen bien parados Carmen y Adrián al perder ambos cierto halo de divinidad. Estos concursantes que se venden como buenos e inmaculados suelen ser a la postre los peores. La verdad es que ha sido todo un revulsivo. Antes de eso ya habían empezado a decepcionar un poco concursantes como Virginia o Marta, que prometían mucho y se han quedado en un casi que no.
Entre las decepciones de la primera semana se puede contar también a Alberto, demasiado interesado en hacer carpeta. Lo malo es que, por el momento, su candidata parece ser Elena. Perder a esta concursante ácida y poco preocupada por guardar las formas me parecería una auténtica pena. Lo gracioso es que ella es la primera en parecer interesada en emparejarse, pero no deja de analizar posibles carpetas en un futuro cercano. De momento ve a Cora con Colchero, aunque ella dijo que su “prototipo” de hombre es Adrián. Pero es que a este le ve con Marta. Como la misma Elena dice: "Aquí estamos en la sierra de las tentaciones".
Pues no dice Carmen que no se ve capacitada para estar bien. Con vistas a la terapia le viene bien haber completado la fase de aceptación.
Pues no dice Héctor que lucha es contra la maldad que hay en el mundo y por la utopía de que la gente sea buena. Bien le habría venido haber empezado por él mismo.
Pues no pregunta Laila si "nazi" es un insulto. Sin comentarios.
Todo lo que ha pasado en poco más de tres días demuestra que este formato no solo funciona (y muy bien) con concursantes desconocidos, sino que no son necesarias ayudas externas como que vean vídeos de la convivencia dentro de la casa, ni posicionamientos, ni nominaciones a la cara. Quiero decir que ya nos gustaba el formato sin esas cosas. Diría que nos gustaba más, incluso. ¿Qué mejor momento podía haber para recuperar no solo la esencia del formato con concursantes salidos de un casting (fantástico, por otra parte)? Si también se le despoja de todas esas cosas que trajo la versión de famosos tendríamos lo más parecido al formato original. No sé si es una utopía, pero que por soñar no quede.