Emma: ni sí ni no, sino todo lo contrario
Completo hoy los daguerrotipos de finalistas ya confirmados con el de Emma Ozores. Durante la gala de esta noche sabremos quiénes son los dos concursantes que se suman a esta nómina de privilegiados que terminarán su encierro sin haber sido nunca expulsados por la audiencia y, probablemente, conozcamos lo que ha de suceder desde hoy hasta la gran final. No hace falta decir que espero poder escribir esos dos daguerrotipos que faltan dedicados a dos concursantes merecedoras de llegar a la final y disputarse el premio. Hace un par de días Marco le decía a Aly que lo de hoy iba a ser una final adelantada, pero ella no entendió el concepto y se quedó una duda razonable. Estoy de acuerdo en parte con Marco, porque considero que estamos a tiempo de evitar esa temprana final.
No será una final adelantada si es Marco Ferri el expulsado de esta noche. En ese caso llegarían a la final Alyson Eckman y Daniela Blume. Lo harían junto a Irma Soriano y Emma Ozores, dos convidadas de piedra candidatas a ser las menos votadas en cuanto se conozcan los números que tendrá cada uno para la final. Si hoy saliera otro concursante, el menos votado durante la primera hora de votación, no hay duda de que sería una de estas dos. Posiblemente la protagonista del perfil que se encuentra en este escrito unas líneas más abajo. Un perfil que me va a costar escribir porque no logro recordar ningún gran hito de Emma en más de ochenta días de encierro.
La final debe disputarse entre Daniela y Aly, dos viejas conocidas cuya enemistad desconocían ellas mismas, aunque se había ido larvando durante los últimos años, mientras trabajaban codo con codo en un programa de radio. Han tenido que convivir por primera vez, y en las condiciones especialmente complejas que se dan en la casa de Gran Hermano, para terminar siendo enemigas íntimas. No fueron nunca amigas y mucho menos hubo entre ellas grado de intimidad alguno. Pero sí pensaban que había aprecio mutuo, lo cual ha quedado sepultado por un tsunami de reproches que evidencia hasta qué punto estaban las dos engañadas sobre la relación que mantenían una con la otra.
La lucha entre Aly y Daniela tiene todos los alicientes para proporcionar un plus de interés a esta final que se aproxima. Por el contrario, si una de ellas sale hoy y se queda Marco se habrá consumado una edición de despropósitos de los cuales solo es responsable la audiencia. Poco o nada se puede reprochar a Gran Hermano, que nos ha proporcionado todos los mimbres para que disfrutásemos de una edición mítica. Lo hemos impedido nosotros mismos con nuestros votos. Mi confianza en que la audiencia había aprendido la lección y empezaba a votar para preservar el espectáculo se quebró al ir sufriendo las expulsiones de Toño, Alonso y Alejandro, con doble ración posterior para Aída.
Ya digo que estamos a tiempo de evitar este despropósito, mucho más grave e importante que los anteriores. No debería ser finalista montajista Marco, ese concursante que repitió frases calcadas a las que él mismo pronunció en un reality chileno, aquel que utilizó su acercamiento a Aly para lograr que entrase su novia a la casa y se terminase convirtiendo en concursante. De igual forma que ambos simularon estar separados para entrar en el reality de exparejas del país andino. Un profesional de la impostura que bastardea el propio concepto de telerrealidad con un sucedáneo que más bien merece el nombre de telefalsedad no merece ser finalista de esta edición VIP. Como bien dijo Aída, engañó a los chilenos, pero no debemos dejar que nos engañe también a nosotros.
La cobardía de algunos seguidores de Daniela o Aly puede hacer que Marco se cuele en la final al resultar expulsada hoy una de las dos. De esa forma nos quedaríamos sin el noble e interesante último enfrentamiento entre ellas. Dos concursantes que sí lo merecen, capaces de dar brillo y lustre a esa final. No puede ser que seamos tan aguafiestas y echemos piedras contra nuestro propio tejado. Y no caben quejas sobre el sistema de votación, que he defendido y seguiré defendiendo sea modificado. Pero en este caso se trata de votar bien, sea como sea. Es cuestión de no seguir a la borregada y cuidar un poco nuestro querido programa. No hay más.
El día de ayer discurrió entre mensajes y peticiones de amistad, con un agradable almuerzo al sol y ese halo nostálgico que se aprecia en esa casa siempre que está cerca el final del encierro. Lo llevo viendo desde hace unos días. Poco a poco van dejando a lado los motivos que les hicieron enfrentarse o enemistarse entre ellos, incluso con algunos de sus excompañeros, y necesitan agarrarse a lo bueno para completar su propio ciclo. Cerrar esta aventura en paz con uno mismo, alegre y con una mirada generosa es importante. Por todo esto no pueden evitar entregarse al recuerdo y así será hasta el final.
Se trata de un recuerdo positivo que en este caso cuenta con un solo inconveniente, la dificultad añadida de esas peticiones de amistad no admitidas por algunos exconcursantes. Además, con unas explicaciones tan certeras como severas para que se pueda entender por qué no aceptan la petición. Aída y Alejandro, sobre todo este último, le están poniendo un ingrediente extra a esta fase final. Es un ingrediente que aporta realidad, cordura, y también un poco de amargura. Igual no tanto como pueda parecer porque ya aviso yo de que algún habitante de esa casa no ha sido capaz de procesarlo.
Me hizo gracia ayer Emma poniéndose un mensaje a ella misma. “Emma: Querida yo: Eres una persona bastante agradable. Te envío besos con cariño”, decía su texto. Emma es tan ni sí ni no, sino todo lo contrario, que parece incapaz de decir de ella misma algo excesivamente bueno. En lugar de escribir que es muy agradable lo deja en bastante, que es tanto como no decir nada. Si se trata así a ella misma qué no hará con los demás.
Daguerrotipo de Emma
He adelantado un párrafo el comienzo de este perfil. Estaba tentado a decir que se tuviera en cuenta a la hora de contar los párrafos que dedico a esta concursante, pero será mejor para todos que nadie vaya a hacer esa comprobación, porque serán considerablemente menos que a Elettra, incluso que a su amiga Irma. Irma probablemente no haya generado apenas historias sobre ella misma, pero al menos se le ha visto una intención. Puede analizarse en ella la razón de sus actos, por qué decidió adoptar ese movimiento inmóvil que implica su esforzada pasividad. Sin embargo, ¿cuál ha sido el concurso de Emma?
Mi preocupación en este momento es cómo saco yo tema para llenar al menos media docena de párrafos. Si lo sé no vengo. Cada vez que hubo un conflicto de cierta importancia en la casa Emma se quitó de en medio. También tomó esa misma actitud cuando habían de resolver problemas domésticos sin demasiada trascendencia. Debía pensar que una discusión sin importancia podía degenerar en gran conflicto, y ella nunca quiso estar ahí en tales circunstancias. Bastaba con que Daniela volviese a sacar el tema de la organización de tareas, que nunca lograron concretar, para que Emma se levantase y se fuera. Incluso en el caso de que se quedara era siempre de la misma opinión: “Ni sí ni no, sino todo contrario”.
La frase se atribuye al expresidente colombiano entre los 70 y los 80, Julio César Turbay Ayala. Preguntado por un tema de actualidad en la política de su país, este gobernante habría respondido: “Yo no estoy a favor ni en contra, sino todo lo contrario”. Una especie de voto en blanco de la razón. Como dijo alguien en cierta ocasión, Emma es el tipo de persona capaz de asistir a una reunión de anónimos anónimos. Y añado: puede salir de ahí sin haber dicho ni una palabra. Como decía José María García: ni una mala palabra, ni una buena acción. Así es Emma, la concursante que menos se ha dejado conocer.
No tengo duda de que Emma es ultrasensible ante cualquier acusación de estar haciendo un papel. Su amiga Irma le dijo un día: “Me hace gracia cuando pones esa voz de niña pequeña”, lo cual parecía un comentario simpático, aunque tratándose de ella no podía dejarlo ahí y añadió: “¿Por qué lo haces?”. Ya no era tan amable la cosa. Nunca he visto a Emma tan contrariada como entonces. En alerta ante la posible acusación de no ser tal cual la vemos, reaccionó preguntando cómo había hablado. Vi la tensión en su mirada y en el lenguaje corporal del momento. Gracias a que lo había dicho una amiga, y no cualquier otro compañero de encierro, la cosa no llegó a más.
Sinceramente, creo que Emma es lo que vemos. No es posible que lleve casi tres meses interpretando un papel, poniendo voz de niña pequeña (como decía Irma) y evitando el más mínimo conflicto ocultando su auténtica personalidad. Es posible que haya exagerado su alergia a cualquier enfrentamiento porque forma parte de su manera de entender este concurso. Si así fuera se equivoca porque rara vez gana un concursante que no se haya enfrentado a los problemas, ya fueran individuales o de la colectividad, con gallardía y carácter. Las medias tintas no gustan en Gran Hermano. Con todo, Emma ni siquiera es tibia. No tiene el culo entre dos sillas porque prefiere que no esté en ninguna.
El concurso de Emma se puede resumir en tres planos fijos. Uno en la cama, mirada al techo y haciendo un repaso a lo vivido, como espectadora de una historia que nunca parecía ir con ella. Otro con semejante ocupación, pero paseando por el jardín. Y un tercero en la mesa del comedor disfrutando de ese poco íntimo placer para el que se viene a emplear cuchillo y tenedor. Salvo en este último plano fijo, que sin ser íntimo sí puede convertirse en placer solitario, en el resto estaba siempre a su lado Irma. Abriendo el plano se la podía encontrar.
En esas sesiones de charla con su amiga, ya fuera en posición horizontal (su preferida con diferencia) o vertical, Emma perdió la inocencia para el espectador. Bueno, al menos fue así para este gato observador, no quiero generalizar. Debo recordar cuando sugería sin decir algo que no llegué a comprender ni quiero relativo a Daniela. Esta había contado que a veces entabla conversación con alguien que la mira por la calle, y comentándolo con Irma decía Emma: “Eso tiene un nombre, que no voy a decir”. Sugiriendo sin decir. Amagando sin dar. Emma es muy de no decir porque debe considerar que no hace falta.
Puestos a elegir, prefiero a la Emma pasiva y ausente, que no ha protagonizado historia alguna y se ha pasado este tiempo viendo pasar las cosas a su alrededor como espectadora privilegiada. Antes la falta de compromiso (su permanente ni sí ni no, sino todo contrario) al veneno que destiló junto a Irma convertida en poco creíble guardiana de la moral en la casa de Guadalix. Su hipocresía, su constante doblez, su pasotismo exagerado son características inocuas. Todo lo contrario a esos análisis críticos tan desenfocados y prejuiciosos que hizo muchas veces. Personalmente me quedo con la Emma que me hizo gracia las primeras semanas, la naíf, esa que habla y actúa como una niña pequeña. Como tal me resultó una concursante insólita, que estaba en la casa como un elefante en una cacharrería, pero inofensiva. Entonces aún no había perdido la inocencia.
Molkeskine del gato
Hoy tenemos una fiesta y ya no nos quedan muchas esta temporada. Una larga temporada que para los concursantes tendrá hoy un colofón. Cuando Aly vea que es la final se acordará de lo que le dijo Marco sobre una final adelantada. Y es que Gran Hermano confundirá hoy a los concursantes haciéndoles creer que están viviendo la final. Un engaño que no es inédito, pero siempre funcionó. De la mano de Jordi González viviremos la última expulsión y sabremos los teléfonos para convertir en ganador a nuestro favorito. Y los exconcursantes también tendrán cierto protagonismo, como lo llevan teniendo toda la semana por la prueba. Muchas ganas de que llegue la noche.